sábado, 2 de octubre de 2021

 

HISTORIAS PARALELAS, PUNTOS DE ENCUENTRO FORZADOS

 

Teatro Colón, temporada 2021: “Theodora”, Oratorio con libro de Thomas Morell y música de Georg Friederich Häendel, basado en una obra homónima de Robert Boyle estrenada en 1750. (Versión escenificada para Actriz, Solistas y Orquesta). Intérpretes: Mercedes Morán (Actriz), Yun Jung Choi (Theodora),  Martín Oro (Didymus), Santiago Martínez (Septymus), Víctor Torres (Valens), Florencia Machado (Irene), Iván Maier (Mensajero), Florencia Burgardt-Daniela Prado-Iván Maier-Felipe Carelli-Mariana Rewerski-Romina Jofré (Cristianas, Cristianos, Romanas y Romanos). Espacio y Vestuario: Oria Puppo, Iluminación: Rubén Conde, Video: Oria Puppo-Matías Otálora, Serigrafía en Vivo: Estanislao Moyano, Cámara en Vivo: Martín Antuña, Bajo Continuo: Benoit Babel, Investigación y Textos: Franco Torchia, Versión Dramatúrgica y Dirección de Escena: Alejandro Tantanian, Orquesta Estable del Teatro Colón, Dirección Musical: Joahannes Pramsohler. Viernes 01 de Octubre de 2021.

 

NUESTRA OPINION: BUENO.

 

  Esta segunda propuesta que el Teatro Colón presentó para esta temporada de emergencia del año 2021 dio por resultado una correcta intervención vocal, una aceptable dirección musical y una muy polémica realización teatral. A la propuesta de rescatar el poco transitado Oratorio “Theodora” de Georg Friederich Häendel, se le añadió el valedero recurso de la escenificación, apto para las actuales circunstancias en que deben guardarse distancias, protocolos y un número limitado de personas tanto en escena como en foso.  Se convocó nuevamente a Alejandro Tantanian conocido Director de Escena quien desempeñara también el cargo de Director del Teatro Nacional Cervantes, el que también realizó para el Colón la puesta en escena de “Beatrix Cenci” de Alberto Ginastera.  La versión ofrecida fue reducida, justamente dado que las extensiones de los espectáculos no deben sobrepasar cierta cantidad de tiempo,  y la visión de Tantanian a quien Franco Torchia secundó con un trabajo de investigación y colaboración en los textos se centró en trazar un paralelismo entre la historia de la protagonista, católica practicante quien en el siglo IV después de Cristo contraviene una disposición de Valens, Gobernador de Antioquia, de venerar con sacrificios a Júpiter el cumpleaños del emperador Dioclesiano, con la de Marcella Althaus-Reid, teóloga Argentina quién debió abandonar el país para poder realizar sus estudios teológicos (los que aquí le eran impedidos) y que falleciera en el año 2009 en Escocia, su lugar de residencia. Mientras Theodora se niega a cumplir con las disposiciones del Gobernador, Irene, su amiga, trata de hacer escapar a los cristianos, pero la protagonista  decide defender a sus hermanos de fe, es arrestada y condenada a ejercer la prostitución. Didymus, un hombre que guarda en secreto su fe católica llega a donde está recluida la protagonista, le confiesa su devoción cristiana y su amor hacia ella y toma su lugar intercambiando ropas para salvarla. Theodora escapa y se reúne con los Cristianos, recibiendo la noticia de que Valens ha cambiado el veredicto condenando a muerte a la supuesta Theodora, por lo que la protagonista decide enfrentar dicho veredicto y salvar a quién tomó su lugar. Al enfrentar al Gobernador, este condena a ambos al suplicio, lugar en donde la acción se detiene. Esta historia esta intercalada con narraciones de la teóloga argentina en donde justamente pone a la iglesia en tela de juicio, sobre todo en Ntro. país  durante la última dictadura militar. Así mientras Theodora defiende la fe, los textos de Althaus– Reid se centran en remarcar las consecuencias de la política económica llevada adelante por la dictadura, la pobreza, la estigmatización de la mujer y las actitudes de las jerarquías locales de la iglesia durante ese período. Puedo resumir  que mientras Theodora es víctima de las jerarquías políticas y Dios no está presente,  Althaus-Reid también se ha sentido víctima de un sistema político y de la complicidad de la iglesia con ello al verse impedida de realizar su carrera teológica, dando como corolario que también aquí Dios no estuvo presente. La labor de Mercedes Morán adquirió más bien el rol de narradora, enfatizando el fondo de los textos de Althaus-Reid, y en cuanto a la marcación actoral de los personajes del oratorio, la misma fue muy correcta, con una cámara mostrando en un plano cercano las expresiones, gestos y hasta posturas de los mismos , mientras que en un segundo plano se pudo ver la labor de un serigrafista que trazó sinuosidades acordes a la historia que se narró. Un asistente fue  colocando postes de caña para  marcar 14 escenas, tantas como 14 son las estaciones del vía crucis de Jesús. La postura de crucifixión que mostró la pareja protagónica del oratorio en la escena final, acenuó el dramatismo de la acción, la que fue rematada con un simbólico abrazo final entre Theodora y la narradora quien corporizó a Marcella Althaus-Reid.  Un sector del público exteriorizó su disconformidad con la puesta al finalizar la representación, emitiendo murmullos de desaprobación, focalizándolos de manera errónea a mi entender en la persona de la Sra. Mercedes Moran a la salida de esta al escenario para el saludo final, los que se reiteraron al salir a saludar el equipo de realización, mientras que otro sector del público empezó a vitorear intentando tapar tales murmullos. Tal clima de “asamblea deliberativa” que se instaló en todos los sectores de la sala hacía muchísimo tiempo que no se registraba y muy probablemente habrá que remontarse al polémico “Buque Fantasma” con puesta de Daniel Suarez Marzal y escenografía de Guillermo Kuitca para encontrar algo semejante. En cuanto a la faz musical, la versión fue realizada con instrumentos de orquesta moderna, algo que a mi entender, como todos los que me siguen en esta página bien saben, yo no concuerdo. Aun así la Dirección de Johannes Pramsohler fue correcta, con una aceptable respuesta de los miembros de la Estable y un sostén impecable en el bajo continuo a cargo de Benoit Babel, más alla de que en más de una ocasión algunos pasajes solistas hayan tenido un tempi algo más pesante de lo habitual. Y ya entrando en lo estrictamente vocal, tanto la Sur-Coreana Yun Jung Choi en el rol protagónico como Florencia Machado en el rol de Irene, su amiga y confidente, tuvieron un correcto desempeño. Víctor Torres hizo gala de su experiencia en este repertorio asumiendo el rol de Valens, el tiránico gobernador, mientras que Martín Oro logró uno de sus mejores trabajos en el Colón encarnando a Didymus el enamorado de la protagonista. Santiago Martínez entregó una notable labor como Septymus. Destacable fue el desempeño de Iván Maier como el mensajero al igual que junto a los demás elementos convocados, quienes cubrieron las partes de Cristianos, Cristianas, Romanos y Romanas (textual del programa), algunos de los cuales tienen los recursos vocales suficientes para afrontar roles de mayor importancia en las programaciones del Teatro. Por todo esto es que digo que fundamentalmente las voces son el sostén de esta presentación y  que quienes rigen los destinos artísticos del Colón deberán tomar nota de que hay un sector del soberano al que no le está gustando últimamente los enfoques visuales y de dramaturgia.

 

Donato Decina        

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