domingo, 3 de octubre de 2021

 

Recital de zarzuela con ciertos altibajos en el Teatro IFT

 

NO TODO LO QUE RELUCE ES ORO

Martha CORA ELISEHT

 

            La zarzuela es uno de los géneros musicales más hermosos y populares que existen. Es la carta de presentación de España en el mundo entero y un género costumbrista por excelencia. Por lo tanto, se requiere no sólo una muy buena preparación vocal, sino también ciertos detalles en la postura y en el vestuario (sombreros, boinas, sombrillas, abanicos, una flor en el cabello o un mantón de Manila) que no sólo ayudan a engalanar tanto a la escena como a los cantantes, sino que también contribuyen a acentuar el acento y garbo español. Algunos de estos ingredientes no estuvieron debidamente contemplados en el recital ofrecido el pasado sábado 2 del corriente en el Teatro IFT, denominado “ESTAMPAS DE ZARZUELA” que contó con dirección general de Carlos Iaquinta y la participación de los siguientes cantantes: Marisú Pavón (soprano), Cecilia Díaz (mezzosoprano), Pablo Politzer (tenor) y Norberto Crespi (barítono). La dirección musical estuvo a cargo de Susana Frangi, quien actuó como pianista acompañante junto a Matías Fernández.

            Ante la consabida ausencia de programas de mano, Carlos Iaquinta actuó como presentador, anunciando a los cantantes y a los pianistas y haciendo una breve reseña de los fragmentos de las diferentes zarzuelas que compusieron este recital, matizando con algunos chascarrillos -al mejor estilo Marcos Mundstock- sobre el curriculum de los cantantes. Cecilia Díaz y Pablo Politzer abrieron el recital con el célebre dúo de Rafael y Dolores de LA DOLOROSA de José Serrano. Por momentos, el caudal de voz de la mezzosoprano eclipsó al tenor -quien tuvo que reemplazar en último momento a su colega Gustavo López Manzitti-, quien cantó muy bien su parte, pero apenas se lo escuchaba. No hay que olvidarse que es un tenor especializado en repertorio barroco y de oratorio y por lo tanto, puede que no tenga el caudal de voz necesaria para cantar zarzuela. No obstante, a medida que el recital fue progresando, su voz fue creciendo y se destacó en las romanzas de DOÑA FRANCISQUITA (“Por el humo se sabe dónde está el fuego”) y de LA TABERNERA DEL PUERTO (“No puede ser”). Lo mismo sucedió en el dúo de LUISA FERNANDA junto a Marisú Pavón (“Caballero del alto plumero”). La soprano demostró un nivel vocal e interpretativo muy parejo y preciso en todas sus intervenciones -tanto en calidad de solista como participando en dúos y el cuarteto de EL BARBERILLO DE LAVAPIES-. Y encaró arias de zarzuelas poco conocidas como Barcarola veneciana de EL CARRO DEL SOL de Serrano y la romanza de Rosa de EL CABO PRIMERO de Fernández Caballero. Junto a Cecilia Díaz fueron las más aplaudidas de la noche y las que tuvieron una actuación sumamente destacada. Por su parte, la mezzosoprano interpretó el famoso Tango de la Meregilda de LA GRAN VÍA de Chueca y Valverde, la romanza de Rosa de LOS CLAVELES de José Serrano y el dúo entre Vidal y Luisa Fernanda de la zarzuela homónima (“En mi tierra extremeña”) junto a Norberto Crespi. Todas y cada una de sus intervenciones estuvieron perfectas.

            Por su parte, Carlos Iaquinta se permitió una intervención en la consabida Canción del soldadito de LUISA FERNANDA, brindando una bellísima interpretación de la misma, acompañado al piano por Susana Frangi. No puede decirse lo mismo del barítono Norberto Crespi, ya que no tuvo una buena noche. Si bien posee una voz caudalosa, tuvo tendencia a calar y a no redondear las notas cuando la melodía lo requería en sus solos (“Por el amor de una mujer” de LUISA FERNANDA y “La Canción del Platero” de LA PARRANDA de Francisco Alonso). Estuvo algo mejor en los dúos junto a Cecilia Díaz y Marisú Pavón en LUISA FERNANDA y EL BARBERILLO DE LAVAPIES respectivamente y en el cuarteto final de esta última zarzuela, que cerró el recital. Fue en este último número donde los cantantes recién utilizaron los elementos mencionados al principio de esta nota y donde – finalmente- surgió el acerbo español.

            Merece una mención aparte la excelente dirección musical de la Maestra Susana Frangi, quien también se lució como pianista acompañante. Y Matías Fernández resultó una auténtica revelación como músico y pianista acompañante. Es muy joven y se perfila como un músico con un futuro muy promisorio.

            En general, se gozó de un buen espectáculo, pero que presentó numerosos altibajos desde el pinto de vista vocal y actoral. Hubiera sido bueno haber incluido dúos y romanzas de las zarzuelas más populares (LA VERBENA DE LA PALOMA, LA DEL SOTO DEL PARRAL, LA ROSA DEL AZAFRÁN o LA REVOLTOSA, entre otros tantos títulos) para apreciar el acerbo y el garbo español que -en este caso- brillaron por su ausencia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario