jueves, 1 de mayo de 2025

 



El Ensamble "Camerus", su director, Alejandro Nuss y extraordinarios solistas, honrando a Bach en semana santa. Fotografía de la autora del presente comentario.



Sublime versión de “LA PASIÓN SEGÚN SAN JUAN” en el Auditorio Nacional


UN CIERRE DE LUJO PARA CULMINAR LA SEMANA SANTA

Martha CORA ELISEHT


Muy a menudo se interpreta el significado de la palabra “pasión” como

momento de exaltación o júbilo y se le otorga un carácter romántico. En realidad, el

término pasión significa sufrimiento y ése es el auténtico significado desde el punto de

vista religioso, descripto en el Nuevo Testamento de los Evangelios bíblicos y

magistralmente traducido en música por Johann S. Bach (1685-1750). De todas las

obras religiosas compuestas por el genio de Leipzig, LA PASIÓN SEGÚN SAN JUAN

BWV 245 es una de las obras más bellas del repertorio de música sacra e ideal para ser

interpretada en Viernes Santo. Compuesta en vísperas de dicha fecha en 1724 y basada

en la traducción realizada por Martín Lutero (1483-1546) de los capítulos 18 y 19 del

Evangelio de Juan, es la que mejor representa el calvario de Jesús desde su entrega a

manos de Judas Iscariote hasta su crucifixión, muerte en el Gólgota y sepultura. Si bien

no goza de tanta popularidad como su homónima (LA PASIÓN SEGÚN SAN MATEO),

es mucho más extravagante y expresiva. Quizás por eso fue la que el Ensamble

CAMERUS eligió para el concierto de cierre de Semana Santa el pasado domingo 20 del

corriente en el Auditorio Nacional del Palacio Domingo F. Sarmiento, coincidiendo con

el Domingo de Pascua.

Bajo la dirección de Alejandro Nuss y un ensamble instrumental compuesto por

bajo continuo, cuerdas e instrumentos de época -entre otros, viola d’amore, viola da

gamba, oboe d’amore, corno da caccia, tiorba, laúd y flauta traversa-, la función contó

con la presencia de las siguientes voces solistas: Víctor Torres (Jesús/ Aria), Santiago

Tiscornia (Pilato/ Arias), Elías Ongay (Evangelista), Silvina Petryna (soprano),

Mariana Rewerski (mezzosoprano) y Martín Díaz (tenor), acompañados por coro a

cuatro voces.

A diferencia de LA PASIÓN SEGÚN SAN MATEO, LA PASIÓN SEGÚN SAN

JUAN sufrió numerosas revisiones y modificaciones, de las cuales, la más conocida es

la de 1724. Posteriormente, en 1749 Bach regresó a algunos diálogos que se habían

eliminado en las revisiones de 1725 y 1730, estableciendo la efectuada en 1740 como la

definitiva. Las palabras de la apertura, recitativos, corales y arias se tomaron de varis

fuentes: entre otras, de la traducción de la Biblia hecha por Lutero, pero también de LA

PASIÓN SEGÚN SAN MATEO. El tenor que interpreta al Evangelista sigue al pie de la

letra los textos bíblicos originales, pero se desconoce quién realizó la compilación.

La obra se divide en dos partes: la primera (números 1- 14) se desarrolla en el

valle de Kidrón, y la segunda (números 15-40), en el palacio de Caifás. A su vez, ésta se

divide en tres escenas: cuando Jesús dialoga con Poncio Pilato, la escena en el Gólgota

y el final en la tumba. El diálogo entre Jesús y Pilato es interrumpido por la multitud

que clama su muerte en Jerusalén, interpretado por el coral central.


El hecho de escuchar esta obra maestra del repertorio sacro con instrumentos de

época ya representó un deleite para los oídos de quien escribe desde los primeros

compases, con una notable compaginación y equilibrio sonoro entre el ensamble

instrumental, el coral y las voces solistas. La intervención de Martina Lischetti como

pianista preparadora fue impecable, ya que logró una perfecta integración entre los

intérpretes. El trabajo desempeñado por Joelle Perdaens y Cecilia Carnero en las violas

d’amore fue excelente, al igual que el del violonchelista Hermann Schreiner en viola da

gamba; los oboístas Horacio Laria y Marisa Schmidt, la fagotista Leticia Zucherino y

Mariano Irschick a cargo del órgano y bajo continuo. Bien es sabido que el Auditorio

Nacional es la sala más apta del país para la realización de este tipo de conciertos por la

presencia del imponente órgano Kreis, el cual sonó acorde a la partitura bachiana.

También se notó un perfecto equilibrio entre las voces del coro, que sonó

sumamente preciso y compacto. Y en cuanto a las voces solistas, Mariana Rewerski es

una especialista en este tipo de repertorio cuya voz sonó angelical, al igual que la de

Silvina Petryna. La soprano se destaca en el repertorio de cámara y se consolida como

una de las cantantes nacionales más relevantes del género en estos últimos tiempos.

Martín Díaz es un tenor con buen esmalte vocal, línea de canto y tesitura para

interpretación del repertorio barroco, mientras que Elías Ongay fue la revelación de la

noche como el Evangelista. Los potentes matices de su voz y sus agudos crearon el

clima necesario para recitar los textos bíblicos, transformándose en el narrador de la

historia. Por su parte, Víctor Torres demostró una vez más su maestría, talento y su

poderosa voz para interpretar a Jesús. Descolló en su interpretación junto al barítono

Santiago Tiscornia como Pilato, quien fue otra de las revelaciones de la noche merced a

su impecable técnica, caudal y matices vocales. Unido esto a la dirección de un experto

en este repertorio como Alejandro Nuss, fue un excelente broche de oro para festejar el

domingo de Pascua. El Auditorio Nacional estalló en aplausos y vítores tras su

interpretación – que se hizo sin intervalos, con pequeños cortes de apenas dos minutos

para que los músicos pudieran afinar sus instrumentos-.

Las interpretaciones del Ensamble CAMERUS se destacan por su excelencia

sonora y vocal, pero esta versión fue de una calidad superlativa. Sonó perfecta desde la

primera hasta la última nota y ha sido el lujo del año en materia de música de cámara y

sacra en lo que va de la presente temporada.


No hay comentarios:

Publicar un comentario