Muy buen recital de Horacio
Lavandera a beneficio de UNICEF en el Colón
UNIDOS
POR UNA BUENA Y NOBLE CAUSA
Martha
CORA ELISEHT
Desde
su creación en 1946, UNICEF es una de las instituciones más prestigiosas que
existen en todo el mundo. Posee representación en 194 países y se encarga de
velar por los derechos básicos y fundamentales de los niños: entre otros, el
derecho a la alimentación, la educación y la salud. No obstante, existe todavía
un 48% de niños en todo el mundo que no tienen acceso a una alimentación
balanceada, indispensable para el correcto funcionamiento del cerebro y, por lo
tanto, para el proceso de aprendizaje, elemental en la educación de todo ser
humano. Por dicho motivo, recibe numerosas donaciones de empresas y aportes de
donantes particulares en todo el mundo brindando ayuda donde más se necesita.
Otra forma de lograr aportes para beneficio de la institución es la
organización de eventos masivos donde acude gran afluencia de público, como es
el caso de conciertos y recitales. Precisamente, el pasado lunes 28 del
corriente se organizó un concierto a beneficio de esta entidad en el Teatro
Colón, con la participación del pianista Horacio Lavandera, la soprano Virginia
Tola, la violinista Lucía Luque Cooreman y la violoncelista Karmen Rencar,
quienes interpretaron el siguiente programa:
-
Sonata para piano n°11
en La mayor, K.331 (manuscrito encontrado
en 2014)- Wolfgang A. MOZART (1735-1791)
-
Sonata para piano n°14
en Do sostenido menor, Op.27, n°2 (“Claro de Luna”)- Ludwig
van BEETHOVEN (1770-1827)
-
Trío en Sol menor para
violín, violoncelo y piano, Op.17- Clara
WIECK SCHUMANN (1819-1896)
-
Seis lieder, Op.13 para
soprano y piano- Clara WIECK SCHUMANN
(1819-1896)
El
recital contó con una presentadora de lujo: Teté Coustarot, quien se encargó de
anunciar los objetivos de UNICEF, presentar a sus autoridades -entre otros, el
actor y locutor Julián Weich, embajador argentino ante la entidad desde hace 30
años- y la representante de UNICEF en Argentina Luisa Brumana, quien se dirigió
al público antes de comenzar el concierto con palabras alusivas al
funcionamiento de la entidad. Acto
seguido, Horacio Lavandera hizo su presentación sobre el escenario del Colón
para interpretar la mencionada sonata de Mozart. No se sabe a ciencia cierta cuándo se compuso
esta sonata -cuyo último movimiento, Andantino allá turca, es famoso en
todo el mundo y una de las obras más conocidas del compositor-, pero según una
carta enviada por Mozart a su padre en 1784, indicaba claramente la inclusión
de esta sonata junto con sus homónimas en Do mayor y una próxima en Fa mayor.
Posteriormente, el bibliotecario húngaro Bálacz Mikusi descubre en 2014 cuatro
páginas del manuscrito original de Mozart en la Biblioteca Nacional Széchény
de Budapest y las comparó con el manuscrito del mencionado andantino alla
turca. La escritura y las anotaciones coincidieron perfectamente y es la
versión que se representa desde 2014 hasta la actualidad. Consta de tres
movimientos: Andante grazioso (tema con 6 variaciones,
característica de la escuela francesa), Menuetto (minuet y trío, que
representa la mayor parte de la obra en cantábile) y el Andantino
alla turca, que es el más conocido y que habitualmente, se representa por
separado. Se denominó de esa forma porque imitaba las bandas turcas de
Jenízaros, cuya música estaba de moda en aquella época. La coda mayor
con la que finaliza la obra remeda la entrada del Gran Sultán con ruido de
tambores. La interpretación de Lavandera fue soberbia, merced a su maestría, su
digitación y su prodigalidad. Lamentablemente, tuvo que dirigirse al público
para solicitar que no se aplaudiera entre movimientos -hecho que se cumplió a
rajatabla luego de los aplausos a destiempo después del 2° movimiento-. El
público deliró al finalizar tan célebre y archiconocida pieza.
Posteriormente,
Horacio Lavandera interpretó otro clásico de clásicos: la Sonata n°14 en Do sostenido
menor (“Claro de Luna”) de Beethoven, que sonó perfecta desde el inicio
hasta el final en sus tres movimientos (Adagio sostenuto/ Allegretto/ Presto
agitato). Fue compuesta en 1801 y dedicada a la condesa Giulietta Guicciardi,
hija del conde triestino Guicciardi, quien se desempeñó en Viena como consejero
de la Cancillería de Bohemia. La condesa tenía 17 años cuando comenzó a tomar
clases con Beethoven y, con el correr del tiempo, el compositor se fue enamorando
de ella. El título original de la sonata es “Quasi una fantasía” y el
nombre de “Claro de Luna” surgió por parte del crítico alemán Ludwig
Relistab tras la muerte de Beethoven, quien comparó al primer movimiento de la
pieza con el claro de la luna en Lucerna.
Para
la segunda parte del concierto, se eligieron obras de Clara Wieck Schumann,
esposa del músico y célebre pianista, pero que también se destacó como
compositora. Sin embargo, su obra cayó en el olvido y recién se comenzó a
rescatar a partir de 1970 en adelante y se decidió representarla en el presente
recital. El Trío en Sol menor, Op.17 es el único trío que compuso para
violín, cello y piano durante su estadía en Dresde en 1846 y consta de 4
movimientos: Allegro moderato/ Scherzo/ Andante/ Allegretto. Escrito en
forma de sonata, el 1° movimiento posee mucha modulación y cromatismo, que
permite que cada uno de los instrumentos se luzca por sí mismo, además de
poseer un equilibrio sumamente armónico. El 2° movimiento consta de 3
secciones: Scherzo en Si bemol mayor, Trío en Mi bemol mayor y Scherzo
en la tonalidad inicial. Muy a menudo, el violín lleva la melodía, mientras
el cello acompaña en pizzicato y el piano toca los acordes. El 3°
movimiento arranca con un solo de piano y es tomado por el violín y el cello en
contraste, para desembocar en el monumental Allegretto, que toma 8
ritmos húngaros. Una obra maestra, que sonó perfectamente bien. Era la primera
vez que esta cronista escuchó a Horacio Lavandera en calidad de pianista
acompañante -en este caso, formando parte de un trío-, perfectamente ensamblado
merced a la calidad de la violinista Lucía Luque Cooreman y la cellista Karmen
Rencar, quienes tuvieron una destacadísima actuación. Por último, la soprano
Virginia Tola tuvo a su cargo la interpretación de los Seis lieder, Op.13 sobre
poemas de Heinrich Heine, Friedrich Rueckert y Emanuel von Geibel (Sumido en
sueños sombríos/ Ambos se amaban/ Embrujo de amor/ La luna llega apacible/ He
visto en tus ojos/ La callada flor de loto). Fueron compuestos en 1841 y tuvieron mucho
éxito en su momento. Durante el presente recital, Lavandera demostró que no
sólo es un excelente concertista, sino también un muy buen pianista
acompañante. Virginia Tola tuvo un muy buen desempeño en los lieder más
románticos (Embrujo de amor, He visto en tus ojos y La callada flor
de loto, que culmina dejando un final abierto), mientras que apenas se la
escuchaba en los otros. Al cierre del recital, todos los intérpretes salieron a
saludar provistos de sus partituras para ofrecer un bis: Prendiditos
de la mano, de Carlos López Buchardo, en la voz de Virginia Tola con
acompañamiento del trío instrumental (una improvisación, según palabras del
propio Horacio Lavandera) que permitió el lucimiento de todos. Breve, pero
bueno y, como tal, aplaudido por el público.
No
hubo intervalo, pero sí un breve impasse donde se le entregó a Julián
Weich una placa conmemorativa por su desempeño como embajador honorario de
UNICEF. Al final del concierto, no faltaron los tradicionales ramos de flores y
las fotografías de los artistas sobre el escenario y ofreciendo flores al
público. Siempre es un placer disfrutar de un buen concierto y más aún, cuando se
destina a una buena -y noble- causa.
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