ATARDECERES DE
BELLEZA VISUAL Y MUSICAL
Teatro Colón, temporada 2024. Conciertos del
Salón Dorado. Presentación del Cuarteto de Cuerdas conformado por: Haydee
Seibert/Constanza Goldemberg Thiery (Violines), Carla Regio (Viola) y Siro
Bellisomi (Violonchelo). Programa: Obras de Mozart y Beethoven. 29 de Agosto de
2024.
NUESTRA OPINION: MUY BUENO.
Frente a un
atardecer tan pleno de luminosidad, como lo fue el del pasado Jueves 29,
resulta imposible no asociarlo tanto a la imponente vista de la caída del sol
sobre la copas de los árboles de la Plaza Lavalle, tal como se divisa desde los
ventanales del Salón Dorado del Teatro Colón, como a la muy buena música que
ofreció a través de sus interpretaciones el Cuarteto de Cuerdas liderado por Haydee
Seibert en el transcurso de ese momento de la tarde. Decir que fueron ofrecidas páginas
estupendas como lo son el Cuarteto Nº 21
en Re mayor con número de catálogo Kv. 575 de Mozart y el Nº 16 en Fa mayor, Op.
135 de Beethoven, los que en ambos casos son obras contundentes en el
desarrollo musical como luminosas durante muchos pasajes de las mismas, nos habla de que pocas veces se pueden
encadenar circunstancias tan favorables al disfrute como ocurrió en esta
ocasión. Sumado a ello un público formidable, ávido por la escucha, que guardó
un impecable silencio a lo largo de las dos obras y que incluso lo extendió durante
unos segundos tras las interpretaciones. Imposible pedir más.
La
formación presenta un equilibrio que supo mantenerlo a lo largo de todo el
concierto. Comenzando por la experiencia y la sabiduría de Haydee Seibert,
cultora tanto de este tipo de formaciones como del repertorio para las mismas.
Junto a ella, Constanza Goldemberg
Thiery la cumplimenta perfectamente
desde su rol de segundo violín, efectuando una magnífica labor de acople. El
sonido de ambas intérpretes fluye limpio y transparente. Desde el sector de las
cuerdas más graves, Carla Regio con magnífica técnica aporta desde su viola
intervenciones certeras, y como sostén fundamental, un valor de la talla de
Siro Bellisomi hace que muchas veces desde su violonchelo se transforme en la
columna vertebral tanto del conjunto como de la interpretación. Así se pudo
disfrutar de una versión chispeante y dinámica del Cuarteto Nº 21 de Mozart
tanto como una vibrante entrega del cuarteto Nº 16 de Beethoven en donde en el
tercer movimiento (lento) se pudo percibir el instante de mayor calidad de todo
el concierto.
Dado que en la programación del Salón Dorado
se estipula que la duración de los conciertos no debe exceder de una hora, no
hubo lugar para más. Transcurrió de tal manera todo que un gran sector de la concurrencia permanecía
sentado en sus lugares tras la finalización a la espera de más. Es un muy buen
síntoma. Ojalá que las autoridades designadas le den a las actividades del Salón
Dorado su justo lugar y que los artistas puedan desplegar por más tiempo su
talento ante el público.
Donato Decina
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