sábado, 24 de mayo de 2025

 Muy buena actuación de la Filarmónica bajo la dirección de Zoe Zeniodi en el Colón


REENCUENTRO CON LA CALIDAD SONORA


Martha CORA ELISEHT


Tras los ecos del concierto sinfónico ofrecido a comienzos del presente mes, la

Orquesta Filarmónica de Buenos Aires (OFBA) continuó con su tradicional Ciclo de

Abono de la mano de su actual titular- Zoe Zeniodi-, quien dirigió un concierto el

pasado sábado 10 del corriente en el Teatro Colón con la participación del violoncelista

José Araujo en calidad de solista, donde se interpretaron las siguientes obras:

- Glosas sobre temas de Pau Casals, Op.48- Alberto GINASTERA (1916-1983)

- Concierto en Si menor para violoncello y orquesta, Op.104- Antonin DVOŘAK

(1841-1904)

- Variaciones sobre un tema original (“Enigma”), Op.36- Sir Edward ELGAR

(1857-1934)

Luego de la tradicional afinación de instrumentos a cargo del concertino Xavier

Inchausti, la directora helénica hizo su aparición sobre el escenario y se dirigió al

público provista de un micrófono no sólo para anunciar las obras comprendidas en el

programa, sino también para explicar el eje temático (Dedicatorias) que las hilvanaba.

En el caso particular de Ginastera, a Pau Casals; el de Dvořak, al violoncelista Hanuś

Wihan y a su cuñada – Josefina Cermáková, quien estaba muy enferma y que falleció

durante la composición de su célebre concierto- y en el de Elgar, a sus amigos y a sí

mismo. Pero a diferencia del concierto anterior, donde rogó al público encarecidamente

que no aplaudiera entre los movimientos de las obras, en esta ocasión no lo hizo. Una

pena, porque existe numeroso público que asiste por primera vez a una sala de

conciertos creyendo erróneamente que se debe aplaudir después de cada pieza, tal como

se hace en un recital.

Con un orgánico prácticamente completo que incluyó piano, celesta y órgano, la

Filarmónica brindó una muy buena versión de la mencionad obra de Ginastera, basada,

a su vez, en el Cant dels ocells (Canto de los pájaros) del célebre músico catalán.

Compuesta en 1976 como una pieza para quinteto y orquesta de cuerdas, el músico

argentino la orquestó en 1977 y comprende 5 números: Introducció, Romanç, Sardanes,

Cant y Conclusió delirant. El solo de fagot que introduce el tema principal -que se

repite al principio de cada uno de los movimientos ya descriptos- fue magistralmente

ejecutado por un solista de los quilates de Gabriel LaRocca quien, en esta oportunidad,

estuvo acompañado por el denominado “quinteto filarmónico” en instrumentos de

viento (Claudio Barile en flauta, Néstor Garrote en oboe, Matías Tchicourel en clarinete,

Fernando Chiappero en corno y Jonathan Bisulca en trompeta). Todos los

instrumentistas anteriormente mencionados tuvieron una destacadísima actuación, al

igual que la arpista María Cecilia Rodríguez en el glissando del 2° movimiento. Se

logró una muy buena profundidad sonora en los crescendi y tutti orquestales,

desarrollados mediante una serie de variaciones sobre el tema principal luego de u


exposición. Por su parte, el cellista Benjamín Báez también se destacó en su solo, al

igual que Iván Rutkauskas en piano, celesta y órgano en el 4° movimiento. La obra

cierra con un tutti y acorde fff de manera brillante y fue muy aplaudida.

De los múltiples conciertos compuestos para violoncello y orquesta, el Op.104

de Dvořak es quizás, el más conocido y permite un perfecto lucimiento del solista. Fue

compuesto en 1895 durante su estadía en Estados Unidos, mientras se desempeñaba

como director del Conservatorio de Música de New York. Su estilo es netamente

romántico en forma de sonata, ya que consta de tres movimientos (Allegro/ Adagio ma

non troppo/ Finale: Alegro moderato- Andante- Allegro vivo), donde Dvořak introduce

melodías folklóricas típicas de su país de carácter dramático en los dos temas

presentados por la orquesta en el 1° movimiento antes de la intervención del cello, que

son retomados por el instrumento solista. En cambio, el Adagio ma non troppo posee un

clima más nostálgico y melancólico, donde se introduce un lied del propio compositor

(“Déjame solo”, Op.82) y culmina plácidamente, mientras que, en el último

movimiento introduce melodías folklóricas checas para terminar con un final brillante.

Fue dedicado a la memoria de su cuñada y amiga Josefina Cermáková y, al enterarse de

su muerte, Dvořak decidió componer este final para que su evocación siguiese aún más

viva. En la presente versión, pudo apreciarse una muy buena calidad de sonido desde la

introducción por parte del clarinete marcando el primer tema del 1° movimiento, que se

mantuvo durante todo el desarrollo de la obra, donde la mayoría de los solistas de cada

grupo de instrumentos se lucieron en sus respectivas intervenciones -pese a algunas

imperfecciones en los metales-. La labor de José Araujo fue excepcional: no sólo lo tocó

de memoria, sino que, además, brindó una versión brillante, de neto corte romántico. Su

fraseo, cadencias, trinos y cascadas fueron de una perfección absoluta y, además, le

agregó un ingrediente fundamental: la emoción. Se lo notó perfectamente compenetrado

con la obra y lo tocó con el alma. Debido a que el violoncello es el instrumento más

parecido a la voz humana, posee múltiples matices que le permiten “cantar” la melodía,

que fue la característica de esta gran interpretación. También se destacó el concertino

Xavier Inchausti en la cadencia en el dúo entre el solista y el primer violín del 3°

movimiento, al igual que los brillantes trinos por parte de las maderas en el 2°

movimiento. El público estalló en aplausos y vítores tras su ejecución, motivo por el

cual José Araujo interpretó un bis junto a sus compañeros de fila: una bellísima

transcripción para violoncellos de la Canción de los pájaros (Cant dels ocells) de Pau

Casals, que sonó magistralmente y que les valió numerosos aplausos, además de un

reconocimiento hacia sus colegas.

Las Variaciones sobre un tema original para orquesta, Op.36 -conocidas

universalmente como Variaciones Enigma – fueron compuestas como un ejercicio

orquestal en 1898. Al escucharlas, la esposa de Edward Elgar se sintió atraída por la

melodía y le pidió que las repitiera. Entonces, comenzó a realizar variaciones dedicadas

no solamente a su esposa, sino también a sus amigos a manera de retratos musicales,

donde cada una de las cuales posee una serie de letras que identifican a los destinatarios.

Fueron estrenadas en Londres en 1899 y comprende 14 variaciones sobre un tema

oculto, que nunca es tocado. Pese a que el compositor dejó numerosas pistas, nunca

fueron resueltas hasta su deceso, motivo por el cual surgió el mote de “Enigma”. El

tema con el que comienza la composición -que se repite durante toda la obra- posee dos

partes: una, lenta y melancólica en modo menor y la otra, brillante y en modo mayor. En


este caso, se trató de una versión muy correcta desde la marcación y dominio de tempi

por parte de la directora, pero que – por momentos- sonó muy excedida; sobre todo, en

los tutti orquestales. Por otra parte, faltaron matices y sutilezas en el celebérrimo adagio

NIMROD -la más conocida de todas las variaciones-, lo que opacó la muy buena

actuación que venía desarrollando la orquesta.

A juicio personal de quien escribe, los comentarios con micrófono estuvieron de

más: sobre todo, si se tiene en cuenta que la directora ya los escribió al comienzo del

programa de mano y que también existe el comentario de un reconocido musicólogo

donde explica el contexto en que fueron compuestas las obras incluidas en el presente

concierto. También es un hecho poco feliz que la programación de conciertos se

discontinúe por tanto tiempo. Ya sucedió desde un brillante debut inicial hasta casi dos

meses que la Filarmónica no tocó en sala y vuelve a suceder lo mismo debido a la

programación de las funciones de ballet. No es lo mismo tocar en el foso que sobre el

escenario y esto atenta contra la continuidad sonora de una orquesta que tiene mucho

para ofrecer y, a la cual, todavía le falta encontrar ese sonido de jerarquía que siempre la

caracterizó. Va por la buena senda, pero aún le falta mucho camino que recorrer.

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