sábado, 17 de agosto de 2024

 Muy buenas interpretaciones de canciones de cámara inglesas en el Cervantes


UN PERIPLO MUSICAL CON ACERBO Y FLEMA BRITÁNICA

Martha CORA ELISEHT


La música clásica de Inglaterra es sumamente rica y variada, con características

que la diferencian del resto de Europa. Desde el siglo XV en adelante, mientras

prevalecía una tendencia en Europa continental, no sucedía lo mismo en las islas

británicas. Esta característica insular permaneció más o menos constante a lo largo de

todas las épocas, desde el período renacentista representado por John Dunstable (1390-

1453) hasta los madrigales del período isabelino de Thomas Tallis (1505-1585),

William Byrd (1540-1623) y Orlando Gibbons (1583-1625). Con Henry Purcell (1659-

1695) comienza la incorporación de elementos de la música francesa e italiana, motivo

por el cual se lo considera el padre de la ópera inglesa y el máximo representante del

barroco británico. Sin embargo, la gran democratización de la música clásica ocurre con

el desembarco de Georg Friedrich Händel (1685-1759) quien, si bien era alemán, da un

gran desarrollo al oratorio y los conciertos públicos. Por su parte, Johann Christian Bach

y Franz Haydn también desarrollaron gran parte de sus carreras en Londres, donde este

último compone su célebre serie de sinfonías hasta llegar a Sir Edward Elgar (1857-

1934), considerado el compositor más importante de la era victoriana. Si bien Frederick

Delius (1862-1934) vivió en la misma época que Elgar, tuvo muy poco apego por su

país natal y desarrolló más su carrera en Europa -especialmente, Noruega y Francia-. Su

obra fue rescatada y difundida en su país natal merced a Sir Thomas Beecham hasta

llegar a los tres compositores más representativos del siglo XX: Ralph Vaughan

Williams (1872-1958), Gustav Holst (1874-1934) y Benjamin Britten (1913-1976).

Precisamente, el Ciclo de Lieder organizado por el Teatro Nacional Cervantes

decidió rendir homenaje a la canción de cámara en inglés el pasado miércoles 14 del

corriente, donde se presentaron el tenor Ricardo González Dorrego y las mezzosopranos

Daniela Prado y Eugenia Fuentes, acompañadas al piano por Carlos Koffman y Javier

Mas en la Sala Orestes Caviglia para ofrecer el siguiente programa:

Henry PURCELL (1659-1695):

- “Music for a while”

- “If music be the food of love”

- “Strike the viol”

Ralph VAUGHAN WILLIAMS (1872-1958):

- “Silent noon”

- “Linden Lea”

- “Bright is the ring of words”

Benjamin BRITTEN (1913-1976):

- “The last rose of summer”


- ” The Sally gardens”

- “The Ash Grove”

Roger QUITTER (1877-1953):

Seven Elizabethian Lyrics, Op.12 (1908)

- “Weep you no more”

- “My life is delight”

- “Damask roses”

- “The faithless shepherdess”

- “Brown is my love”

- “Be a fountainside”

- “Fair house of joy”

Aaron COPLAND (1900-1990):

12 poems by Emily Dickinson (1950)

- “Nature, the gentless mother”

- “There came a wind like a bugle”

- “Why do they shut me out of Heaven?”

- “The world feels dusty”

- “Heart, we will forget him”

- “Dear March, come in!”

- “Sleep is supposed to be”

- “When they come back”

- “I felt a funeral in my brain”

- “I’ve heard an organ play sometimes”

- “Going to Heaven”

- “The Chariot”

Quien abrió el recital fue Ricardo González Dorrego, acompañado al piano por

Carlos Koffman. El tenor hizo gala de su coloratura en las canciones de Purcell y, a

medida que la función iba avanzando, su voz fue creciendo y se lució en el último tema

de Vaughan Williams (Bright is the ring of words), interpretada de manera elegante y

sutil, con múltiples matices. Finalmente, ofreció una muy buena interpretación de los

temas de Britten donde se lo pudo apreciar con todo su fraseo, línea de canto y legato.

Principalmente, en The Ash Grove, basada sobre una ronda popular infantil inglesa. El

acompañamiento de Carlos Koffman al piano fue excelente y ambos se retiraron

sumamente aplaudidos.

Seguidamente, Daniela Prado ofreció una excelsa y exquisita versión de las Seven

Elizabethian Lyrics, Op.12 de Roger Quitter. Este ciclo de canciones data de 1908 y está

considerado como la mejor obra de este emblemático compositor británico, muy poco

conocido en el medio local y cuyas canciones se basan en textos de Shelley,

Shakespeare y otros grandes poetas. Fueron abordadas con muy buen gusto, impecable

musicalidad, matices dramáticos, esmalte vocal y línea de canto, con un perfecto

acompañamiento de Carlos Koffman. La mezzosoprano se encuentra en un momento

inmejorable de su carrera y lo demostró con creces sobre el escenario de la sala Orestes


Caviglia, donde se retiró sumamente aplaudida luego de cantar Fair house of joy, la más

famosa de las canciones que cierra este ciclo.

A diferencia de los compositores británicos, Aaron Copland no sólo ha sido uno de

los mejores compositores que Estados Unidos ha brindado a la humanidad, sino también

uno de los más prolíficos. Sus 12 poems of Emily Dickinson representan el ciclo más

largo de canciones para voz solista y fueron compuestas en 1950. Con excepción de la

última (The Chariot), Emily Dickinson no colocó título a los poemas comprendidos en

este ciclo. Por lo tanto, Copland colocó el primer verso de cada poema como el título de

las canciones. Cada una está dedicada a un compositor amigo: David Diamond, Elliot

Carter, Ingolf Dahl, Alexei Haieff, Marcelle de Manziarly, Juan Orrego- Salas, Irving

Fine, Harold Shapero, Camargo Guarnieri, Alberto Ginastera, Lukas Foss y Arthur

Berger respectivamente. Es una obra que posee inspiración mahleriana -Emily

Dickinson y Mahler compartían su preocupación por la muerte-pero también se aprecian

influencias de Charle Ives y Gabriel Fauré. En esta versión, la mezzosoprano Eugenia

Fuentes hizo gala de su caudalosa voz, magníficamente acompañada por Javier Mas en

piano. Su interpretación fue perfecta en el registro central y en los graves, mientras que

sonó un poco estridente en las notas agudas. Sin embargo, logró un muy buen

desempeño en los pianissimi, con buena línea de canto, legato y squillo. Al finalizar, el

público estalló en aplausos tras su interpretación.

Como todas las actividades organizadas por la Secretaria de Cultura de la Nación,

este tipo de iniciativas cuentan con entrada libre y gratuita. Una muy buena oportunidad

para apreciar un espectáculo de alta calidad, con intérpretes de jerarquía y conocer uno

de los teatros más bellos de Buenos Aires. En este caso, para disfrutar de un repertorio

poco difundido y con acerbo británico.

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