LA
FLAUTA MAGICA
Teatro Colon 09/05/23
El Teatro Colon presentó en su segunda función de Gran Abono, una
producción de la Komische Oper Berlin, con dirección escénica de Barrie Kosky,
a la que llamó La Flauta Mágica, utilizando la música del sinspiel homónimo de
Mozart y pasajes de algunas de sus sonatas para piano como fondo musical.
Definamos en primer lugar qué es el Singspiel:
El singspiel (del alemán sing,
«cantar», y spiel, «representación», combina partes cantadas y otras habladas, por lo que
es un género similar a opereta, a la opéra-comique francesa y
la zarzuela española.
Aclarado este punto, convengamos que la
obra que se vio el martes en la sala de nuestro primer coliseo, no es la obra
original de Wolfgang Amadeus Mozart y su libretista Emanuel Schikaneder a quien
ellos llamaron La Flauta Mágica, ya que los diálogos fueron suprimidos y
reemplazados por sobretitulados musicalizados con temas que Mozart no escribió
para esa obra. Si bien esos sobretitulados narran la secuencia del argumento, no se
corresponden con el texto de los diálogos escritos por Schikaneder y es así
como por esta eliminación de los diálogos, se pierde, entre otras cosas, la
graciosa escena hablada entre Papageno y la viejecita Papagena.
Otro significativo
detalle es que el personaje del “Sprecher” también es eliminado y el texto que
le corresponde cantar, es cantado en
el interno por el bajo que personifica a Sarastro.
En rigor a la verdad cabe decir que la
puesta, aunque no es una novedad, ya que data de 2012 y fue representada en
varios teatros antes que en el Colon, es un trabajo singularmente meritorio e
imaginativo, pero caprichoso. Y realmente hay que tener mucha imaginación para querer
relacionar La Flauta Mágica de Mozart con el cine mudo y Buster Keaton. Es algo
que impacta en su enunciado pero como quedó demostrado, ni siquiera por
capricho es posible vincularlos sin desvirtuar la esencia de lo que se propuso
su verdadero creador, que no fue el Sr. Kosky sino W. A. Mozart.
De este modo, La flauta mágica de
Tamino se convierte en el dibujo animado de una libélula, la Reina de la Noche
en una araña, Papageno en Buster Keaton, (que dicho sea de paso a Papageno se
lo ve sonreir en varias oportunidades, cosa impensada en Buster Keaton), y al
negro Monostatos en el pálido y espectral Nosferatus.
En
síntesis, esta puesta es un encomiable trabajo de producción pero que no sirve
a Mozart; por el contrario, se sirve de él y lo deja en un segundo plano. Y no
solo eso; el mentor de este trabajo se anima a más y mete mano en la partitura
pretendiendo convertirse en coautor de la obra de Mozart
En líneas generales, la versión musical
fue discreta.
Como la moda actual pasa esencialmente
por lo visual, y el Director de escena es hoy la vedette del espectáculo, solo
se puede apreciar a los cantantes por su trabajo en el plano vocal, ya que el
tirano de turno les quita toda posibilidad de ser apreciados en su faz actoral
componiendo dramáticamente su personaje.
La soprano argentina Verónica Cangemi,
salva con el oficio de su larga carrera la falta de lozanía vocal de la cual padece
su canto en el personaje de Pamina.
El tenor Joel Prieto como Tamino, tiene
una voz muy agradable pero carece de expresividad interpretativa.
Muy correcto el barítono Peter Keller
en su rol de Papageno, al igual que la soprano Anna Siminska como La Reina de
la noche y Pablo Urban como Monostatos.
El Sarastro cantado por el bajo Rafal
Siwek carece de autoridad vocal para interpretar ese rol con una zona grave muy
endeble. El resto del elenco se desenvolvió en una rayana corrección.
Estupendo el Coro Estable. Marcelo
Ayub, al frente de la Orquesta Estable puso todo su empeño logrando una
correcta lectura de la obra.
En síntesis. Esta fue una pretendida
versión de La Flauta Mágica que pudieron disfrutar mucho más quienes no conocen
la obra de Mozart, aunque se hayan ido del teatro sin aún conocer cabalmente, La
Flauta Mágica que compuso y dejó para la posteridad el genio de Salzburgo hace
apenas 232 años .
Roberto Falcone
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