viernes, 30 de agosto de 2024

 

 

 

ATARDECERES DE BELLEZA VISUAL Y MUSICAL

 

  Teatro Colón, temporada 2024. Conciertos del Salón Dorado. Presentación del Cuarteto de Cuerdas conformado por: Haydee Seibert/Constanza Goldemberg Thiery (Violines), Carla Regio (Viola) y Siro Bellisomi (Violonchelo). Programa: Obras de Mozart y Beethoven. 29 de Agosto de 2024.

 

NUESTRA OPINION: MUY BUENO.

 

  Frente a un atardecer tan pleno de luminosidad, como lo fue el del pasado Jueves 29, resulta imposible no asociarlo tanto a la imponente vista de la caída del sol sobre la copas de los árboles de la Plaza Lavalle, tal como se divisa desde los ventanales del Salón Dorado del Teatro Colón, como a la muy buena música que ofreció a través de sus interpretaciones el Cuarteto de Cuerdas liderado por Haydee Seibert en el transcurso de ese momento de la tarde.   Decir que fueron ofrecidas páginas estupendas como lo  son el Cuarteto Nº 21 en Re mayor con número de catálogo Kv. 575 de Mozart y el Nº 16 en Fa mayor, Op. 135 de Beethoven, los que en ambos casos son obras contundentes en el desarrollo musical como luminosas durante muchos pasajes de las mismas,  nos habla de que pocas veces se pueden encadenar circunstancias tan favorables al disfrute como ocurrió en esta ocasión. Sumado a ello un público formidable, ávido por la escucha, que guardó un impecable silencio a lo largo de las dos obras y que incluso lo extendió durante unos segundos tras las interpretaciones. Imposible pedir más.

 

  La formación presenta un equilibrio que supo mantenerlo a lo largo de todo el concierto. Comenzando por la experiencia y la sabiduría de Haydee Seibert, cultora tanto de este tipo de formaciones como del repertorio para las mismas. Junto a ella,  Constanza Goldemberg Thiery  la cumplimenta perfectamente desde su rol de segundo violín, efectuando una magnífica labor de acople. El sonido de ambas intérpretes fluye limpio y transparente. Desde el sector de las cuerdas más graves, Carla Regio con magnífica técnica aporta desde su viola intervenciones certeras, y como sostén fundamental, un valor de la talla de Siro Bellisomi hace que muchas veces desde su violonchelo se transforme en la columna vertebral tanto del conjunto como de la interpretación. Así se pudo disfrutar de una versión chispeante y dinámica del Cuarteto Nº 21 de Mozart tanto como una vibrante entrega del cuarteto Nº 16 de Beethoven en donde en el tercer movimiento (lento) se pudo percibir el instante de mayor calidad de todo el concierto.     

 

  Dado que en la programación del Salón Dorado se estipula que la duración de los conciertos no debe exceder de una hora, no hubo lugar para más. Transcurrió de tal manera todo que  un gran sector de la concurrencia permanecía sentado en sus lugares tras la finalización a la espera de más. Es un muy buen síntoma. Ojalá que las autoridades designadas le den a las actividades del Salón Dorado su justo lugar y que los artistas puedan desplegar por más tiempo su talento ante el público.

 

  Donato Decina

 Espléndida actuación del Cuarteto PETRUS en el Salón Dorado del Colón


LA FABULOSA MULTIPLICACIÓN DE LA TABLA DEL CUATRO

Martha CORA ELISEHT


Por definición, un cuarteto es un conjunto formado por 4 elementos y, en el caso

particular de la música, por cuatro intérpretes de distintos instrumentos. Pero si una

pretende profundizar aún más y, hablando específicamente de los cuartetos de cuerdas,

poseen un sonido propio que lo distingue de otras agrupaciones de este género. Uno de

los más prestigiosos conjuntos de cámara del país es el Cuarteto Petrus, integrado por

Pablo Saraví y Hernán Briático (violines), Dennis Golovin (viola) y Cecilia Slamig

(violoncello), quienes se presentaron dentro del Ciclo de Cámara del Salón Dorado del

Teatro Colón el pasado miércoles 28 del corriente para ofrecer el siguiente programa:

- La oración del torero, Op.34- Joaquín TURINA (1882-1949)

- “Lamento quichua”, de Tres piezas criollas- Luis GIANNEO (1897-

1968)

- Cuarteto en Re menor, D.810 “La Muerte y la Doncella”- Franz

SCHUBERT (1797-1828)

El elegante y aristocrático Salón Dorado del Colón brindó el marco perfecto para

la presentación de este gran conjunto, donde Pablo Saraví anunció las obras que se iban

a interpretar para todos aquellos asistentes que no tuvieron tiempo de escanear – o

consultar- el programa de mano. Y abrió el concierto con la mencionada pieza de

Joaquín Turina, compuesta originalmente para cuarteto de laúdes en 1925 e inspirada en

la visión de un torero yendo a orar a una capilla antes de salir al ruedo. Posteriormente,

Turina realizó una versión para cuarteto de cuerdas en Mayo de 1925 y que se

representa hasta la actualidad. Su duración es de aproximadamente 8 minutos y su

estructura es la siguiente: Introducción breve/ Pasodoble/ Andante/ Lento/ Pasodoble

(repetición). La versión ofrecida por el Petrus se destacó por su excelencia, con un

perfecto lucimiento de cada uno de sus integrantes en los solos, mientras el resto llevaba

la melodía, logrando un sonido típicamente español. Las introducciones de los

diferentes temas a cargo de Hernán Briático sonaron estupendas, al igual que los

contrapuntos y las partes solistas tanto por parte de Pablo Saraví como de Cecilia

Slamig.

De las Tres piezas criollas compuestas por Luis Gianneo en 1923, Lamento

quichua es la primera de esta serie. Forma parte de la primera etapa de este gran

representante del nacionalismo musical argentino mientras se desempeñaba en Tucumán

como pianista y pedagogo, donde toma melodías y ritmos típicos del norte del país para

plasmarlos en su obra. Abre con un pizzicato en cello, que deja paso a la cadencia de la

viola hasta que la melodía es tomada por los violines -estupenda labor de Dennis

Golovin y Cecilia Sslamig al respecto-, logrando una profundidad sonora soberbia

merced a la calidad de sus integrantes, que interpretaron sus partes con fuste y maestría.


Seguidamente, el Petrus ofreció una de sus especialidades: el Cuarteto para

cuerdas en Re menor, D.810 “La Muerte y la Doncella” de Schubert, inspirado en su

lied homónimo con texto de Matthias Claudius, compuesto en 1817 y que se incluye en

el 2° movimiento. Al igual que muchas otras de sus obras, no tuvo éxito en vida del

compositor y se publicó póstumamente en 1832. Sin embargo, recién alcanzó la fama

mundial en el siglo XX de la mano de David Oistrach, quien fuera el principal difusor

de muchas de las obras del compositor vienés. Consta de 4 movimientos: Allegro/

Andante con moto/ Scherzo: allegro molto/ Presto, que narran el enfrentamiento de una

joven moribunda y la muerte, que se le presenta para acompañarla a dormir el sueño

eterno. Desde su violenta apertura al unísono del 1° movimiento, la obra sonó de

manera sublime y magistral, con una perfecta descripción sonora de la carrera que

realiza la doncella a través del dolor, la angustia y la resignación, que culmina con un

acorde agonizante en Re menor. En cambio, el Andante con moto es de carácter apacible

y representa a la muerte, donde cada uno de los integrantes del cuarteto se lucen en

espléndidos solos, como sucedió en esta ocasión por parte de Pablo Saraví, Hernán

Briático, Dennis Golovin y Cecilia Slamig respectivamente, pero, a su vez, manteniendo

el sonido en conjunto característico del cuarteto. El poderoso Scherzo -que, por

momentos, remeda el leitmotiv del descenso al Nibelheim en EL ORO DEL RHIN-

culmina con un trío que muestra un carácter más lírico para desembocar en el vibrante

Presto final en ritmo de tarantela, que era la danza que protegía tanto de la locura como

de la muerte, ejecutado con una maestría y precisión absolutas. El Petrus sonó como si

fuera una orquesta de cámara de mayor envergadura, con un efecto multiplicador de

cuerdas que hizo delirar a los asistentes tras su interpretación. Por dicho motivo, Pablo

Saraví se dirigió al público no solamente para agradecer los aplausos, sino también para

anunciar un bis: el Rondó (movimiento final) del Cuarteto para cuerdas n°9 en La

mayor, K.169 de Mozart, que forma parte de los denominados Cuartetos Vieneses. Otra

brillante interpretación y una nueva ovación de aplausos para cerrar el concierto.

Independientemente de su magnífica acústica, el Salón Dorado del Colón actúa

como una perfecta caja de resonancia que permite que el sonido se multiplique. En el

caso de un conjunto de excelencia como el Petrus, un fantástico efecto multiplicador

sonoro de la tabla del cuatro.

martes, 27 de agosto de 2024

 


Otro momento de la presentación de Alexandra Dovgan para el Mozarteum Argentino en el Teatro Colón. Fotografía de la Sra. Liliana Morsia para el Mozarteum Argentino.


Impactante debut de la pianista Alexandra Dovgan en el Colón por el Mozarteum


CUANDO EL TALENTO Y LA JUVENTUD VAN DE LA MANO

Martha CORA ELISEHT


A lo largo de la historia de la música, siempre hubo niños prodigio.

Independientemente de haber nacido en el seno de una familia de músicos prestigiosos y

haberse criado dentro de dicho ambiente, poseen un talento natural innato -ya sea para

la interpretación como para la composición- y, con el correr del tiempo, se han

transformado en estrellas que brillan con luz propia. En los últimos años ha surgido una

verdadera constelación de talentos juveniles, dentro de los cuales se encuentra la

pianista rusa Alexandra Dovgan, quien hizo su debut en el Teatro Colón el pasado lunes

26 del corriente dentro del ciclo del Mozarteum Argentino con el siguiente programa:

- Sonata para piano n°31 en La bemol mayor, Op.110- Ludwig van

BEETHOVEN (1770-1827)

- Sonata para piano n°2 en Sol menor, Op.22- Robert SCHUMANN (1810-1856)

- Preludio, Gavota y Giga (transcripción de la Partita para violín solo n°3 BWV

1006)- Johann S. BACH (1685-1750) / Sergei RACHMANINOV (1873-1943)

- Variaciones sobre un tema de Corelli, Op.42- Sergei RACHMANINOV (1873-

1943)

- Sonata para piano n°2 en Sol sostenido menor, Op.19- Alexander SCRIABIN

(1872-1915)

Nacida en 2007 dentro de una familia de músicos, Alexandra Dovgan comenzó a

estudiar piano cuando sólo tenía 4 años y puso en evidencia su talento a los pocos meses

después, cuando superó las dificilísimas pruebas para ingresar a la Academia Central

del Conservatorio de Música de Moscú, donde se perfeccionó con Mira Marchenko. A

partir de ahí ganó cinco competencias internacionales -entre otras, la Vladimir Kraniev

y la Astana Piano Passion- hasta obtener el Grand Prix en la Grand Piano Competition

en Moscú a los 10 años, en 2018. Posteriormente desarrolló una meteórica carrera

internacional en ascenso, presentándose en las principales salas de conciertos del

mundo. Independientemente de su juventud, deslumbró al público local con la precisión

y elegancia de sus interpretaciones, dotadas de numerosas sutilezas y con un perfecto

dominio de tempi desde los primeros acordes de la Sonata n°31 de Beethoven,

compuesta en 1821 y dotada de una poderosa cohesión y coherencia interna en sus 3

movimientos (Moderato cantábile molto espressivo/ Allegro molto/Adagio ma non

troppo- Arioso dolente- Fuga: Allegro ma non troppo). Una versión excelsa de este gran

clásico y un auténtico deleite para los oídos.

Posteriormente, volvió a demostrar su innegable e indiscutible talento con la

mencionada Sonata n°2 en sol menor, Op.22 de Schumann, compuesta entre 1830 y

1838 y dedicada a quien fuera posteriormente su esposa – Clara Wieck-. Consta de 4

movimientos: So rasch wie möglich (Tan rápido como sea posible) / Andantino.

Getragen (gastado) / Scherzo. Sehr rasch und markiert (muy rápido y marcado) y


Rondo. Presto, donde Dovgan brindó una interpretación muy romántica, precisa, con

excelente dominio de los glissandi, arabescos y arpegios, logrando una musicalidad y

una sonoridad excelsas. Una versión de paladar negro, digna de los públicos más

exigentes y de la jerarquía de un teatro como el Colón. Lo mismo sucedió con la

transcripción para piano de Rachmaninov de la célebre Partita para violín solo n°3 de

Bach, cuyos 3 movimientos (Preludio, gavota y giga) fueron ejecutados con un sonido

prístino y una sutileza interpretativa de primer nivel, logrando una exquisita versión.

Seguidamente, la pianista volvió a sorprender al público con una de las obras menos

interpretadas de Rachmaninov: las Variaciones sobre un tema de Corelli, Op.42. Basada

en un Andante para violín y clave de la Sonatas op.5 compuesta por Arcangelo Corelli

en 1700, el compositor ruso desarrolla 20 variaciones y una coda (Andante) que

recapitula y cierra con el tema inicial. Su estructura melódica es bastante similar a la de

la Rapsodia sobre un tema de Paganini – Capricccio n°24- y se destacó por una

soberbia marcación de tempi, con un sonido solemne y majestuoso y una precisión más

que absoluta. Se retiró sumamente aplaudida y vitoreada tras su interpretación para

cerrar el recital con otra sonata de Scriabin: la n°2 en Sol sostenido menor, Op. 19. Se

trata de una sonata- fantasía en do movimientos: Andante, con tres temas que se

entrelazan en el desarrollo y que remedan “la oscura agitación y lo profundo del

océano, ya que la sonata refleja la influencia de la orilla del mar”, según palabras de su

propio autor. Le sigue un presto en tono lírico y vertiginoso, interpretado

magistralmente merced a sus magníficas pulsación y digitación, sonando auténticamente

tormentoso y apasionado. Una ovación de aplausos y vítores coronaron la labor de esta

extraordinaria intérprete, quien volvió a hacer gala de su arte y maestría en los tres bises

interpretados fuera de programa: el Estudio Op.2, n°1 de Scriabin; el conocido Preludio

n°12, Op.32 de Rachmaninov, donde Dovgan se lució en los trinos y cadencias para

cerrar con el celebérrimo Vals Op.64, n°2 de Chopin, en una versión distinguida y sutil.

Cuando se unen el talento y unas dotes excepcionales, surgen estas auténticas

estrellas en ascenso. Si a eso se le suma la garra y el impulso vital de la juventud, tras

muchos años de estudio, constancia y tesón, se logra una intérprete de alta jerarquía y

una figura de fama internacional a temprana edad. Tiene todo para triunfar como una

auténtica estrella en el firmamento del piano.

 



La imágen habla por si sola, capta la expresión alinterpretar de la joven y gran panista rusa Alexandra Dovgan. Créditos: Prensa Mozarteum Argentino, Fotografía de la Sra. Liliana Morsia.


 

 

ALEXANDRA DOVGAN: DERROCHE DE TALENTO Y JUVENTUD

 

Mozarteum Argentino, temporada 2024. Recital de la pianista Alexandra Dovgan. Programa: Obras de Beethoven, Schumann, Bach/Rachmaninoff, Rachmaninoff y Scriabin. Teatro Colón, 26 de Agosto de 2024.

 

NUESTRA OPINION: EXCELENTE

 

  Cuando se puede apreciar un total despliegue de talento en el escenario, como fue en este caso el de la jovencísima pianista rusa Alexandra Dovgan, uno comienza a preguntarse si acaso ha sido privilegiado de presenciar un acontecimiento histórico, el de la presentación de una interprete que ya se planta en el escenario como una artista consumada, que pareciera no pesarle responsabilidad alguna ante un repertorio de suma exigencia y cuyas respuestas en el teclado son las de una interprete plena y no las de alguien que está saliendo de la etapa de la adolescencia.

 

  Leyendo sus antecedentes en el programa de mano, previo a su presentación, he visto que ha transitado por lugares de trascendencia mundial ya sea en recitales o junto a organismos sumamente reconocidos: Festivales de Salzburgo, Verbier y Roque D’Antheron. Salas como la Concertgebow de Amsterdam, Konzerthaus de Viena, Victoria Hall de Ginebra y Philarmonie de Berlín. Teatros como Champs Elysees de París. Orquestas como Mozarteum de Salzburgo, Tonhalle de Zurich, o de Cámara Mahler. Batutas que la han acompañado del nivel de Paavo Jarvi o Ton Koopman. Recibió elogios y estímulos de músicos de la talla de Trevor Pinnock o Grigory Sokolov y ya  cuenta con cinco competiciones internacionales ganadas. Comienzo a escucharla y de ahí en más es todo admiración, me doy cuenta que vale toda la trayectoria antes mencionada, cosechada a lo largo de doce años y medio (su edad es de 17 años) y que a juzgarla por lo escuchado está llamada a grandes cosas.

 

    En primer lugar, debo señalar que a lo largo de todo el repertorio que ofreció en la sala del Colón, Dovgan dio en el punto justo de interpretación de cada compositor abordado. Su seguridad es absoluta. Su manejo de los tiempos, la digitación y su expresividad, dan por resultado un sonido limpio, en donde alcanza una transparencia increíble. Puede pasar desde los “pianissimos” mas imperceptibles a los ataques plenos con una técnica impecable. Es capaz de plantear una versión vital y nada edulcorada de la Sonata Nº 31 de Beethoven en el arranque mismo, pasar a un Schumann de impecable factura al abordar la Sonata Nº 2 en Sol menor, op. 22 con una exposición magnífica del Andantino central, para luego tomarse un intervalo relativamente breve y retornar al escenario.  Entonces sorprende con una magnífica versión de la transcripción para piano que Rachmaninoff hiciera del Preludio, la Gavota y la Giga que Bach compusiera para Violín solo en la Partita N º 3 BWV 1006, en la que daría la impresión de que Dovgan resulta colocarse más cerca de Bach que lo que el propio Rachmaninoff pensó al hacer esta nobilisina transcripción. La misma joven se encargó de poner las cosas en su lugar, enalteciendo al gran músico ruso con una versión magistral de las “Variaciones sobre un tema de Corelli” del Op. 42, las que tuvieron todo: expresividad, pasajes increíblemente resaltados, tanto los introspectivos como los de enjundia, y pleno dominio del estilo. Si algo faltó hasta ese momento, la joven se encargó de completarlo con una muy buena versión de la Sonata Nº 2 en Sol sostenido menor, Op.19 de Scriabin, en la que se sintió verdaderamente a sus anchas desde el primer al último compás.

 

  Sobria en todos los aspectos, hasta en los agradecimientos al público, fue muy generosa al retribuir los aplausos y bravos de la concurrencia  con tres bises en los que siguió exhibiendo su valía: un Scriabin más :el Estudio Nº 1 del op.2.También otro Rachmaninoff: Preludio Nº 12, Op. 32 y cerrar demostrando que es una autorizada interprete de Chopin con el Célebre Vals Nº 2 del op. 64 alcanzando allí una verdadera cima interpretativa.

 

  Deberemos seguir atentamente la carrera de esta joven intérprete del piano. Sabe perfectamente en cual punto del camino se encuentra y que es capaz de llegar a las metas que se proponga. Gran acierto del Mozarteum Argentino para su ciclo del presente año.

 

Donato Decina


martes, 20 de agosto de 2024

 Un Bruckner esperanzador…


                                                                            Jaime Torres Gómez

Enmarcado en las celebraciones del bicentenario del nacimiento de Anton

Bruckner (1824-1896), figura fundamental del Romanticismo Musical,

la Filarmónica de Santiago, luego de más de veinte años de ausencia, ofreció

la Séptima Sinfonía de este compositor.

A diferencia de otras latitudes, en Chile este Año Bruckner ha sido exiguo, no

ofreciéndose un buen panorama de sus obras, no obstante, plausible haber

reeditado esta Séptima Sinfonía, sin duda una de sus más representativas.

Lamentablemente este cicatero homenaje local obedece a una absurda

percepción respecto a un supuesto bajo interés en el cultivo de la música

bruckneriana, desmistificado en esta oportunidad ante la alta

llegada de público al Teatro Municipal de Santiago a las dos presentaciones

prrevistaas, estímulo inevitable hacia una mayor difusión de este compositor.

La música de Bruckner no necesariamente requiere de un exceso de preparación,

debiendo experienciárserla libre de prejuicios, facilitándose así la apertura hacia

un universo sonoro de insondables dimensiones humanas y espirituales…

Al igual que la Cuarta, la Séptima es una de las sinfonías más populares del gran

compositor austríaco. Y como es recurrente en Bruckner, la omnipresencia de lo

religioso es fundamental para entender su espíritu inspirador. De elíptica

construcción, el sinfín de sus ideas estructurantes poco permiten atisbar su

discurrimiento hacia un hito temporalmente específico …, sintetizando, sus

macizos (y catedrálicos) trazos sonoros, terrenalidad y trascendencia (notable el

manejo de los corales con sus característicos pedales, directamente influidos por

las características armónicas y tímbricas del órgano, instrumento del cual Bruckner

fue un gran cultor). A la vez, en esta obra Bruckner utiliza por primera vez tubas

wagnerianas, dándole una particular impronta, imprimiéndole modulaciones

propias como las que se dan en un órgano.

A pesar de su popularidad, esta sinfonía recién se estrenó en Chile en 1981,

constituyendo ahora apenas su cuarta reedición… Felizmente ha sido posible

presenciarla todas las veces que ha sido programada, y siempre con importantes

resultados.

Deslumbrantemente dirigida por Maximiano Valdés, a quien no se le conocían

sus contribuciones brucknerianas, su interpretación plasmó ora autoridad, ora un

verdadero “auto da fe”, en cuanto su propuesta interpretativa trasuntó la misma

música, planteándose ante la obra con conmovedora servicialidad, dejando que la

misma hablara por sí misma y libre de cualquier efecto baladí. Escrupuloso trabajo

en texturas, balances y matices, más una notable administración del caudal


sonoro, no dejándose tentar ante tempestuosos e inorgánicos decibles en los

característicos tutti brucknerianos, optando por una debida claridad armónica,

amén de dejar fluir en todo momento su inmanencia discursiva. La Filarmónica, en

estado de gracia, dio cuenta de excelencia a borbotones. Notable sentido de

ensemble y gran calidad de sonido. Un triunfo colectivo inapelable.

Y como primera obra, con certero criterio programático, se dispuso del Concierto

para Oboe de Richard Strauss, obra últimamente asidua en el país, aunque en

su momento muy ausente. Siendo una de las últimas obras del gran compositor

bávaro, quien en propiedad podría asignársele como el, o uno, de los

genuinamente últimos románticos, posee un carácter de atrapante serenidad como

de un delicado espíritu neoclásico. Con acrisolada trasparencia del tejido

armónico, esta obra requiere de un acabado trabajo texturante de la orquesta,

asimismo de un solista debidamente empoderado en el carácter de la misma.

Gran labor de Jorge Pinzón (solista de la Filarmónica) en todo orden,

comprendiendo a cabalidad su trama interna, y servida con irreprochable eficacia.

Gran complemento de Valdés en todo orden junto a una Filarmónica totalmente

comprometida.

En suma, una triunfal presentación de la Filarmónica que relevó la esperanza de

contar con un compositor injustamente postergado, y con un encomiable resultado

de conjunto. Sin duda, de las mejores presentaciones de lo que corre del año.

lunes, 19 de agosto de 2024

 

UNA DE LAS MAS GRATAS SORPRESAS DE LA PRESENTE TEMPORADA

 

  Presentación del Ensamble del “Festival de Cuerdas de Buenos Aires” Primer Violín y Guía: Pablo Griggio. Guías de Instrumentos: Carla Regio (Viola), Benjamín Báez (Violonchelo), Pedro Salerno (Contrabajo). Solista: Néstor Garrote (Oboe). Programa: Obras de Vaughan Williams y Suk. Sala de la Federación de Asociaciones Españolas en la Argentina (“La Patriótica”), 17 de Agosto de 2024.

 

NUESTRA OPINION: EXCELENTE.

 

  A partir de una idea del violonchelista Benjamín Báez y contando con el apoyo y colaboración del violinista Pablo Griggio, la intérprete de viola Carla Regio y el contrabajista Pedro Salerno, se constituyó el Festival de Cuerdas de Buenos Aires, el que tuvo su presentación días pasados en el Auditorio de la Fundación Rómulo Raggio de Vicente López con un concierto del conjunto de cámara que integraron los propulsores de este emprendimiento junto a reconocidos colegas. Llegó entonces la hora de la presentación en sociedad en la Ciudad de Buenos Aires con un concierto en el que se programaron dos obras poco frecuentadas, una de las cuales contó con un solista de lujo: el oboísta (y compañero de orquesta de tres de los propulsores de la idea) Néstor Garrote.

 

  El marco que presentó la sede de la Federación de Asociaciones Españolas en la Argentina más conocida en la Colectividad como “La Patriótica”, fue magnífico con un lleno casi absoluto. Con el correr del concierto también se tomó nota de la estupenda acústica del lugar. El hecho de que se haya producido el mismo en un día feriado, sin programación en los teatros oficiales, con entrada libre y gratuita y la mencionada programación infrecuente, incidió para que el resultado fuese el que se comenta.

 

  Al ingresar los maestros al espacio, descubrimos que el conjunto instrumental conformado contó con jóvenes colegas y alumnos de los responsables del Festival, totalizando algo más de una veintena de integrantes. El Primer Violín y guía principal es el Maestro Griggio.

 

  El concierto se inició con la interpretación del Concierto para Oboe y Orquesta de Cuerdas de Ralph Vaughan Williams del que como ya mencioné líneas arriba, Néstor Garrote fue el muy brillante solista. El sonido del conjunto es de una estupenda homogeneidad, perfecta afinación, magnífico  ensamblado con cuerdas de maravillosa tersura. Con todos estos ingredientes no sorprendió en absoluto que al sumarse el Mtro. Garrote con el aporte de su maravilloso sonido y su muy bien reconocida musicalidad.  la versión fuese perfecta de punta a punta. La página, que refleja la tradicional música inglesa de corte pastoril, fue entonces objeto de una sentida versión en la que todos aportaron su granito de arena para que el resultado fuese el que se comenta. No extraño en absoluto entonces que una cerradísima ovación premiara la labor de todos.

   

 

  Para la segunda parte, se disfrutó de una versión de fuste de la Serenata Op.6 de Josef Suk. Página inspirada en la consagrada Serenata para Cuerdas de su colega y compatriota Antonin Dvorak, a lo largo de sus cuatro movimientos posee instantes de extenso desarrollo en los llamados movimientos de “punta”, sumados a temas de carácter más introspectivo como en el segundo y los clásicos elementos tomados del folcklore checo para el tercero. El conjunto, en donde nuevamente Griggio fue guía principal, contando con los demás guías apoyando en la marcación a sus respectivas filas, se “floreó” con una versión de pleno canto orquestal e instantes de altísimo brillo, para revelar esta página tan poco frecuentada. Es de esperar que en un tiempo no tan lejano se la vuelva a escuchar.

 

  Nuevamente los encendidos aplausos premiaron la magnífica labor, motivando a los maestros a interpretar nuevamente un pequeño fragmento de la obra como agradecimiento.

 

  Ha sido una muy buena sorpresa para una temporada en la que precisamente no abundan las mismas. Que sea, entonces, el gran envión para realizaciones  de mayor importancia.

 

Donato Decina

domingo, 18 de agosto de 2024

 

CREADORES REVELADOS POR UNA ESTUPENDA ARTISTA

 

  Teatro Colón, temporada 2024. Sexto Concierto del ciclo de Recitales de Piano en el Salón Dorado. Presentación Isabel Pérez Dobarro. Programa: “Nocturne” de Dobrinka Tabakova, “Tumbao” de Tania León, “Blue Ocean” de Carolyn Morris, “Earring” de Julia Wolfe, “Estudios Entre Preludios Nº 3” de Yoko Kano, “African Sketches: Il Dusk” de Nkeiru Okoye, “Water Dance III” de Karen Tanaka, “Improvisation” de Suad Bushnaq, “Gustave Le Gray”  de Caroline Shaw, “Buenos Aires Despierta y Sueña” de Claudia Montero, “Alalá das Paisaxes Verticais” de Carme Rodríguez, “Galician Fancy” de Octavio Vázquez y “Fantasía sobre un Tema Popular” de Juan Durán Alonso. 16 de Agosto de 2024.

 

 

NUESTRA OPINION: EXCELENTE

 

  Ha sido una experiencia reveladora. El recital brindado por la pianista española Isabel Pérez Dobarro o, como se la conoce en las redes sociales, Isabel Dobarro , compuesto por las obras que integran su álbum “Kaleidoscope” de próximo lanzamiento por el sello internacional “Naxos”, nos permitió salir de los estereotipos habituales, esos que marcan las presencia de compositores universalmente consagrados, para en cambio difundir trabajos de creadores actuales, algunos de los cuales tuvieron a la solista como dedicataria de dichas composiciones.

 

 Voy a referirme primero a la trayectoria. Isabel Dobarro, siendo una muy joven pianista, es dueña ya de una amplísima foja de servicios. Solista con presentaciones en escenarios como el “Carnegie Hall” de New York, España, resto de Europa e importantes escenarios de los cinco continentes. Ha tomado contacto con compositores quienes le han dedicado muchas de sus creaciones, fundamentalmente entre las compositoras, gracias a lo cual Dobarro se ha erigido en la principal difusora de esos trabajos. Es también docente de gran trayectoria en España. En lo que respecta a técnica, posee una digitación sumamente segura, su técnica es sumamente impecable y cuenta con una sensibilidad muy especial para la interpretación. Sabe transmitirle con su toque al público la esencia de cada página.

 

  La integración de este álbum de pronto lanzamiento estuvo compuesta por obras de creadoras de los cinco continentes, sumadas a creadores de Galicia, su tierra natal. La propia Dobarro hizo los comentarios previos a cada obra a excepción de  “Buenos Aires Despierta y Sueña” de la recordada Claudia Montero, con un preámbulo hecho por la propia hermana de la compositora, presente en la sala. Lo llamativo resultó que una vez hechos los anuncios la intérprete no hacía más que sentarse y atacar de inmediato las obras cuando mayoritariamente  se guardan algunos instantes antes de acometer. Esto habla a las claras de su total compenetración y de la plena seguridad con la que se movió a lo largo del recital.

 

 En cuanto a la calidad de los trabajos, todos estuvieron a la altura para ser incluidos en el álbum. Algunas presentan dificultades a resolver por la intérprete desde lo técnico y otras desde la sensibilidad. La presencia de Compositoras de la talla de  Tania León, Julia Wolfe, junto a las menos difundidas Carolyn Morris, Yoko Kanno, Nkeiru Okoye (muy buena creadora africana), Karen Taanaka, Suad Bushnaq (Jordana, sumamente interesante)  y Caroline Shaw, sumadas a los Gallegos Carme Rodriguez (la que propone ir desde los orígenes hacia adelante), Octavio Vázquez  y Juan Durán Alonso  (Quien desde los ritmos folclóricos gallegos como la Muñeira hace una creación magnífica) redondean un programa de magnífica factura.

 

  De todas las composiciones que, vale la pena reiterar, fueron absolutamente interpretadas de modo impecable por Dobarro, destaco por sobre las demás “Tumbao” de Tania León, magníficamente construida, “Earring” de Julia Wolffe, “Improvisation”de Suad Bushnaq (Compositora Jordana, muy interesante), “Gustave Le Gray” de Caroline Shaw, el sentimiento que Claudia Montero plasmó en la partitura de “Buenos Aires Despierta y Sueña” y las tres composiciones de autores gallegos que logran transmitir el espíritu y el sentimiento de esa región de España que tanto le brindó a la Argentina, incluido el apodo con que cariñosamente nos referimos a los españoles en general.

 

  Un Salón Dorado completo ovacionó de pié en el final a esta estupenda interprete. Juega a Ntro favor la circunstancia de que la solista tiene familiares radicados en Ntro. País. Por ello creo que puede esto obrar como canal para futuras presentaciones suyas tanto como solista con orquesta como para nuevos recitales. Lo merece. Creo en lo personal que se trata de una muy buena figura que debe ser conocida por todos.

 

Donato Decina

sábado, 17 de agosto de 2024

 Muy buena actuación de Roberto Tibiriça y Cristian Budu junto a la Filarmónica


UN PERFECTO EJEMPLO DE CALEIDOSCOPIO SONORO

Martha CORA ELISEHT


¿Se acuerdan del caleidoscopio?... Un juguete en vías de extinción, que

fomentaba la imaginación mirando a través de un tubo pedacitos de diferentes piezas de

colores, permitiendo infinidad de combinaciones y dibujos. Afortunadamente, una

todavía recuerda ese tipo de cosas que -independientemente de deleitar la infancia-

permiten titular una nota. En este caso, la impresión que una tuvo sobre una de las obras

ofrecidas dentro del concierto del Ciclo de Abono de la Orquesta Filarmónica de

Buenos Aires (OFBA), que tuvo lugar en el Teatro Colón el pasado viernes 16 del

corriente bajo la dirección de Roberto Tibiriça, con la participación del pianista Cristian

Budu como solista.

El programa estuvo formado por las siguientes obras:

- Concierto para piano y orquesta en formas brasileiras n°2, Op.105- Hekel

TAVARES (1896-1969)

- Pavana para una infanta difunta- Maurice RAVEL (1875-1937)

- Daphnis et Chloe (suite n°2)- Maurice RAVEL (1875-1937)

En el programa original del concierto estaba prevista como obra de apertura

Toccata, del compositor uruguayo Héctor Tosar (1923-2002), cuya ejecución se

suspendió en último momento. Por lo tanto, tanto el director como el pianista se

hicieron presentes sobre el escenario para iniciar con un orgánico prácticamente

completo la mencionada obra. Nacido en Satuba, Río Largo (Alagoas), Hekel Tavares

fue un compositor, pianista y arreglador brasileño que sobresalió en el campo de la

música popular y se dedicó al estudio de los ritmos folklóricos de su país natal. Estudió

orquestación con J. Otaviano en Río de Janeiro y, junto con Waldemar Henrique,

Marcelo Tupinambá y Henrique Voegeler creó un tipo de música situada entre lo erudito

y lo popular. Su concierto para piano y orquesta en formas brasileiras n°2 data de 1938

y está considerado como el único concierto romántico brasileño. Pese a que posee los

tres movimientos clásicos de un concierto (Modinha. Tempo de batuque lento con

simplicitá/ Ponteio (Largo- molto cantábile ed expressivo) y Maracatu (lento, ma

vigoroso), tiene también numerosas variaciones de velocidad, alternancia de compases

(de 4/4 a 6/8) y métrica que no respetan esa clásica división tripartita, sino que se

alternan constantemente a manera de un mosaico sonoro. Se pueden apreciar numerosas

influencias de compositores europeos de la escuela española y francesa (entre otros,

Manuel de Falla y Emmanuel Chabrier) y también, reminiscencias de Rachmaninov en

ciertos pasajes y de Mussorgsky en el 3° movimiento. Una obra tonal, de muy buena

línea melódica y muy atractiva para el oyente que, precisamente, fuera grabada por el

mismo director en 2002 junto al pianista Arnaldo Cohen -quien se presentó en el Colón

el año pasado-. Tibiriça tuvo un muy buen desempeño al frente de la Filarmónica, con

una muy buena marcación de tempi, aunque algo excedido en los tutti y forte


orquestales. Y Cristian Budu, un pianista de excepción, con un perfecto dominio y

conocimiento de la obra y las características ya mencionadas de caleidoscopio sonoro.

El público estalló en aplausos al final del concierto, motivo que obligó al pianista a

ejecutar dos bises de música brasileña que -lamentablemente- no fueron anunciados,

pero que sonaron maravillosamente bien.

Para la segunda parte del concierto, se eligieron dos celebérrimas obras de Ravel:

Pavana para una infanta difunta y la suite n°2 de Daphnis et Chloé. La primera fue

compuesta originalmente para piano en 1899 cuando Ravel todavía estudiaba con

Gabriel Fauré en el conservatorio de París -de hecho, se basó para componerla en la

Pavanne, Op.50 de su maestro- y está dedicada a su mentora, la princesa de Polignac.

Recrea la elegancia y distinción de una infanta bailando una pavana -danza lenta

renacentista muy popular entre los siglos XVI y XVII- en la corte española (de hecho,

inspirada en los cuadros de Diego Velázquez) y su título no tiene nada que ver con la

composición. Según palabras del propio Ravel: “Simplemente me gustó cómo sonaban

las palabras y así las escribí en la partitura. Eso es todo”. Posteriormente realizó una

orquestación en 1910, donde asigna la melodía principal a dos trompas naturales en Sol

(sin válvulas), debido a que la enseñanza de este instrumento persistió mucho más

tiempo en el Conservatorio de París que en el resto de Europa. Esta tradicional y

bellísima pieza fue interpretada de manera muy correcta, con los matices y líneas

tradicionales característicos y gran desempeño de los solistas instrumentales.

Seguidamente y, con su orgánico prácticamente completo, la Filarmónica brindó una

muy buena versión de la archiconocida Suite n°2 de DAPHNIS ET CHLOÉ, compuesta

originalmente para el ballet homónimo y estrenada en París en 1912. Su autor la

describió como una “sinfonía coreográfica” y, en su versión original lleva un coro

mudo -sólo murmullos y lamentaciones, como lo era en el antiguo teatro griego-. Es la

obra más extensa del genio de Ciboure y la mencionada suite sólo posee tres números

(Amanecer/ Pantomima/ Danza general) que permiten el lucimiento de la orquesta y de

los solistas de las principales secciones de instrumentos. Si bien la Filarmónica brilló en

este ítem, el final -que posee un poderoso tutti orquestal en fff- sonó un tanto excesivo

para los oídos de quien escribe. De todas maneras, el público deliró tras la interpretación

y tanto el director como los músicos se retiraron sumamente aplaudidos.

Cuando se eligen obras de cierre que poseen finales muy estridentes y que llevan

una orquestación profusa, es muy común caer en excesos. Y esto es lo que puede opacar

un concierto que -en líneas generales- ha sido perfecto, tanto por parte de la orquesta

como del solista. Hay directores que tienen esta característica – o preferencia- y se debe

ser cuidadoso en este ítem.

 

EXCELENTE PROGRAMA QUE RATIFICA SU PLENO ASCENSO.

 

Ensamble Concentus BA, temporada 2024. Concierto: Director: Ricardo Sciamarella. Solistas: Lina Tur Bonet (Violín), Pablo Saraví (Viola). Programa: “Las Máscaras de Don Juan” con Obras de Gluck y Mozart. Teatro Avenida, 14 de Agosto de 2024.

 

NUESTRA OPINION: EXCELENTE.

 

  En este penúltimo programa que el Ensamble Concentus BA desarrollara para el público en el Teatro Avenida de Buenos Aires, la agrupación demostró una vez más su extraordinario nivel, la valía de sus integrantes, el valor agregado que le dieron la presencia y la altísima calidad de los dos notables solistas invitados y la inteligencia al programar, sumada a la sabiduría al conducir, de su Director, Ricardo Sciamarella.

 

  “Las Máscaras de Don Juan” fue el título elegido para esta presentación, aunque en ésta oportunidad no ha habido ni dramaturgia ni actuación dada la misma. Sí en cambio una breve y muy acertada intervención del Mtro. Sciamarella comentándole al público el porqué del título y sobre las obras a ser interpretadas. Manifestó que había una conexión entre la música de ballet compuesta por Gluck y, lógicamente, en Mozart en donde a su entender, el segundo movimiento de la Sinfonía Concertante Kv 364 se asemeja en mucho a una escena operística, para culminar el programa en la que acaso sea su sinfonía más luminosa, la Nº 41 Kv 551 “Júpiter”.

 

  Ingresando entonces de lleno a lo escuchado, el concierto se inició con la música para el ballet “Don Juan” de Gluck en una versión revisada por el propio Maestro Sciamarella . Se escucharon la “Sinfonía” (u Obertura), el “Andante Grazioso” y, finalmente, “Larghetto-Allegro ma non troppo”. La versión escuchada tuvo momentos de suma transparencia sonora, “tempi” vivaz e instantes de plena frescura. El “Concentus” sonó completamente ajustado y muy preciso. Ha sido la inclusión de estos pasajes un rotundo acierto de programación del propio Maestro Sciamarella  y es sumamente bienvenido el hecho de que el público de Buenos Aires haya podido escuchar una selección de esta bellísima música para conocer a un Gluck diferente al de sus otras obras.

 

  Seguidamente y con la presencia de la Maestra Española Lina Tur Bonet en Violín y de Ntro. bien conocido Mtro. Pablo Saraví, en este caso en Viola, disfrutamos de una magnífica versión de la Sinfonía Concertante Kv. 364. Pocas veces se ha obtenido el concurso de dos instrumentistas de altísima valía para una versión inolvidable. Tur Bonet (Concertino entre otras agrupaciones de “Le Concert des Nations” de Jordi Savall)  es portadora de un magnífico sonido, una técnica impecable y tuvo en Saraví a un estupendo compañero con el que con una sola mirada bastó para entenderse en cada pasaje a interpretar juntos. En cuanto a Saraví, a quien tan bien conocemos, fue gratísimo escuchar el pleno y dulce sonido que hizo emerger de su instrumento. Cada pasaje suyo fue un deleite para los oídos. Junto a ellos, el estupendo acompañamiento de Sciamarella y los Maestros del “Concentus”. Sonoridad limpia, pleno acople con destaque fundamental en las intervenciones de los cornos solistas quienes entregaron respuestas perfectas. La concurrencia premió merecidamente a los intérpretes con una ovación que hizo honor a la magnífica labor desplegada en el escenario. Como agradecimiento al público, ambos solistas interpretaron un exquisito fragmento del dúo para Violín y Viola del propio Mozart que ratifico la valía de estos dos brillantes Maestros.

 

  Para la parte final pudo apreciarse una estupenda versión de la Sinfonía Nº 41 Kv. 551 “Júpiter”, en la que nuevamente el “Concentus” mostró su sostenido crecimiento. El acertado enfoque del Director dio por resultado una interpretación plena de luminosidad y frescura con acertadísimos “tempi” y discurso sostenido. Cada nueva inclusión de Mozart en los programas de este estupendo conjunto permite ver que  el mismo se aproxima cada vez más a la perfección interpretativa. La ovación del público nuevamente distinguió al Director y los integrantes. Parecía que podía haber algo más pero no. Y personalmente, creo que sumamente acertado concluir así.

 

Donato Decina

 Muy buenas interpretaciones de canciones de cámara inglesas en el Cervantes


UN PERIPLO MUSICAL CON ACERBO Y FLEMA BRITÁNICA

Martha CORA ELISEHT


La música clásica de Inglaterra es sumamente rica y variada, con características

que la diferencian del resto de Europa. Desde el siglo XV en adelante, mientras

prevalecía una tendencia en Europa continental, no sucedía lo mismo en las islas

británicas. Esta característica insular permaneció más o menos constante a lo largo de

todas las épocas, desde el período renacentista representado por John Dunstable (1390-

1453) hasta los madrigales del período isabelino de Thomas Tallis (1505-1585),

William Byrd (1540-1623) y Orlando Gibbons (1583-1625). Con Henry Purcell (1659-

1695) comienza la incorporación de elementos de la música francesa e italiana, motivo

por el cual se lo considera el padre de la ópera inglesa y el máximo representante del

barroco británico. Sin embargo, la gran democratización de la música clásica ocurre con

el desembarco de Georg Friedrich Händel (1685-1759) quien, si bien era alemán, da un

gran desarrollo al oratorio y los conciertos públicos. Por su parte, Johann Christian Bach

y Franz Haydn también desarrollaron gran parte de sus carreras en Londres, donde este

último compone su célebre serie de sinfonías hasta llegar a Sir Edward Elgar (1857-

1934), considerado el compositor más importante de la era victoriana. Si bien Frederick

Delius (1862-1934) vivió en la misma época que Elgar, tuvo muy poco apego por su

país natal y desarrolló más su carrera en Europa -especialmente, Noruega y Francia-. Su

obra fue rescatada y difundida en su país natal merced a Sir Thomas Beecham hasta

llegar a los tres compositores más representativos del siglo XX: Ralph Vaughan

Williams (1872-1958), Gustav Holst (1874-1934) y Benjamin Britten (1913-1976).

Precisamente, el Ciclo de Lieder organizado por el Teatro Nacional Cervantes

decidió rendir homenaje a la canción de cámara en inglés el pasado miércoles 14 del

corriente, donde se presentaron el tenor Ricardo González Dorrego y las mezzosopranos

Daniela Prado y Eugenia Fuentes, acompañadas al piano por Carlos Koffman y Javier

Mas en la Sala Orestes Caviglia para ofrecer el siguiente programa:

Henry PURCELL (1659-1695):

- “Music for a while”

- “If music be the food of love”

- “Strike the viol”

Ralph VAUGHAN WILLIAMS (1872-1958):

- “Silent noon”

- “Linden Lea”

- “Bright is the ring of words”

Benjamin BRITTEN (1913-1976):

- “The last rose of summer”


- ” The Sally gardens”

- “The Ash Grove”

Roger QUITTER (1877-1953):

Seven Elizabethian Lyrics, Op.12 (1908)

- “Weep you no more”

- “My life is delight”

- “Damask roses”

- “The faithless shepherdess”

- “Brown is my love”

- “Be a fountainside”

- “Fair house of joy”

Aaron COPLAND (1900-1990):

12 poems by Emily Dickinson (1950)

- “Nature, the gentless mother”

- “There came a wind like a bugle”

- “Why do they shut me out of Heaven?”

- “The world feels dusty”

- “Heart, we will forget him”

- “Dear March, come in!”

- “Sleep is supposed to be”

- “When they come back”

- “I felt a funeral in my brain”

- “I’ve heard an organ play sometimes”

- “Going to Heaven”

- “The Chariot”

Quien abrió el recital fue Ricardo González Dorrego, acompañado al piano por

Carlos Koffman. El tenor hizo gala de su coloratura en las canciones de Purcell y, a

medida que la función iba avanzando, su voz fue creciendo y se lució en el último tema

de Vaughan Williams (Bright is the ring of words), interpretada de manera elegante y

sutil, con múltiples matices. Finalmente, ofreció una muy buena interpretación de los

temas de Britten donde se lo pudo apreciar con todo su fraseo, línea de canto y legato.

Principalmente, en The Ash Grove, basada sobre una ronda popular infantil inglesa. El

acompañamiento de Carlos Koffman al piano fue excelente y ambos se retiraron

sumamente aplaudidos.

Seguidamente, Daniela Prado ofreció una excelsa y exquisita versión de las Seven

Elizabethian Lyrics, Op.12 de Roger Quitter. Este ciclo de canciones data de 1908 y está

considerado como la mejor obra de este emblemático compositor británico, muy poco

conocido en el medio local y cuyas canciones se basan en textos de Shelley,

Shakespeare y otros grandes poetas. Fueron abordadas con muy buen gusto, impecable

musicalidad, matices dramáticos, esmalte vocal y línea de canto, con un perfecto

acompañamiento de Carlos Koffman. La mezzosoprano se encuentra en un momento

inmejorable de su carrera y lo demostró con creces sobre el escenario de la sala Orestes


Caviglia, donde se retiró sumamente aplaudida luego de cantar Fair house of joy, la más

famosa de las canciones que cierra este ciclo.

A diferencia de los compositores británicos, Aaron Copland no sólo ha sido uno de

los mejores compositores que Estados Unidos ha brindado a la humanidad, sino también

uno de los más prolíficos. Sus 12 poems of Emily Dickinson representan el ciclo más

largo de canciones para voz solista y fueron compuestas en 1950. Con excepción de la

última (The Chariot), Emily Dickinson no colocó título a los poemas comprendidos en

este ciclo. Por lo tanto, Copland colocó el primer verso de cada poema como el título de

las canciones. Cada una está dedicada a un compositor amigo: David Diamond, Elliot

Carter, Ingolf Dahl, Alexei Haieff, Marcelle de Manziarly, Juan Orrego- Salas, Irving

Fine, Harold Shapero, Camargo Guarnieri, Alberto Ginastera, Lukas Foss y Arthur

Berger respectivamente. Es una obra que posee inspiración mahleriana -Emily

Dickinson y Mahler compartían su preocupación por la muerte-pero también se aprecian

influencias de Charle Ives y Gabriel Fauré. En esta versión, la mezzosoprano Eugenia

Fuentes hizo gala de su caudalosa voz, magníficamente acompañada por Javier Mas en

piano. Su interpretación fue perfecta en el registro central y en los graves, mientras que

sonó un poco estridente en las notas agudas. Sin embargo, logró un muy buen

desempeño en los pianissimi, con buena línea de canto, legato y squillo. Al finalizar, el

público estalló en aplausos tras su interpretación.

Como todas las actividades organizadas por la Secretaria de Cultura de la Nación,

este tipo de iniciativas cuentan con entrada libre y gratuita. Una muy buena oportunidad

para apreciar un espectáculo de alta calidad, con intérpretes de jerarquía y conocer uno

de los teatros más bellos de Buenos Aires. En este caso, para disfrutar de un repertorio

poco difundido y con acerbo británico.

 Impecable actuación del Cuarteto Soldi en el Salón Dorado del Colón


LA IMPORTANCIA DE UN ILUSTRE APELLIDO


Martha CORA ELISEHT


Fundado en Marzo de 2021, el Cuarteto Soldi es uno de los mejores del país y se

destaca por la calidad de sus integrantes y la excelencia en sus interpretaciones. Desde

su fundación, la agrupación integrada por Freddy Varela Montero, Tatiana Glava

(violines), Adrián Felizia (viola) y Gloria Pankaeva (violoncello) se ha presentado en los

escenarios más importantes del país (Ciclo de Cámara del Centro Cultural Kirchner,

Templo Libertad, entre otros) y el pasado miércoles 14 del corriente, dentro del ciclo de

Cámara en el Salón Dorado del Teatro Colón, donde ofreció el siguiente programa:

- Cuarteto n°11 en Fa menor, Op.95 “Serioso”- Ludwig vn BEETHOVEN (1770-

.1827)

- Cuarteto para cuerdas n°12 en Do menor, “Quartettsatz”, D.703- Franz

SCHUBERT (1797-1828)

- Cuarteto en Re mayor, Op.44, n°1- Félix MENDELSSOHN BARTHOLDY

(1809-1847)

Ante una nutrida concurrencia que se dio cita esa tarde, pudo apreciarse una muy

buena afinación de instrumentos previamente al inicio del concierto con el mencionado

cuarteto de Beethoven, compuesto entre 1810 y 1811 y dedicado al violoncelista

Nikolaus Zmesskall von Domanovecz, quien fuera testigo del amor -no correspondido-

de Beethoven por Therese Malfatti, hija de su médico personal, motivo por el cual se le

adjudicó el mote de “Quartetto serioso”. Consta de 4 movimientos (Allegro con brío,

en Fa menor/ Allegretto ma non troppo, Re mayor/ Allegro assai vivace ma serioso, Fa

menor/ Larghetto espressivo (Fa menor)- Allegro agitato (fa mayor), que fueron

interpretados con una perfecta marcación de tempi. El virtuosismo de sus integrantes

quedó demostrado con una interpretación de gran jerarquía en los solos de cada uno de

los instrumentos en el Allegro con brío inicial y, al mismo tiempo, logrando lo que se

denomina “el quinto elemento”; es decir, el sonido característico del cuarteto, que fue

sumamente compacto. Excelente la apertura de Gloria Pankaeva al inicio del 2°

movimiento (Larghetto espressivo) y, posteriormente, el acompañamiento por parte del

resto, al igual que el solo de viola a cargo de Adrián Felizia, el canon y una perfecta

ejecución en los trinos y trémolo por parte de Freddy Varela Montero. El 2° y 3°

movimientos se ejecutaron sin interrupción (attaca), donde cada uno de los integrantes

del Soldi tuvieron una interpretación de excelencia en todas y cada una de las

variaciones instrumentales- sobre todo, el fraseo de Tatiana Glava y Adrián Felizia en el

Allegro agitato final, que contrasta con el Larghetto espressivo del mismo movimiento-.

La interpretación se vio coronada por un sinfín de aplausos, al igual que en el Cuarteto

para cuerdas n°12 en Do menor, D.703 de Schubert. Se trata de un movimiento de un

cuarteto (Allegro assai) escrito en forma de sonata en 1820, pero que nunca llegó a

completarse. Sólo escribió 41 compases del siguiente movimiento (Andante) antes de

abandonar la obra. Su estreno póstumo tuvo lugar en Viena en 1867 -a casi 40 años de la


muerte del compositor- y sólo dura 9 minutos, donde el primer violín posee unos

bellísimos pasajes de digitación y fraseo, mientras el resto de las cuerdas lleva la

melodía mediante numerosos contrapuntos en trémolo. A su vez, permite el lucimiento

de la viola en un hermoso solo en contrapunto con el violín. El Soldi tuvo un excelente

desempeño, con grandes actuaciones de Freddy Varela Montero y Adrián Felizia. Tras

la interpretación del Quartettsatz, el público respondió con numerosos aplausos y

vítores.

Para cerrar el concierto, el cuarteto eligió una de sus especialidades: el Cuarteto en

Re mayor, Op.44 n°1 de Mendelssohn, que ha interpretado en numerosas ocasiones. La

serie Op.44 abarca 3 cuartetos para cuerdas compuestos entre 1837 y 1838, dedicados al

príncipe de Suecia y que forman parte del denominado “período medio” del compositor.

Sin embargo, la numeración no se corresponde con el orden cronológico en el cual

fueron compuestos. De hecho, el n°1 fue el último en componerse y estrenarse en 1839,

pero como era el predilecto de Mendelssohn, lo colocó en primer lugar. También posee

4 movimientos (Molto allegro vivace/ Menuetto un poco allegro/ Andante espressivo

con moto/Presto con brío) y el cuarteto demostró una impecable precisión en la entrada

al unísono del 1° movimiento, donde Adrián Felizia se lució con una magnífica

cadencia en viola. Posteriormente, el violín y el cello llevan la melodía, mientras el

resto acompaña en trémolo. Las cadencias y contrapuntos del 2° movimiento sonaron

estupendas, al igual que la del primero y segundo violines en el 3° movimiento -

impecable actuación de Freddy Varela Montero y Tatiana Glava, respectivamente-. El

final consiste en un saltarello presto muy bien ejecutado al unísono desde los compases

iniciales, cuya melodía -por momentos- remeda al movimiento inicial de la sinfonía n°4

(“Italiana”) del mismo compositor. Posteriormente, cada instrumento posee sus solos

antes de desembocar en un canon a 4 voces y una impresionante fuga, que sonó

sumamente precisa y con gran virtuosismo. El público respondió unánimemente con

sostenidos aplausos y vítores.

“Pintor de melodías” era el apodo con el que se lo conocía al gran artista plástico

Raúl Soldi (1905-1994), quien -entre otras obras- pintó la cúpula del Teatro Colón y los

frescos de la capilla Santa Ana de Glew. Justamente, se eligió su apellido para dar

nombre al cuarteto, hecho que fuera reconocido en Marzo de 2021 por la Fundación

homónima. Un concierto magnífico, donde sus integrantes -pertenecientes a la Orquesta

Estable y, en el caso de Gloria Pankaeva, a la Filarmónica- se lucieron en su propia

casa. Si don Raúl viviera, hubiera dado su beneplácito y su aprobación.

lunes, 12 de agosto de 2024

 


El pianista Español Javier Perianes "la" figura excluyente del concierto de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires del pasado Sábado 10 en el Teatro Colón. Créditos: Prensa del Teatro Colón, fotografía del Mtro. Arnaldo Colombaroli.


Magistral actuación de Javier Perianes en el Colón junto a la Filarmónica

LA ORQUESTA SE TOMÓ SU REVANCHA

Martha CORA ELISEHT

Dentro del presente Ciclo de Abono de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires
(OFBA) se han presentado numerosos solistas internacionales muy prestigiosos y de
alta jerarquía interpretativa. Esta vez fue el turno del pianista español Javier Perianes,
quien se presentó en el escenario del Colón junto a la mencionada agrupación sinfónica
el pasado sábado 10 del corriente bajo la dirección de Kakhi Solomnishvilli para ofrecer
el siguiente programa:
- “Díptico” – Valdo SCIAMMARELLA (1924-2014)
- Concierto n°3 en Do menor par piano y orquesta, Op.37- Ludwig van
BEETHOVEN (1770-1827)
- Sinfonía n°1 en Do menor, Op.68- Johannes BRAHMS (1833-1897)
No es la primera vez que el mencionado director georgiano se ha presentado en el
medio local. Hizo su debut el año pasado como asistente de Charles Dutoit en “LA
CARRERA DEL LIBERTINO” (The Rake’s Progress) de Stravinsky e inclusive dirigió
la última función de la mencionada ópera. Este año hizo lo mismo con la Orquesta
Estable en “CARMEN” y también con la Filarmónica, en un concierto ofrecido la
semana pasada.
Tras la tradicional afinación de instrumentos a cargo del concertino Xavier
Inchausti, Solomnishvilli hizo su presentación sobre el escenario para interpretar la
mencionada obra de Sciammarella en homenaje al centenario de su nacimiento.
Ganadora del premio otorgado por la Asociación Wagneriana de Buenos Aires en 1946,
consta de dos partes: la primera, formada por una breve introducción y tres secciones
(recitativo, arioso y final) y la segunda, por una fuga. Está escrita para una formación
de cámara ampliada que incluye cuerda, flauta, oboe, clarinete, fagot, trombón y dos
trompetas. En esta ocasión, al denominado “quinteto filarmónico” integrado por
Claudio Barile (flauta), Natalia Silippo (oboe), Mariano Rey (clarinete), Gabriel La
Rocca (fagot) y Fernando Chiappero (corno) se le sumó Fernando Ciancio (trompeta),
quienes se lucieron en sus intervenciones al igual que los principales solistas
instrumentales, brindando una muy buena versión.
De los cinco conciertos que Beethoven escribió para piano y orquesta, el n°3, Op.37
es una de las obras más bellas y célebres del genio de Bonn, estrenado en 1803 en Viena
junto con su Sinfonía n°2 y el oratorio Cristo en el Monte de los Olivos. Para aquel
entonces, Beethoven ya era un pianista reconocido y un compositor prestigioso, quien
interpretó de memoria este concierto la noche de su estreno. Una escuchó innumerables
-y excelsas- versiones del mismo y, en la presente versión, se escuchó a la orquesta algo
aletargada en el tema de apertura del 1° movimiento (Allegro con brio). Ni bien Javier
Perianes tocó los primeros compases al piano, ofreció una impresionante versión de este
clásico, con una impecable marcación de la cadencia y el arpegio. A partir de su

intervención, la orquesta tomó vuelo y sus integrantes demostraron su grado de
profesionalismo, logrando un muy buen acompañamiento. Lo mismo sucedió en el
largo del Andante en Mi mayor para desembocar en el rondó inicial en Do menor del 3°
movimiento (Rondó: Allegro- Presto), con un excelente manejo de trinos, arpegios y
arabescos, ejecutados de manera solemne y apasionada, con un sonido auténticamente
beethoveniano. El Colón estalló en aplausos tras su interpretación y salió a hacer un bis:
el Nocturno n°4, Op.54 de la Suite Lírica de Grieg, que sonó sumamente romántico, de
manera sutil y exquisita. El pianista se llevó los laureles y fue lo mejor de la noche.
Como obra de fondo, se eligió un clásico sempiterno: la Sinfonía n°1 en Do menor,
Op.68, cuya composición demoró nada más ni nada menos que 15 años, debido a que
Brahms era sumamente autocrítico e inseguro. Por ende, destruyó muchos de sus
escritos y composiciones de juventud. Además, la impronta de Beethoven todavía
estaba muy fresca tanto en el ambiente musical de la época como en los amigos del
compositor, quienes se preguntaban si iba a ser o no capaz de continuar con su obra.
Quizás por este motivo, en 1877 Hans von Bülow la denominó “la Décima de
Beethoven” por las similitudes que presenta con la oda a la alegría de la Novena
Sinfonía y el tema del Destino de la Quinta Sinfonía del genio de Bonn, pese a que
Brahms era muy sarcástico a la hora de enfrentar este tipo de comentarios. Es una obra
monumental escrita en 4 movimientos (Un poco sostenuto- Allegro- meno Allegro/
andante sostenuto/ Un poco allegretto e grazioso/ Adagio- Piú andante- Allegro non
troppo, ma con brío- Piú allegro), que figura en el repertorio de las principales
orquestas sinfónicas del todo el mundo y que goza de una inmensa popularidad. Si bien
posee numerosas influencias beethovenianas, el estilo de composición es propio del
genio de Hamburgo. En esta versión, la Filarmónica respetó las tres características de la
música del compositor: romántico, firme y marcial. Por ser una obra de repertorio, se
logró una muy buena versión merced a la profesionalidad de sus integrantes, con
estupendas intervenciones de los solistas de las diferentes secciones de instrumentos -
sobre todo, el excelente solo de violín a cargo de Xavier Inchausti al final del segundo
movimiento y el de Mariano Rey a principio del tercero, al igual que el de oboe, a cargo
de Natalia Silippo-. También tuvo una destacada actuación Facundo Díaz en contrafagot
durante el 1° y 2° movimientos, al igual que la cadencia a cargo de los trombones en el
último movimiento. Pese a que el final sonó un tanto ralenteado por la marcación del
director, la Filarmónica marcó su nivel y se tomó su revancha respecto del concierto
anterior -también dirigido por Solomnishvilli-, donde no tuvo una noche feliz por las
imprecisiones del director en el manejo de los tempi. En cambio, esta vez salió todo
bien gracias a la labor y al grado de profesionalismo de los músicos que la integran.
En diálogo de algunos de los músicos con esta cronista a la salida del concierto,
quien escribe mencionó una frase de la serie francesa Philharmonia: “Los directores
pasan; la orquesta, queda”. Nada mejor para definir las actuaciones de Kakhi
Solomnishvilli junto a la Filarmónica y muy oportuna para poner punto final a esta
crónica.

 


Jean-Yves Thibaudet, Marin Alsop y la Orquesta Sinfónica Juvenil Nacional de Estados Unidos en acción en el Escenario del Teatro Colón. Al igual que una vez más el notable pianista francés, Marin Alsop descolló en su debut absoluto en el Colón.Créditos: Prensa Teatro Colón, Fotografía del Mtro. Arnaldo Colombaroli.


TARDE PERFECTA

 

Teatro Colón, Temporada 2024. Conciertos Extraordinarios. Presentación de la Orquesta Sinfónica Juvenil Nacional de Estados Unidos. Directora: Marin Alsop. Solista: Jean-Yves Thibaudet (Piano). Programa: Obras de Barber, Gershwin y RImsky-Korsakov. 10 de Agosto de 2024.

 

NUESTRA OPINION: EXCELENTE (+).

 

 Cosas que solo la música puede hacer posible. Desde hace relativamente poco tiempo, el Teatro Colón  comenzó a publicitar la presentación en su sala de la Orquesta Sinfónica Nacional Juvenil de Estados Unidos bajo la Dirección de su titular, Marin Alsop (Acaso la mejor Directora de Orquesta del Mundo), sumándole a ello la presencia de uno de los pianistas más formidables de los últimos tiempos: Jean-Yves Thibaudet, para llevar adelante un programa de largo aliento que seguidamente analizaré. Seguramente temas de disponibilidad del conjunto, logística y algún otro detalle organizativo que se ignora hizo que el Concierto se efectuara el pasado Sábado 10 del Cte. a las 16 horas. De no haber mediado alguno de esos temas, seguramente se hubiera ubicado esta presentación en un mejor horario y se hubiera obtenido el lleno total que este concierto merecía.

 

  El conjunto está conformado por jóvenes de 16 a 19 años residentes en Estados Unidos Son rigurosamente seleccionados en el Instituto Weil del Carnegie Hall de New York. Efectúan entrenamiento intensivo en el Purchase College y realizan presentaciones en la sala principal del Carnegie para luego emprender giras al exterior. No solo hay música clásica, algunos de los jóvenes conforman la Orquesta de Jazz y se sumaron a esta gira. Como para no dejar duda alguna de su origen, los jóvenes músicos lucieron un uniforme compuesto por saco rojo, camisa blanca y  corbata y zapatillas de lona en azul marino.

 

  Tras la ovación que recibió al ingresar al escenario, la Mtra. Alsop y los jóvenes acometieron la Sinfonía N 1 en un solo movimiento de Samuel Barber. Grande fue la sorpresa de la concurrencia desde el primer ataque en donde la joven agrupación exhibió un sonido sumamente homogéneo y sin fisuras. La página de Barber fue expuesta por Alsop en todo su esplendor. Instantes de tensión y fuerte carga  dramática y como contraposición instantes de absoluta introspección que llevan a una coda de cierre de rotunda contundencia. Los jovencísimos atriles actuaron como verdaderos profesionales por lo que no extrañó la eufórica reacción del público que con los consabidos “bravo!” por toda la sala premiaron esta impactante labor.

 

  ¿Qué puede decirse de Jean-Yves Thibaudet que aún no se haya dicho?. Una vez más en Buenos Aires volvió a deslumbrarnos con su arte. En una versión con pulso y “nervio” plenamente Jazzistico, brindó una de las más formidables versiones de “Rhapsody In Blue” que este cronista haya escuchado en vivo. Rítmo, swing, magistral interpretación de la cadencia central y una orquesta que además de hacer honor a la música de su país, acompañó de modo estupendo con una magistral dirección de Alsop para redondear un instante inolvidable. Por si faltara poco, hubo un bis conjunto: “Victory Stride” de Johnson, en el que al igual que sus jóvenes pares argentinos y venezolanos, también los instrumentistas norteamericanos hicieron movimientos con sus cuerpos al compás de la música.

 

   Para la segunda parte hubo cambio de instrumentistas incluyendo la posición de Concertino en la que una joven reemplazó al compañero que cumplió en la primera parte dicho rol (no menciono nombres ya que el listado que se le ha suministrado al Teatro Colón y que se reprodujo en el programa de mano no indica quienes fueron los ocupantes de dicha posición). La Orquesta acometió con “Sheherezade” de Nicolai Rimsky-Korsakov en una versión sobresaliente en la que la joven Concertino exhibió excelentes cualidades interpretativas en sus solos y Alsop demostró toda su capacidad con una versión de fuste, digna de una orquesta profesional. Equilibrio en todos los planos sonoros, verdadero “canto” orquestal, profundidad interpretativa y un conjunto de apabullante solidez para que a los muy pocos segundos de culminada la obra el público no pudiera contenerse más y desatar una sostenida y merecida ovación. Casi de inmediato, la Maestra Alsop y los Jóvenes efectuaron un nuevo “Bis”, en este caso “Swing” de Laura Karpman, composición en donde surge claramente la influencia de Leonard Bernstein de quién Alsop fue brillante alumna. Página muy interesante de tensión sostenida, digno broche de oro para esta muy bienvenida presencia.

 

  Creo necesario cerrar con un breve balance, atento a que en 48 hs. tuve la enorme oportunidad de escuchar tanto a Ntro máximo conjunto juvenil como a esta formidable agrupación.  Luego de 30 años de batalla y con un crecimiento verificable temporada tras temporada en los últimos tiempos, la San Martín ha alcanzado un sonido homogéneo, sin fisuras y por ello es que se hace acreedor al título de mejor conjunto sinfónico juvenil argentino. Aquí la Sinfónica Nacional Juvenil Norteamericana, nos demuestra que hay un sistema educativo musical muy sólido para que estos adolescentes a tan corta edad, apabullen con la categoría de sus interpretaciones, lo que hace imprescindible reforzar a Ntros. conjuntos formativos y alejarlos de toda cuestión extra musical para que en Nuestro País tengamos los mismos resultados. Ya está visto que capacidad y materia prima nos sobran. Solo es cuestión de proponérnoslo.

 

Donato Decina


 


Escena fundamental de "El Cónsul" de Gian Carlo Menotti con la descollante actuación de Carla Filipcic-Holm y un formidable elenco junto a ella. Créditos:Prensa Teatro Colón, Fotografía del Mtro.Arnaldo Colombaroli.


VALIO LA PENA REPONER ESTA JOYA

 

Teatro Colón, temporada 2024. Opera: “El Cónsul”, Drama Musical en tres actos con Libreto y Música de Gian Carlo Menotti, Dramaturgia: Lautaro Vilo. Intérpretes: Sebastián Angulegui (John Sorel), Carla Filipcic-Holm (Magda Sorel), Adriana Mastrángelo (Secretaria del Consulado), Virginia Correa Dupuy (Madre de John), Héctor Guedes (Agente Secreto),Sebastián Sorrarain (Assan), Pablo Urban (Nikita Magadoff), Alejandro Spies (Mr. Kofner), Rocío Arbizu (Vera Boronel),  Marisu Pavón (Mujer Extranjera), Marina Silva (Anna Gómez). Escenografía y Vestuario: Jorge Ferrari. Iluminación: Gonzalo Córdova, Coreografía: Marina Svartzman. Orquesta Estable del Teatro Colón. Dirección Musical: Marcelo Ayub. Dirección de Escena: Rubén Szuchmacher. Función del 09 de Agosto de 2024.

 

NUESTRA OPINION: EXCELENTE.

 

 Perfecta por donde se la mire. Esa es la mejor definición que puedo brindar de esta muy bienvenida reposición de “El Cónsul” de Gian Carlo Menotti en la presente temporada del Teatro Colón. Razones: Por la puesta magnífica de Ruben Szuchmacher, quien evidentemente se ha sentido a gusto con el título, entregando toda su sapiencia teatral al servicio de la obra. Impecable en el trabajo de extraerle a los intérpretes las mejores actuaciones haciéndolos, crear a sus respectivos personajes de la mejor manera. Fueron estupendos los desplazamientos en el escenario por parte de los cantantes, los que se vieron realzados por un trabajo estupendo de Jorge Ferrari tanto en el vestuario como en la escenografía y vale lo mismo para la impecable iluminación de Gonzalo Córdova. Puesta de época (la inmediata posguerra alrededor de 1945/46) para un tema inquietante: la resistencia a la dominación por parte de una potencia extranjera, el ser identificado con el consiguiente riesgo de ser delatado y por ello deber escapar de su país en busca de refugio para luego llevarse consigo a su familia. A consecuencia de todo esto, la esposa comienza a peregrinar al consulado del país al que su pareja se dirige para refugiarse y desesperadamente intenta interesar al cónsul por su situación. Allí comenzará a luchar contra la burocracia, tiene que convencer a la secretaria de dicho consulado, la que está obligada a ser el filtro de las solicitudes. Tendrá que relacionarse con otros seres quienes por situaciones de diversa índole también allí esperan sus documentos para viajar a ese país, eludir la persecución de la policía secreta y soportar en todo ese tiempo de las pérdidas de su bebe y  de su suegra. Mantendrá un canal clandestino de comunicación con su esposo, pero las dilaciones, y hasta el juego político que no se ve pero que ocurre: el país buscado se hará “el distraído” y mirará para el costado. Presa de la desesperación y tratando de convencer a su esposo de que no retorne, se quitara la vida y el hombre, haciendo caso omiso a todo,volverá, irá directamente al consulado y allí de manera brutal y violando todos los derechos será atrapado por la policía secreta. Una familia entera es literalmente “barrida”.   Toda esta trama fue reforzada por una muy buena dramaturgia de Lautaro Vilo, la que tuvo el inmenso mérito de no traicionar la esencia del libro original. La historia se exhibe tal cuál es y golpea brutalmente al espectador.

 

  Un éxito de tamaña magnitud se logra con sólidas actuaciones vocales y actorales. Sebastián Angulegui asumió este protagónico con total solvencia. Muy buena voz y excelente actuación. Sobrado oficio y magnífica presencia escénica para Virginia Correa Dupuy, quien exprimió al máximo el rol de la atribulada madre del protagonista. Adriana Mastrángelo como la secretaria del consulado efectúa una magistral composición. Registro homogéneo y estupendo decir. Héctor Guedes crea al agente secreto de manera magnífica, convenciendo de punta a punta. Sebastián Sorrarain expuso de manera impecable a Assan el vidriero, contacto entre John y Magda Sorel.  En un total plano de igualdad lucieron: Pablo Urban (Nikita Magadoff el mago) derrochando simpatía, Alejandro Spies (Mr. Kofner) y Rocío Arbizu (Vera Boronel, la única que al fin y al cabo consigue sus papeles) y muy correctas Marisú Pavón (Mujer Extranjera) y Marina Silva (Anna Gómez). Me reservé para este momento el elogiar la descollante labor de Carla Filipcic-Holm como Magda, la sufrida esposa, quién está atravesando el mejor momento de su carrera. Por Voz, decir y actuación sobresale entre todos. Soportó de manera impecable el ser sostén del espectáculo para redondear una labor sin fisuras.

 

  Para el final, saludo la impecable labor de Marcelo Ayub como concertador. Extrajo de la Estable un estupendo sonido, hubo pleno equilibrio y un ida y vuelta permanente con el escenario. Está cada vez más asentado en el foso y demostró estar a la altura de títulos de suma responsabilidad. No me cabe duda de que ya está para cosas mayores.

 

Donato Decina


domingo, 11 de agosto de 2024

 Muy buena actuación de Santiago Santero al frente de la Sinfónica Nacional en el CCK


ENTRE EL IMPRESIONISMO Y LA VANGUARDIA


Martha CORA ELISEHT


Tal como consta en su estatuto fundacional, uno de los principales objetivos de

la Orquesta Sinfónica Nacional es la divulgación y el estreno de obras de compositores

vernáculos. El pasado viernes 9 del corriente se llevó a cabo en la Sala Sinfónica del

Centro Cultural Kirchner (CCK) un concierto donde la mencionada agrupación se

presentó bajo la dirección de Santiago Santero, con la presencia del violoncelista Martín

Devoto en calidad de solista para ofrecer un programa formado por las siguientes obras:

- Variaciones sobre un canto yagua, para violoncello y orquesta- Dante GRELA

(1941) (estreno)

- Ma Mère l’Oye (Mi Madre la Oca)- Maurice RAVEL (1875-1937)

- Cuatro estudios para orquesta (estreno mundial)- Santiago SANTERO (1962)


Si bien se había anunciado un orden diferente de las obras, éste fue el orden en el

cual se interpretaron durante el concierto. Con un orgánico prácticamente completo -que

incluyó abundante presencia de instrumentos de percusión ubicados “en espejo” hacia

ambos costados del escenario-, el director y el solista se presentaron en el escenario del

Auditorio Nacional para el estreno de la mencionada obra del compositor rosarino.

Dante Grela es un reconocido compositor de música de cámara, coral, orquestal y

electroacústica, además de un prestigioso pedagogo e investigador. Variaciones sobre un

canto yagua se representó en calidad de estreno y lleva una orquestación profusa

(cuerdas, maderas por cuatro -incluye corno inglés, contrafagot, clarinete bajo y

piccolo-, metales por 4, tuba con sordina, piano, timbales, bombo y gong por dos –

colocados “en espejo” a ambos costados del escenario-, marimba, xilofón y diferentes

idiófonos) y participación del violoncello como solista. Escrita en un solo movimiento,

se inicia con un ostinato en cuerdas, seguido por un glissando a cargo del arpa y del

xilofón hasta la entrada del instrumento solista. Además de ser un destacado

violoncelista, Marcelo Devoto es un experto en el repertorio contemporáneo y lo

demostró con creces desde el inicio de la obra mediante su fraseo y digitación. Pese a

ser atonal, posee una gran riqueza de contrapuntos entre las diferentes secciones de

instrumentos y numerosos crescendi. La sección central es un sostenuto a cargo de las

cuerdas en contrapunto con el solista y la percusión, que sonó muy equilibrada -pese a

ser abundante y situarse a ambos costados. Tras la introducción de la melodía a cargo de

la trompeta, un tutti en la percusión introduce la cadencia del cello -en cascada y

pizzicato- en contrapunto con las cuerdas, vientos y percusión. Hacia el final, la melodía

se torna tonal -aunque con ciertas disonancias entre los metales y la percusión-,

emulando el canto al cual hace alusión su título. Sobre esta base armónica, el cello

ejecuta una nueva cadencia antes de desembocar en un poderoso tutti en fortissimo (fff).


La obra tuvo aceptación y se invitó a pasar al compositor -presente en la sala- a saludar

sobre el escenario.

Sobre la base de los cuentos de Charles Perrault (Mi madre, la Oca), Ravel compone

originalmente su célebre suite homónima en 1910 como piezas para piano a 4 manos

dedicadas a los hijos del matrimonio de Ida y Cyprian Godebski, quienes eran amigos

del músico. Fue publicada en ese mismo año como Cinco piezas infantiles para piano a

4 manos. La orquestación data de 1911 y se agregaron números para transformarla en un

ballet al año siguiente. Sus cinco números ilustran diferentes cuentos: La Bella

Durmiente y Pulgarcito, de Charles Perrault; Laideronette (Niñita fea), Emperatriz de

las Pagodas), de Marie- Catherine, Condesa de Aulnoy -considerada la “rival” de

Perrault-. Se desconoce al autor de El jardín encantado y la Conversación de la Bella y

la Bestia está basada en la versión de Jeanne- Marie Leprince de Beaumont. Desde el

punto de vista musical, aquí se detallan los tempi de los diferentes movimientos:

I. Pavana de la Bella Durmiente – Lento (4/4)

II. Pulgarcito - Muy moderado (2/4, ¾, 4/4,5/4)

III. Niñita fea, emperatriz de las Pagodas - Movimiento de Marcha (2/4)

IV. Conversación de la Bella y la Bestia - Movimiento de vals. Muy moderado (3/4)

V.  El jardín encantado - Lento y grave (3/4)

La presente versión se destacó por ser sumamente sutil -principalmente, en

Laideronette, Emperatriz de las Pagodas-, donde emplea escala pentatónica y armonía

de cuartas. Santiago Santero Supo dirigir con precisión a la Sinfónica Nacional,

logrando un perfecto y bellísimo glissandi en el movimiento final.

Los Cuatro Estudios para orquesta de Santiago Santero fue la obra elegida para

el cierre. Se presentó también en calidad de estreno y fue compuesta entre fines de

2023 y durante el transcurso del corriente año. El primer estudio se inicia con notas muy

graves y profundas en gong, bombo y piano y, al igual que en la obra de Grela, también

se empleó doble juego de percusión “en espejo”. Un redoble de timbal antecede a un

poderoso tutti a cargo de los metales, las maderas y el clarinete bajo. Luego de un solo

de violín en agudo, se acopla el piano en contrapunto con acordes graves, mientras la

percusión sostiene la melodía. El segundo abre con un solo de clarinete bajo con

contrapunto en bronces y maderas, seguido por las cuerdas y un glissandi entre arpa y

marimba. También posee numerosos contrapuntos entre el piano y el doble juego de

percusión. El tercer movimiento (Lento) se caracteriza por poseer varios contrapuntos

interesantes (clarinete, viola y trompeta; Clarinete, flauta y marimba con violín y viola)

y un solo de fagot que persiste y lleva la melodía hasta el final. En cambio, el cuarto y

último (Allegro enérgico) se inicia con un poderoso tutti orquestal a cargo de las

cuerdas, metales y percusión en espejo. Este último grupo de instrumentos junto con el

piano llevan la melodía hasta la entrada de las cuerdas in crescendo y en forte para dar

cierre. También tuvo mucha aceptación y el director se retiró sumamente aplaudido.

Sin lugar a dudas, la Sinfónica Nacional demostró por qué es la mejor orquesta

del país: por la calidad de sus instrumentistas, la calidad de sonido, la maestría en sus

interpretaciones y por abarcar repertorio nacional e internacional, que va desde lo

clásico a lo contemporáneo y -en este caso- con un repertorio local de vanguardia.