Tal vez el momento mas trascendente de la Función:"Bolero X" por el Ballet Estable del Teatro Colón. Créditos: Prensa Teatro Colón, Fotografía de Lucía Rivero.
Gran actuación del Ballet Estable del Colón con un programa mixto
UNA SINCRONIZACIÓN MÁS QUE PERFECTA
Martha CORA ELISEHT
“PROGRAMA MIXTO” es la nueva producción llevada a cabo por el Ballet
Estable del Teatro Colón, que incluye tres piezas de estilos muy diferentes (un ballet
blanco clásico, uno moderno y uno contemporáneo) cuyo común denominador es la
falta de argumento y el lenguaje de la danza llevado a su máxima expresión. El estreno
tuvo lugar el pasado viernes 30 de Agosto en el escenario del mayor coliseo con
participación de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires, dirigida por Mariano
Chiacchiarini y actuaron como coreógrafos el director del Ballet Estable -Mario Galizzi-
y Yotam Baruch -asistente-. El espectáculo contó con la iluminación de Rubén Conde y
reposición de vestuario de Carlos Pérez.
El programa estuvo compuesto por las siguientes obras:
- Suite en Blanc- Édouard LALO (1823-1892) / Coreografía: Serge LIFAR
- “Adagietto” (Sinfonía n°5 en Do sostenido menor)- Gustav MAHLER (1860-
1911) / Coreografía: Oscar ARÁIZ
- “Bolero X”- Maurice RAVEL (1875-1937) / Coreografía: Shahar BINYAMINI
(estreno local).
Rescatado tras un letargo prolongado de muchos años de ausencia de
representaciones por parte del Ballet Estable del Colón en 2023, Suite en Blanc se
compone de 10 números coreográficos sin argumento creados por Serge Lifar y
estrenado en París en 1943 sobre fragmentos del ballet oriental Namouna, compuesto
por Édouard Lalo en 1882. Su autor lo concibió como “un ballet blanco moderno”,
donde alterna los pasos tradicionales del ballet clásico con acrobacia, arabesques fuera
del eje y agrega 6° y 7° posiciones, rotando los pies. La compañía tuvo un muy buen
desempeño, donde se destacaron los principales solistas en los siguientes números:
Rocío Agüero, Jiva Velázquez y Yosmer Carreño en el pas de trois; Stephanie Kassel en
la Sérénade; Julieta Lerda, Vinicius Vasconcelos, David Gómez, Luciano García y
Sebastián Bustos en el pas de cinq, mientras que Camila Bocca y Juan Pablo Ledo
demostraron su virtuosismo en La Cigarette y la Mazurka respectivamente. La única
que bailó dos números fue Beatriz Boos- como solista, en La Flûte y junto a Federico
Fernández en el Adage-, donde hizo gala de su plasticidad y gracia. Es una bailarina en
ascenso y es justo que se la convoque para interpretar roles de mayor envergadura. La
magnífica obertura -interpretada previamente al inicio de los números de danza- como
la Fête Foraine final sonaron magistralmente merced a la magnífica conducción de
Mariano Chiacchiarini al frente de la Filarmónica, acompañando la coreografía y
ajustando la música al tempo del bailarín. El número final remeda una fiesta de fuegos
artificiales, donde se reúnen los principales solistas al resto de la compañía para brindar
un final brillante, donde hubo una muy buena sincronización de movimientos.
Estrenado en 1971 en el Teatro Coliseo por dos eminentes figuras de la danza
argentina como Mauricio Wainrot y Ana María Stekelman- por aquel entonces,
integrantes del Ballet del Teatro San Martín-, Adagietto representa una perfecta
metáfora del vínculo amoroso carente de toda literalidad. La bellísima música de
Mahler brinda el marco romántico perfecto para la exquisita coreografía de Oscar Aráiz,
que se caracteriza por su expresividad y plasticidad por parte de la pareja protagónica.
Es un clásico del repertorio del Ballet Estable del Colón, que esta cronista apreció en
numerosas oportunidades. En este caso, Chiacchiarini utilizó un tempo algo más rápido
del que una está acostumbrada a escuchar para facilitar los movimientos de los
bailarines. Si bien fue muy correcta la interpretación desde el punto de vista técnico por
parte de la pareja formada por David Juárez y Milagros Niveyro, faltó expresividad, que
es lo que justamente caracteriza a esta coreografía.
El celebérrimo Bolero de Maurice Ravel fue compuesto originalmente en 1928
como una pieza de ballet para la étoile Ida Rubinstein sobre temas españoles. Para ello,
Ravel pensó utilizar números de la suite para piano Iberia, de Isaac Albéniz, pero se
topó con un problema: los derechos de autor fueron cedidos a un discípulo de Albéniz -
Enrique Fernández Arbós-. Por lo tanto, decidió realizar su ballet basado sólo en un
tema y contratema repetidos (ostinato- moderato assai in tempo di bolero), donde el
único elemento de variación sería la orquestación, sustentando un inmenso crescendo a
lo largo de toda la obra, cerrando con una coda. El éxito fue rotundo desde su estreno y
alcanzó su mayor popularidad gracias a la espléndida coreografía de Maurice Béjart -
estrenada en el Colón en 1976 por Maya Plissetskaia e inmortalizada por Jorge Donn en
el film Los unos y los otros de Claude Lelouch, quien también la bailó en el Colón en
1979 junto al Ballet del siglo XX-. A diferencia de la de Béjart -donde el primer bailarín
marca el ritmo danzando sobre una mesa y la compañía representa la melodía, que se
van incorporando a medida que transcurre la pieza-, en la de Shahar Binyamini no
existe una figura principal, sino que toda la compañía de baile es la protagonista. La
coreografía es sumamente compleja y requiere de una sincronización más que perfecta
para explorar la plasticidad y el poder de la danza en su máxima expresión. Para ello,
emplea múltiples recursos de técnica contemporánea (contorneo, contracción,
relajación, giros), que forman diferentes tipos de figuras geométricas (círculos,
triángulos, rectángulos) a medida que transcurre la melodía. El resultado es espectacular
y el Ballet Estable supo interpretar perfectamente la concepción del coreógrafo israelí –
en calidad de estreno local- mediante un excepcional trabajo de disciplina, acrobacia y
sincronización de movimientos de manera uniforme. Mariano Chiacchiarini supo dirigir
perfectamente a la Filarmónica en tan célebre pieza -impecable labor de Ángel Frette a
cargo del redoblante, marcando el ritmo-. El público deliró al final, coronando a la
compañía con numerosos aplausos y vítores tras semejante interpretación.
Pese al escaso número de funciones ofrecidas durante la temporada en relación con
otras compañías de danza de fama internacional, el Ballet Estable del Colón hizo gala
de su prestigio merced a la perfecta coordinación y disciplina impuestas por su director
y el profesionalismo de sus integrantes. Un placer para los sentidos poder disfrutar de
una nueva coreografía con un clásico del repertorio universal.
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