miércoles, 26 de abril de 2023

 

La Sinfónica y su consolidación en Las Condes…

    Por Jaime Torres Gómez

La revalorización de la presencialidad de los espectáculos constituye una de las más importantes lecciones de la pandemia, y potente elemento de proyección ante la actual normalización de actividades.

En este contexto, la recuperación y captación de nuevas audiencias ha sido real, como en el caso del Teatro Municipal de Las Condes. De hecho, conforme su ecléctico perfil, ha sido asombrosa su ascendente curva de demanda de público, y consecuentemente un buen barómetro de las preferencias históricas del mismo, como a las adecuaciones (o viabilidades) por impulsar propuestas innovadoras de las artes musicales y escénicas.    

Destacable ha sido la virtuosa alianza de Las Condes con el Ceac (Universidad de Chile), permitiendo expandir la presentación de sus cuerpos estables, en base a una inteligente focalización programática hacia un público -en su mayoría- que no se traslada al Teatro de la Universidad de Chile.

Tras una consolidada fidelización, nuevamente llega la Sinfónica Nacional (dependiente del Ceac) al Municipal lascondino, en esta oportunidad dirigida por David del Pino Klinge, recordado ex titular de esta agrupación y actualmente de la excelente Orquesta Clásica de la Usach.       

Con un programa afín a Del Pino Klinge -mayoritariamente de repertorio hispano-, fue ideal para la alta concurrencia. Iniciándose con el muy ofrecido Concierto de Aranjuez, de Joaquín Rodrigo, contó con la participación del guitarrista chileno radicado en Alemania Sebastián Montes, de magnífico recuerdo, especialmente por sus participaciones en el prestigioso Concurso Dr. Luis Sigall de Viña del Mar, siendo galardonado en dos oportunidades.

Conforme la trayectoria de Montes -esperándose importante rendimiento-, al menos en la función del primer día se le percibió incómodo, quizás producto del deficiente apoyo acústico del Sistema Constellation que dispone el Municipal de Las Condes, no reflejando la calidad (y calidez) de toque del destacado guitarrista. Y si bien se ha tenido buena aplicación general, no es la primera vez que acusa problemas para las cuerdas pulsadas (como en malogrados apoyos al arpa de la Sinfónica en más de alguna oportunidad…), debiéndose reenfocar su uso. 

En el caso de marras, no fue posible apreciar bien las texturas ante una completa ausencia de homologación sonora, no siendo fidedigno en timbres y colores, amén de un molesto desbalance (excesivo volumen de la guitarra), probablemente ante una insuficiente prueba acústica previa. Y sin perjuicio de esta deficiencia, la entrega de Sebastián Montes tuvo arrojo e idiomatismo, más un irreprochable apoyo del experimentado maestro invitado.

La segunda parte consultó una largamente ausente Pastoral de Alhué, del destacado compositor chileno Jorge Urrutia Blondel (1905-1981). De amable carácter, y fiel reflejo de lo bucólico, esta obra es un directo homenaje a Maurice Ravel. De acabado tratamiento del color más una genuina prevalencia de lo vernáculo ante lo europeizante (inteligente inclusión de la guitarra con protagónicos rasgueos, como evocativa imagen de Alhué, en la zona central de Chile), se plasma gran oficio en el manejo de la armonía y la orquestación.

Excelente recepción del numeroso público, dando cuenta de buena valoración a la música de compositores nacionales, especialmente cuando es ofrecida con inteligente dosificación. Acertado enfoque global de Del Pino Klinge (quien dispone de una excelente grabación), extrayendo toda la riqueza de colores y carácter. Buena respuesta de conjunto y solistas, no obstante un desafortunado cometido del importante solo del violín, con desafinaciones y sinuosidades de fraseo…

Culmino con una entusiasta versión de las Suites 1 y 2 del ballet El Sombrero de 3 Picos, de Manuel de Falla. No es la primera vez que a Del Pino Klinge se le ve en estas notables piezas, abordándolas con propiedad y obteniendo buen ajuste general. Debida provisión del carácter castizo, no obstante ciertas rusticidades que restaron colores, como a ratos algún desequilibrio sonoro y de ensamble, aunque sin afectar las bondades de la entrega. Muy acertada la explicación previa de la trama y su contexto histórico por parte del carismático director invitado. Y excelente participación de la mezzo María José Ulibarri al comienzo de la Suite N° 1.

En suma, una presentación en plena sintonía al perfil del Teatro Municipal de Las Condes, ideal para la captación de nuevos públicos y con respetables resultados artísticos, a pesar del accidentado apoyo acústico…       

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