domingo, 11 de septiembre de 2022

 

UN CASTRO DISTINTO NOS FUE REVELADO

 

Orquesta Sinfónica Nacional, temporada 2022. Concierto. Director: Luis Gorelik. Solistas: Marcelo Balat (Piano), Ingrid Pellicori (Recitante), Coro Polifónico Nacional, Director: Antonio Domeneghini. Centro Cultural Kirchner (Auditorio Nacional), 07 de Setiembre de 2022.

 

NUESTRA OPINION: EXCELENTE.

 

  Tomé conocimiento de la existencia de la Sinfonía Nº 2 “Bíblica” de Juan José Castro en el extraordinario libro que escribió el Maestro Carlos Manso sobre la vida del insigne intérprete y compositor. Sabíamos de rol que le cupo a Victoria Ocampo durante la concreción de esta partitura y en el estreno de la misma en el que cumplió el rol de recitante. También es sabida la amistad y la mutua admiración que se profesaban, gracias a  la que Castro pudo tomar contacto con músicos de excepción de la talla de Igor Stravinsky, Pau Casals o Manuel de Falla,  quienes tuvieron decisiva gravitación en la carrera del Maestro. Baste con mencionar el premio "Verdi"con “Proserpina  y el Extranjero” (30 años sin pisar el escenario del Colón, tomen nota), formar parte del cuerpo docente del Conservatorio de San Juan de Puerto Rico y las participaciones del creador argentino en los festivales Casals y ser al decir de Don Manuel de Falla que fue quien mejor comprendía la esencia de sus partituras, dejando como expresa voluntad el que Castro sea quién estrenara “La Atlántida”, con final realizado por Cristobal Halffter, lo que  ocurrió recién en 1964 en la sala del Teatro Colón. Luis Gorelik halló los materiales de la Sinfonía “Bíblica” justamente en el Teatro, en donde vio la luz en 1932 y al ver su partitura se propuso interpretarla. Tres factores se combinaron muy positivamente: que lo hiciera la Sinfónica Nacional, la verdadera Orquesta de Juan José Castro (Titular entre comienzos de 1956 a comienzos de 1962). Que el Coro Polifónico Nacional estuviera preparado por Antonio Domeneghini quien también fuera titular del Coro del S.O.D.R.E. de Montevideo, institución en donde Castro fuera titular de su Orquesta Sinfónica entre 1948 y 1952 dejando huellas imborrables a su paso y que el programa del concierto tuviera una espectacular formulación, como lo hacía el Maestro en sus tiempos de titular de Ntra. Sinfónica.

 

  Justamente la primera parte estuvo consagrada al Concierto para Piano y Orquesta Nº 2 de Bela Bartok con Marcelo Balat como solista y a la segunda suite del Ballet “Daphnis et Chloe” de Maurice Ravel y de fondo la revelación para quienes estuvimos presentes o quienes vieron por la transmisión en las redes de la Sinfonía “Bíblica” .

 

  En el concierto de Bartok, descolló Marcelo Balat como solista. Concentración, técnica impecable, total consustanciación con tan difícil página, sonido amplio. Tuvo en Gorelik y en la Orquesta de la que forma parte a sus incondicionales aliados. De un comienzo en el que las cuerdas no tienen intervención y en donde la página arranca desde las más bajas sonoridades hacia los ataques más plenos, Balat  fue el absoluto protagonista. Los dos movimientos siguientes lo encontraron en permanente ida y vuelta con la Orquesta,  hasta lograr todos un remate contundente en la labor. La justa ovación con que el público retribuyó a este trabajo, motivó a Balat a interpretar un formidable Debussy fuera de programa en el que el reconocido intérprete cordobés se movió a sus anchas.

 

  En “Daphnis et Chloe”, Gorelik ofreció un estupendo trabajo con todos los detalles, riqueza de sonido y en la parte central un formidable solo de flauta a cargo de Amalia Perez. Los climas y la esencia “Raveliana” fueron logrados en todo momento y resultó otro de los altos puntos de la noche.

 

  Y finalmente el gran motivo de la convocatoria. El que se nos revelara luego de ochenta años de la única interpretación entre nosotros la sinfonía Nº 2 “Biblica”. En la década de 1920, Juan José Castro permaneció en París perfeccionándose con Vincent D’Indy. Momento trascendente en el que allí reinaban Stravinsky, Falla, Ravel y la lógica impronta que dejara Claude Debussy. Período de posguerra, con los Ballets Russes de Serguei Diaghiliev y su estrella Nijinsky descollando. Sin dudas todo ese movimiento marcó a fuego a Juan José Castro y claramente se percibe en muchos momentos de la “Biblica” esa influencia. Tal vez como nunca se encuentra allí un lenguaje musical absolutamente contrastante hasta con su producción posterior y que trasciende al de sus compañeros del “Grupo Renovación” los que en su mayoría partían de influencias de Ntra. música autóctona. Una muy buena orquestación  con momentos de imponente grandiosidad y una estructura que se divide en tres episodios principales (“Anunciación”, “Entrada en Jerusalem” y “Gólgota”) , quince momentos musicales y textos en francés basados fundamentalmente en el profeta Isaías en donde la pluma de Victoria Ocampo se encargó de la adaptación y en la que ella misma intervino como recitante tanto en el estreno de 1932 como en la interpretación en 1939 en el Carnegie Hall de New York. El trabajo de Luís Gorelik fue absolutamente meticuloso y la respuesta de la Sinfónica Nacional fue magnífica, ratificando una vez más el sostenido crecimiento que registra en cada concierto. Una labor impecable del Coro Polifónico Nacional con momentos de una emisión homogénea verdaderamente espectaculares y una muy solvente labor de Ingrid Pellicori  con un estupendo manejo de la voz. Por todo ello es que una vez más la Sinfónica y el Polifónico Nacionales volvieron a efectuar en trabajo conjunto de notable excelencia y honraron a Juan José Castro como su trayectoria verdaderamente lo merece.

 

Donato Decina

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