sábado, 23 de octubre de 2021

                           DE VARIACIONES Y CONCIERTOS

 

Teatro Colón, temporada 2021. Concierto a cargo de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires, Director: Enrique Arturo Diemecke. Solistas. “Baires Horns” (Fernando Chiappero, Luís Ariel Martino, Gustavo Ibacache, Christian Morabito). Programa: Obras de Händel, Gardelín y Ginastera. 22 de Octubre de 2021.

 

NUESTRA OPINION: MUY BUENO.

 

  Antes del inicio, el Mtro. Diemecke solicitó un aplauso a la memoria de Bernard Haitink, fallecido el día anterior y a quién iba dedicado el concierto. Más allá de que se produjo a una edad avanzada (¿92 o 96?), consecuencia biológica a la que nadie escapa, y que estaba retirado desde hacía 2 años  (a pesar de lo cual dejó una puerta abierta diciendo que si había una emergencia que cubrir El estaba listo para ir a donde  sea), es un vacío muy sensible el que deja. Quienes tuvimos la fortuna de escucharlo en el Colón en su máximo esplendor al frente de la Royal Concertgebow Orchestra (En mi caso 1985 y anteriormente vino en 1971), lo recordaremos como un guía solido que siempre llegaba al fondo de las partituras. Vaya entonces Ntro. sentido homenaje que tendrá en el programa de hoy 23 un anticipo de uno mayor el próximo Sábado 30.

 

   La tónica del programa ofrecido tuvo dos formas musicales como ejes: el concierto y la variación.  Se inició con el Concerto Grosso nº 12 del op. 6 que lleva el Nº330  de catálogo de Händel, el que si bien fue interpretado con instrumentos modernos fue objeto de una muy buena y digna versión, sostenida en atriles solistas de excelencia. Basta con consignar (entre otros) a Xavier Inchausti (Concertino), Elías Gurevich (Segundo primer violín), Delmir Lujla (Guía de segundos violines), José Antonio Araujo (Primer violonchelo) y Javier Dragún (Primer Contrabajo) , para tener una pauta de lo que fue la versión construida por Diemecke justamente a partir de dichos instrumentistas. Ajustada de punta a punta, intensa, respetuosa del estilo, en mi caso operó como un bálsamo luego de la controvertida puesta de “Theodora” en donde justamente Händel quedó injustamente relegado por los desgraciadamente conocidos factores extra-musicales.

 

  Luego  de este comienzo auspicioso, pudo escucharse en estreno mundial otro concierto, en este para cuatro cornos y orquesta del compositor, arreglador y director de orquesta  argentino Gerardo Gardelín en donde ofició en la faz solista el conjunto Baires Horns, integrado por Fernando Chiappero, Luís Ariel Martino, Gustavo Ibacache y Christian Morabito, los que también se desempeñan como instrumentistas de las Orquestas del Teatro Colón y a quienes les está dedicado este trabajo. Es una composición estructurada en los clásicos tres movimientos (Urbano [Maestoso-Allegro], Místico [Lento] y Ritual [Andante]). De escritura absolutamente tonal, tiene pasajes de fuerza y brillo, alternados con otros de absoluta intimidad, tratamiento por momentos “jazzisitico”, otros de música ciudadana y elementos folcklóricos. Mientras que al conjunto solista le reservó momentos de fanfarria, seguidos de variaciones a ser interpretadas en forma individual por cada uno y llevar el discurso de los temas centrales de cada movimiento.  No cabe duda alguna que a lo largo de su faceta como arreglador, Gardelín se fue embebiendo en este tipo de música y al igual que otros grandes de la música popular fue internándose en lo clásico hasta lograr estas composiciones que ahora somete a consideración del público. La labor de Baires Horns tuvo ajuste, absoluta cumplimentación, impecable sonoridad y plena solidez, esperando tener la oportunidad para poder escucharlos solamente a ellos en concierto. Llamó mi atención el hecho de que a pesar de ser cuatro cornos los solistas. otros se encontraban en el orgánico orquestal con participaciones importantes resaltando pasajes del acompañamiento. Podrá decirse “suena a” o “se parece a”, pero nunca “es igual a”. La música de Gardelín es muy personal y en el caso puntual del último movimiento, el tratamiento empleado para la orquestación me hizo recordar al que Waldo de los Ríos efectuara en su célebre “Suite Sudamericana” de los años 60 . Un trabajo muy logrado y efectivo que fue bien recibido por el público.

 

    El plato fuerte de la noche lo constituyó el excelente trabajo ofrecido en las “Variaciones Concertantes”, op. 23 de Alberto Ginastera en donde Diemecke fue hasta el fondo de la obra y sostenido por una inspirada Filarmónica trazó una paleta de color y sonido que ubicará a esta versión como una de las más impactantes que yo haya escuchado en vivo. Pareja de punta a punta, respuestas de excelencia de todos los solistas, intensidad, instantes de profunda introspección, detalles que hacen a que justamente el resultado final sea  la excelencia y que no en vano, haya sido la obra más aplaudida del programa. ¿Se pedía música Argentina en el repertorio?, pues allí está. Como debe ser.

 

                                                                                                                                                       Donato Decina

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