martes, 21 de mayo de 2019


LA GEMA QUE FALTABA ENGARZO A LA PERFECCION

Teatro Colón, Temporada 2019, Ciclo: Grandes Intérpretes Internacionales.  Actuación de la Orquesta Sinfónica de Londres, Director: Sir Simon Rattle. Programa: Obras de Britten y Mahler. 18 de Mayo de 2019.

NUESTRA OPINION: EXCELENTE.

  Con este Concierto que marcó el debut en la Argentina, en Buenos Aires y en la Sala del Teatro Colón de la Orquesta Sinfónica de Londres, Ntro. Coliseo máximo agrega a su historial el haber albergado en su escenario a la totalidad de las mejores agrupaciones sinfónicas del mundo.  Y la gran Orquesta Británica respondió con creces a la inmensa expectativa creada en torno a estas presentaciones. Mas allá de que una vez mas (y como sucede inexorablemente desde el año 2010) “De Paraíso para Usted” no fue acreditado (como me ocurría en “Operayre” primero y en “Opera Club” después), primó la expectativa que Uds. Lectores tienen por conocer Ntra. Opinión. Así que pude estar en la sala, rebalsada de público, que estalló en una ovación para recibir después de 22 años a Sir Simon Rattle, y,  a sus espaldas ya dispuesta, de la Sinfónica de Londres comenzó a surgir la música.

  La formulación del programa presentación no pudo haber sido mas genial. El gran sinfonista del Post-Romanticísmo, quien llevó a la Orquesta a su mayor extensión y a las mayores posibilidades de expresión, junto a uno de sus mas entusiastas adherentes, acaso uno de los dos culminadores de lo que el público conoce verdaderamente como Sinfonía. Gustav Mahler y Benjamín Britten, de ellos se trata y hablaremos (el otro “Culminador” fue, sin dudas, Dimitri Shostakovich, también como Britten adherente a la forma Mahleriana). No es casual la elección de las  Obras ni el Orden de interpretación. El inicio fue con la “Sinfonía da Requiem”, Op. 20 de Britten, la que aún frente a la dureza del mensaje puede culminar en la mayor luminosidad y la 5ª Sinfonía en Do sostenido menor de Mahler, que se inicia con una inexorable Marcha Fúnebre (la que luego se ve prolongada en un “Tormentoso”) para luego ir  paulatinamente cambiando a la mayor luminosidad. No puedo dejar de mencionar el párrafo que escribiera uno de los mas grandes investigadores de la Obra del gran compositor Bohemio, el Español José Luís Pérez de Arteaga, cuando en el comentario que incluye la edición Española del sello Deutsche Gramophon, de la mejor versión hasta ahora grabada de la Obra, debida a Herbert Von Karajan junto a la Filarmónica de Berlín (de la que Rattle fuera titular hasta el pasado año), manifestó que la Quinta de Mahler es “el pasaje de la Sombra a la Luz” , mas allá de las circunstancias personales por las que el Compositor atravesaba durante la composición de la Obra, que desembocarían en su matrimonio con Alma Schindler. Pues bién, nada es casual y la inteligencia de Rattle al armar la programación nos permitió apreciar con el mayor esplendor a la Sinfónica de Londres.

    Comisionada en 1940, para celebrar en aquel entonces los 2600 años del ascenso al trono imperial de la aun dinastía gobernante, Benjamin Britten compuso este trabajo bajo la influencia de la pérdida de sus Padres, de su exilio Norteamericano ante la posibilidad de que tanto El cómo Peter Pears, el fantástico tenor, además, pareja suya fueran convocados al frente de batalla con la segunda conflagración mundial ya en marcha, la firma por parte del comisionante (Japón) del “Pacto Tripartito” junto a Alemania e Italia, con la previsible y consecuente entrada de este imperio en la contienda (la que se materializaría al año siguiente con el ataque a Pearl Harbor y que pagaría demasiado caro con los estallidos de las dos bombas nucleares en su territorio). “Sinfonía Da Requiem”, marcado con el Op. 20 de su catálogo producto, es el título de la composición. Tres movimientos cada uno denominado de acuerdo al Ordinario en Latín de las misas de difuntos: “Lacrymosa”, “Dies Irae”y “Requiem Aeternam . Casualdidad o no, puede decirse que el punto de partida musical, deja flotando en el aire el recuerdo de un trabajo posterior  asociado a la desgraciada gran contienda: el “Requiem de Guerra”, que emerge a posteriori como una de las mas grandes creaciones del Compositor Británico. El “Lacrymosa” inicial se presenta potente e inexorable, la Orquesta va desde las sonoridades mas bajas hacia toda su potencia. Sin solución de continuidad ingresamos al “Dies Irae”, el que adquiere por momentos un vértigo inusitado, casi encontrando puntos de contácto con su gran coetáneo del otro lado de la “cortina de Hierro”.: Shostakovich y luego el cierre con una particular visión del descanso eterno, casi como invocando los recuerdos mas felices de quienes nos precedieron en el camino de la vida, culminando en una paz poco común. Una página así, sin embargo no tuvo su mejor esstreno ya que Japón canceló el mismo, desencantado con el trabajo.  Podría decirse que Rattle talló como un verdadero Orfebre la versión y la Sinfónica de Londres exhibió su esplendor en el escenario del Colón. Todas las secciones son parejas, el sonido es mate, el brillo y el canto Orquestal fue supremo. Primera gran ovación de la noche..

  Al igual que en 1997, la Obra de fondo en el debut fue la 5ª de Mahler. La evolución de Rattle interprete es formidable. Cada detalle, cada frase resaltada, cada silencio están trabajados de manera exquisita. Obtiene de la Orquesta todo lo que el se propone, independientemente de los extraordinarios solistas que encabezan sus sectores  que en todo caso ayudan aun mas en la obtención del objetivo propuesto.. Si bien el primer movimiento es inexorable, en Rattle se percibe  un espacio, un silencio hasta hacerlo  más reflexivo. Las notas finales del tormentoso siguiente quedarán en la memoria por el “tempi” que el conductor pide, la ultima de ellas retardada y flotando en el aire. El Scherzo central será escuchado en estilo verdaderamente vienés y en la parte final el “Adagietto” y el Rondó nos confirmarán que la Orquesta recibe de su maestro todo lo que este aprendió en su estancia Berlinesa. La fuerza y la apoteosis del final serán escuchadas como pocas veces antes y el “rugido” del Colón no se hizo esperar.

  La gema quedó definitivamente tallada y perfectamente engarzada tras la interpretación de la Canción de Cuna y la apoteosis final de “El Pájaro de Fuego” de Igor Stravinsky. Obsequio de lujo para una concurrencia en estado de éxtasis.

Donato Decina

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