viernes, 31 de mayo de 2019

Muy buena producción de “MADAME BUTTERFLY” en el Teatro Roma de Avellaneda

EL ENCANTO DE ORIENTE EN TODO SU ESPLENDOR
Martha CORA ELISEHT

            Los espectáculos que ofrece la compañía Lírica Lado B se destacan por la originalidad de sus producciones y la excelente calidad de las mismas. Y la nueva producción de “MADAME BUTTERFLY” ofrecida en el día de ayer en el Teatro Roma de Avellaneda no fue la excepción a la regla, bajo la soberbia dirección musical de Ezequiel Fautario y la magnífica puesta en escena de Ximena Belgrano Rawson, quien tuvo la inteligencia de montar esta nueva versión del clásico de Puccini durante la Segunda Guerra Mundial.
            Mientras que en el 1° Acto de la obra todo es color y alegría –exaltada por la boda de Cio Cio San con Benjamin Franklin Pinkerton-, previo al inicio del 2° Acto y después del intervalo, se ofreció una proyección de la carga de la bomba atómica en el Enola Gay y la consabida imagen del hongo atómico que destruyó Nagasaki en 1945 para pasar, posteriormente, a un panorama de destrucción y desolación a partir del 2° Acto de la obra, donde se resalta la extrema situación de pobreza y abandono en que vive la protagonista. También fue muy inteligente mostrar a un personaje como Goro con un brazo amputado en el 2° Acto, dando a entender que hubo quienes sufrieron secuelas graves como consecuencia de la bomba atómica. Esto se mantuvo durante el 3° Acto –donde Pinkerton regresa en compañía de su esposa y despoja a Butterfly de su pertenencia más preciada: el hijo de ambos-, lo que contribuyó aún más a acentuar el dramatismo que caracteriza el fatal desenlace de la geisha, quien se suicida mediante un harakiri con la espada que el Mikkado le legó oportunamente a su padre. Una magistral interpretación de músicos, cantantes principales y coro hizo el resto, mediante la estupenda caracterización de Carolina Siliguini, el vestuario de Alicia Gumá y la escenografía e iluminación de Rodrigo Parise.
            Se ofrecerá una representación más el 1° de Junio y el elenco estuvo integrado por los siguientes intérpretes: Marina Torres (Madame Butterfly- Cio Cio San), Patricio Saxton (Pinkerton), Ernesto Bauer/ Cristian Maldonado (Sharpless), Florencia Machado (Suzuki), Maico Hsiao (Goro), Enzo Romano (Comisionado Imperial/ Príncipe Yamadori), Román Modzelewski (Tío Bonzo), Vanina Guilledo (Kate Pinkerton), Leonardo Menna (Tío Yakusidé), Ximena Ibarrolaza (Madre de Cio Cio San), Susana Gómez (tía), Natalia Bereskyl (prima), Adriano Ricardes (Oficial de Registro), mientras que los niños Amadeo y Olivia Hsiao alternarán en el rol del hijo de Butterfly. Participaron la Orquesta Sinfónica y el Coro del Instituto Municipal de Música de Avellaneda, bajo la dirección de  Armando Garrido.
            Es bien conocida la capacidad de Ezequiel Fautario como director de orquesta, pero anoche puso más énfasis en la interpretación, sabiendo sacar a los músicos lo mejor de sí mismos para ponerlos al servicio de la obra. En una charla previa al estreno, esta cronista tuvo la oportunidad de hacerle un reportaje, donde le preguntó cuál iba a ser la característica principal de esta reposición, a lo cual, Fautario respondió con una sola palabra: DELICADEZA. Precisamente, dicha cualidad fue preponderante. Supo resaltar tanto los pasajes más dulces y exquisitos que compuso Puccini como las escenas de mayor y hondo dramatismo, de manera delicada y sutil. Logró excelentes matices en los pasajes más conocidos de la obra y un equilibrio sonoro perfecto, marcando las entradas de los diferentes instrumentos y del famoso coro “A boca chiusa” del final del 2° Acto con una precisión absoluta. También estuvo muy acertada la decisión de colocar al violinista Roberto Eliggi desde fuera de escena, para que su solo se escuchara con mayor amplitud y coincidiera con el Coro, mientras el resto de las cuerdas interpretaba el consabido pizzicato. Pero el momento de mayor intensidad fue durante la interpretación del aria de Butterfly del 2° Acto (“Il ritorna… Ancora m’ama!”), donde el público estalló en aplausos antes que la soprano terminara de cantarla y durante el tutti orquestal. La estupenda voz de Marina Torres y la excelente calidad de su interpretación en el rol protagónico formaron una conjunción perfecta entre solista y orquesta. Unido esto a la garra y euforia puestos por el director,  la magia de Puccini se hizo presente. También fue muy aplaudida en el aria más emblemática de la ópera (“Un bel di vedremo”), aunque demostró todo su profesionalismo dando vida a su personaje desde su entrada en escena (“Ancora un paso or via”), ofreciendo una tierna y graciosa geisha en el 1° Acto, que se transforma en una doliente esposa y madre durante el 2° Acto, hasta asistir a su degradación total en el 3°, donde sola, abandonada y desposeída de todo lo que ama, decide suicidarse. Y lo hizo con una maestría vocal y actoral estupendas.
            En cuanto al resto de los protagonistas, el tenor chileno Patricio Saxton ofreció una magnífica interpretación de Pinkerton, tanto desde el punto de vista vocal como actoral. Su gran caudal de voz le permitió alcanzar perfectamente las notas más agudas y se lució en el dúo de amor junto a Marina Torres (“Bimba, non piangere” hasta el bellísimo “Vogliatemi bene”), al igual que en el aria del 3° Acto (“Addio, fiorito asil de letizia e d’amore”). Ernesto Bauer tuvo una destacadísima actuación como Sharpless, al igual que Florencia Machado en el rol de Suzuki. Esta gran mezzosoprano posee la madurez vocal justa para encarnar este personaje, que se destaca por el color vocal –debe poseer un registro que abarca notas agudas, pero donde el dramatismo se acentúa aún más en las graves- y, además, por su capacidad actoral. Y lo sorteó sin ninguna dificultad, motivo por el cual se ganó la  ovación del público. Independientemente de poseer el  physique du rôle ideal para el personaje,  Maico Hsiao dio lugar a un muy buen Goro que -tal como se mencionó anteriormente- apareció como víctima de la explosión atómica en el 2° Acto. Su hijo Amadeo interpretó al hijo de Butterfly con un típico traje de marinero, lo que provocó la admiración y la ternura del público cuando su madre lo presenta ante Sharpless (“E questo? E questo?”). Muy buenas intervenciones de Román Modzelewski como el Tío Bonzo y de Enzo Romano como Yamadori, al igual que Vanina Guilledo como la esposa legítima de Pinkerton. Y el Coro estuvo muy bien caracterizado y preparado, merced a la dirección de Armando Garrido.
            Es una lástima que sean solamente dos funciones, porque esta producción da para mucho más. No sólo por su excelente nivel en todos los aspectos, sino también por la originalidad de la régiesseuse de ambientarla en el marco de la Segunda Guerra Mundial, lo que agregó un condimento más al choque de dos culturas. Esto demuestra que este clásico de Puccini es de una enorme actualidad por varias razones: no sólo porque puede representarse en distintas épocas, sino también porque pone de manifiesto un tema candente y actual, como es la violencia hacia la mujer. ¿Acaso el engaño mediante palabras de amor para aislar a una persona de su cultura y de su familia, para después abandonarla a su suerte,  no es sino una característica de la violencia de género?... Mucho más aún lo son la ilusión de la protagonista en contraposición a la indiferencia por parte de quien ama, al igual que el despojo y el abandono.  Y estos temas fueron recreados a la perfección. De ahí la enorme vigencia de Madame Butterfly, cuyo encanto radica en  la belleza de su música y  la psicología del personaje, que atrapa y deslumbra a la audiencia en cualquier parte 

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