lunes, 12 de agosto de 2024

 


Escena fundamental de "El Cónsul" de Gian Carlo Menotti con la descollante actuación de Carla Filipcic-Holm y un formidable elenco junto a ella. Créditos:Prensa Teatro Colón, Fotografía del Mtro.Arnaldo Colombaroli.


VALIO LA PENA REPONER ESTA JOYA

 

Teatro Colón, temporada 2024. Opera: “El Cónsul”, Drama Musical en tres actos con Libreto y Música de Gian Carlo Menotti, Dramaturgia: Lautaro Vilo. Intérpretes: Sebastián Angulegui (John Sorel), Carla Filipcic-Holm (Magda Sorel), Adriana Mastrángelo (Secretaria del Consulado), Virginia Correa Dupuy (Madre de John), Héctor Guedes (Agente Secreto),Sebastián Sorrarain (Assan), Pablo Urban (Nikita Magadoff), Alejandro Spies (Mr. Kofner), Rocío Arbizu (Vera Boronel),  Marisu Pavón (Mujer Extranjera), Marina Silva (Anna Gómez). Escenografía y Vestuario: Jorge Ferrari. Iluminación: Gonzalo Córdova, Coreografía: Marina Svartzman. Orquesta Estable del Teatro Colón. Dirección Musical: Marcelo Ayub. Dirección de Escena: Rubén Szuchmacher. Función del 09 de Agosto de 2024.

 

NUESTRA OPINION: EXCELENTE.

 

 Perfecta por donde se la mire. Esa es la mejor definición que puedo brindar de esta muy bienvenida reposición de “El Cónsul” de Gian Carlo Menotti en la presente temporada del Teatro Colón. Razones: Por la puesta magnífica de Ruben Szuchmacher, quien evidentemente se ha sentido a gusto con el título, entregando toda su sapiencia teatral al servicio de la obra. Impecable en el trabajo de extraerle a los intérpretes las mejores actuaciones haciéndolos, crear a sus respectivos personajes de la mejor manera. Fueron estupendos los desplazamientos en el escenario por parte de los cantantes, los que se vieron realzados por un trabajo estupendo de Jorge Ferrari tanto en el vestuario como en la escenografía y vale lo mismo para la impecable iluminación de Gonzalo Córdova. Puesta de época (la inmediata posguerra alrededor de 1945/46) para un tema inquietante: la resistencia a la dominación por parte de una potencia extranjera, el ser identificado con el consiguiente riesgo de ser delatado y por ello deber escapar de su país en busca de refugio para luego llevarse consigo a su familia. A consecuencia de todo esto, la esposa comienza a peregrinar al consulado del país al que su pareja se dirige para refugiarse y desesperadamente intenta interesar al cónsul por su situación. Allí comenzará a luchar contra la burocracia, tiene que convencer a la secretaria de dicho consulado, la que está obligada a ser el filtro de las solicitudes. Tendrá que relacionarse con otros seres quienes por situaciones de diversa índole también allí esperan sus documentos para viajar a ese país, eludir la persecución de la policía secreta y soportar en todo ese tiempo de las pérdidas de su bebe y  de su suegra. Mantendrá un canal clandestino de comunicación con su esposo, pero las dilaciones, y hasta el juego político que no se ve pero que ocurre: el país buscado se hará “el distraído” y mirará para el costado. Presa de la desesperación y tratando de convencer a su esposo de que no retorne, se quitara la vida y el hombre, haciendo caso omiso a todo,volverá, irá directamente al consulado y allí de manera brutal y violando todos los derechos será atrapado por la policía secreta. Una familia entera es literalmente “barrida”.   Toda esta trama fue reforzada por una muy buena dramaturgia de Lautaro Vilo, la que tuvo el inmenso mérito de no traicionar la esencia del libro original. La historia se exhibe tal cuál es y golpea brutalmente al espectador.

 

  Un éxito de tamaña magnitud se logra con sólidas actuaciones vocales y actorales. Sebastián Angulegui asumió este protagónico con total solvencia. Muy buena voz y excelente actuación. Sobrado oficio y magnífica presencia escénica para Virginia Correa Dupuy, quien exprimió al máximo el rol de la atribulada madre del protagonista. Adriana Mastrángelo como la secretaria del consulado efectúa una magistral composición. Registro homogéneo y estupendo decir. Héctor Guedes crea al agente secreto de manera magnífica, convenciendo de punta a punta. Sebastián Sorrarain expuso de manera impecable a Assan el vidriero, contacto entre John y Magda Sorel.  En un total plano de igualdad lucieron: Pablo Urban (Nikita Magadoff el mago) derrochando simpatía, Alejandro Spies (Mr. Kofner) y Rocío Arbizu (Vera Boronel, la única que al fin y al cabo consigue sus papeles) y muy correctas Marisú Pavón (Mujer Extranjera) y Marina Silva (Anna Gómez). Me reservé para este momento el elogiar la descollante labor de Carla Filipcic-Holm como Magda, la sufrida esposa, quién está atravesando el mejor momento de su carrera. Por Voz, decir y actuación sobresale entre todos. Soportó de manera impecable el ser sostén del espectáculo para redondear una labor sin fisuras.

 

  Para el final, saludo la impecable labor de Marcelo Ayub como concertador. Extrajo de la Estable un estupendo sonido, hubo pleno equilibrio y un ida y vuelta permanente con el escenario. Está cada vez más asentado en el foso y demostró estar a la altura de títulos de suma responsabilidad. No me cabe duda de que ya está para cosas mayores.

 

Donato Decina


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