Cierre del ciclo Grandes
Intérpretes Internacionales en el Colón
JUNTOS
EN LA MÚSICA Y EN LA VIDA
Martha
CORA ELISEHT
Es
la segunda vez que el binomio formado por Anna Netrebko y Yusif Eyvazov se
presenta en el Teatro Colón. La primera vez, en 2018, donde ofrecieron un
recital de arias de ópera con participación de la Orquesta Estable, mientras
que, en esta ocasión, el matrimonio va a cantar ópera por primera vez en el
escenario de nuestro mayor coliseo con “TOSCA” de Giacomo Puccini.
Además, tuvo a su cargo el cierre del ciclo “Grandes Intérpretes
Internacionales” el pasado lunes 21 del corriente, acompañados al piano por
Ángel Rodríguez con un extenso recital que incluyó canciones de cámara de
diferentes compositores (Nikolai Rimsky- Korsakov, Sergei Rachmaninov, Piotr I.
Tchaikovsky, Gara Gareyev, Richard Strauss, Antonin Dvořak, Francesco Paolo
Tosti, Ernesto de Curtis y Stanislao Gastaldon, entre otros) y algunos
fragmentos de las siguientes óperas:
-
“Ak, istomilas ya
górem” (LA DAMA DE PIQUE)
-
“Kudá, kudá vi
odalilis” (EVGENY ONEGUIN)-Piotr I. TCHAIKOVSKY
(1840-1893)
-
Lamento de Federico (L’ARLESIANA)-
Francesco CILEA (1866-1950)
-
“Depuis
le jour” (LOUISE)-
Gustave CHARPENTIER (1860-1956)
-
“Stridono lassú” (I
PAGLIACCI)- Ruggiero LEONCAVALLO (1857-1919)
A
diferencia de otros recitales, éste contó con algunos elementos de
escenografía: un escritorio -similar al de Scarpia en TOSCA-, dos
candelabros, una mesita con un florero con rosas, una silla y un sillón
cubierto parcialmente por un mantón de Manila, ubicado frente al escritorio.
Una lluvia de aplausos recibió a la soprano, que entró acompañada por el
pianista para dar comienzo a la primera parte del recital, donde prevaleció el
repertorio ruso y, especialmente, la canción de cámara. Sin embargo, no pudo
apreciarse la poderosa voz de Anna Netrebkjo en la primera de las tres
canciones de Rimsky- Korsakov (“O chem v tishi nochey” / Lo que sueño en
secreto, Op.40, n°3), donde sonó completamente apagada. Sin embargo, se
recuperó en la segunda (“Plevnishis’rosoi” / El ruiseñor cautivado por la
rosa, Op.2, n°2) mediante un soberbio pianissimo en agudo para
culminar en forma brillante con “Redeyet oblakov letuchaya gryada” (Las
nubes comienzan a disiparse, Op.42, n°3). Ahí surgió la gran diva famosa
internacionalmente en toda su plenitud y así prevaleció hasta el final del
recital. Siguió con dos canciones de
Sergei Rachmaninov (“Zdes korosho” /Aquí se está bien, Op.21, n°7 y “O
nyet, molyu, ne ukhodi!” /Oh, te lo ruego, no te vayas, op.4, n°1), donde
la primera es luminosa y la segunda, dramática. Ambas permiten el lucimiento y
la expresividad de la voz, hecho que fue aprovechado muy bien por Netrebko para
desplegar sus dotes histriónicas.
A
continuación, Yusif Eyvazov hizo su presentación sobre el escenario del Colón.
Se lo apreció mucho más delgado, relajado y suelto escénicamente en las arias y
canciones donde no se ajustó tanto a la partitura. El tenor azerí experimentó
una notable evolución desde su presentación anterior, donde su voz logró mayor
expresividad, mejor fraseo, legato y línea de canto. Sus pianissimi fueron
estupendos desde su presentación con la primera de las canciones de cámara de
Tchaikovsky (“Snova, kak prezhde, odin” / De nuevo, como antes, solo, Op.73,
n°6), descolló en la célebre “Net, tol’kotot, kto znai” (Sólo quien
conoce el anhelo, op.6, n°6) y llegó al apogeo con la composición de su
compatriota Gara Garayev (“Ya vas lyubil” / Yo te amaba), donde se lo
apreció en toda su plenitud. Continuó con otra canción de Rachmaninov con
versos de Alexander Pushkin (“Ne poy, krasavitsa, pri mne” / No me cantes a
mí, mi belleza, Op.4, n°4), donde participó el concertino de la
Orquesta Estable Freddy Varela Montero como solista acompañante. Del mismo
ciclo de Seis romanzas pertenece “Davno I’, moy drug” (No me creas,
amigo, Op.,4, n°6), donde Eyvazov volvió a lucirse en su interpretación
para posteriormente, dar paso a Anna Netrebko en otras tres canciones de cámara
de Tchaikovsky: Serenata, Op.63, n°6: “Skazhi, o chem v teni vetvey”
(Dime a la sombra de los árboles, op.57, n°1) y “Nochi bezunie” (Noches
frenéticas, Op.60, n°6), donde la soprano hizo gala de sus cualidades
vocales para luego pasar a las arias de ópera. Comenzó con el aria de Lisa de
LA DAMA DE PIQUE (¡“Akh! Istomilas ya górem” / ¡Ah! La pena ya me ha agotado),
donde su voz se apreció en toda su madurez y plenitud, siendo sumamente
aplaudida antes que su esposo cantara la celebérrima aria de Lensky “Kudá,
kudá vi odaililis” (Dónde, dónde se han ido los días de mi juventud) de EVGENY
ONEGUIN, donde se pudo apreciar su evolución respecto de su visita
anterior. Hubiera sido maravilloso poder apreciarlos en el dúo de IOLANTA de
Tchaikovsky, pero a pesar de estar anunciada al final de la primera parte del
programa, no se ejecutó. La pareja se retiró en medio de numerosos aplausos y
vítores en compañía del pianista, quien también tuvo una destacadísima
actuación.
La
segunda parte del recital estuvo a cargo de Anna Netrebko, quien eligió
comenzar con dos lieder de Richard Strauss: la célebre Cäcilie, Op.27,
n°2 y “Ständchen”, Op.17, n°2, donde la soprano se destacó por su
interpretación, al igual que en el aria más famosa de LOUISE de
Charpentier (“Depuis le jour” / Desde aquel día). El público estalló en
aplausos tras la misma, para luego pasar nuevamente al repertorio de cámara con
una de las Canciones gitanas, op.55 de Antonin Dvořak (“Když mne
stará matka” /Cuando mi anciana madre me enseñó a cantar), donde Anna
Netrebko brindó una exquisita interpretación, caracterizada por su lirismo.
Seguidamente, Freddy Varela Montero volvió a aparecer sobre el escenario para
acompañar a la soprano en La Serenata de Francesco Tosti. La diva cerró
su bloque con una bella interpretación del aria de Nedda (“Stridono lassú”) de
I PAGLIACCI, de Ruggiero Leoncavallo. A continuación, Yusif Eyvazov
volvió a sorprender al público con un plato fuerte del verismo italiano: el
célebre Lamento de Federico de L’ARLESIANA de Cilea,
caracterizado por una correcta interpretación de una de las arias más
consabidas de la ópera, que representa un desafío importante para el tenor. El
azerí salió triunfante tras la prueba de fuego y recibió numerosos aplausos por
parte del público. Continuó con tres canciones de cámara de Francesco Tosti: “Non
t’amo piú”, “Ideale” y L’última canzone”, ofreciendo una
interpretación muy correcta; sobre todo, si se tiene en cuenta que estas piezas
ya fueron interpretadas por varias figuras de prestigio y renombre durante el
transcurso del corriente año. Pero sin lugar a duda, su versión de “Música
proibita” de Gastaldon fue lo mejor de la noche. Las canzones napolitanas
siguieron de la mano de Anna Netrebko, quien interpretó la celebérrima Mattinata
de Leoncavallo. Es un aria donde se luce más el tenor que la soprano y,
lamentablemente, sonó deslucida. No fue una buena elección y -a juicio de quien
escribe- fue lo más flojo de la noche. Posteriormente, Yusif Eyvazov eligió otra
canción de Tosti para lucirse como solista: “L’alba separa dalla luce
l’ombra” antes de cantar las dos últimas canzonettas napolitanas de
Ernesto de Curtis junto a Anna Netrebko: “Tu ca nun chiagne” y la
famosísima “Non ti scordar di me”, donde se produjo el cierre del
recital juntamente con Ángel Rodríguez y Freddy Varela Montero, donde el Colón
estalló en aplausos y vítores.
Como
en todo recital que se precie de tal, no podían faltar los bises: para
el primero, Anna Netrebko demostró sus dotes histriónicas a pleno quitándose
los zapatos y bailando la célebre aria de GIUDITTA de Franz Léhar (“Meine
Lippen, Sie küssen zu heit”), uno de sus “caballitos de batalla” que
la catapultó a la fama en numerosos recitales. Si bien su voz ha cambiado y
pasó de ser una soprano lírica ligera a ser una lírica con cierto tinte
dramático, fue capaz de dar el imponente agudo al final, lo que le valió una
ovación de aplausos. Lo mismo sucedió con su esposo al ofrecer una muy buena
versión de GRANADA, de Agustín Lara, con buen dominio de los agudos y
sobreagudos, mientras ella se lució como bailarina danzando envuelta en un
mantón de Manila. El público los ovacionó y los aplaudió a rabiar. Pedía cada
vez más, pero ya se había hecho demasiado tarde en virtud de la enorme cantidad
de piezas comprendidas en el programa. Además, ambos estaban cansados y pedían
irse a dormir. Ha sido un muy buen recital para marcar un excelente fin de
ciclo de un abono prestigioso, donde los grandes intérpretes internacionales
marcaron su huella. Sólo falta que sigan su ejemplo cantando ópera además de
poder apreciarlos en recitales, ya que el Colón es el ámbito propicio para
ello.
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