Excelente concierto con obras inéditas por la Sinfónica Municipal de 3 de Febrero
NUEVO AVANCE DEL ORGULLO BONAERENSE
Martha CORA ELISEHT
Una de las principales características que tiene la Orquesta Sinfónica Municipal
de Tres de Febrero (OSTREF) es el rescate de obras inéditas o que se representan en
muy escasas oportunidades. Esta vez, la mencionada agrupación sinfónica hizo su
presentación en un ámbito muy oportuno y propicio para un repertorio camarístico: la
iglesia “Nuestra Señora del Líbano” sita en Francisco Lynch (Provincia de Buenos
Aires) el pasado domingo 11 del corriente bajo la dirección de su titular -Ezequiel
Fautario- y la participación de Leandro Kyrkiris (violoncello) como solista, con entrada
libre y gratuita.
El programa estuvo compuesto por las siguientes obras:
- Obertura de “LA DAMA BLANCA”- François- Adrien BOIELDIEU (1775-
1834)
- Adagio con variaciones para violoncello y orquesta, P133- Ottorino RESPIGHI
(1879-1936)
- Serenata para cuerdas, Op.48- Piotr I. TCHAIKOVSKY (1840-1893)
Luego de la presentación oficial de la Orquesta a cargo del locutor, Ezequiel
Fautario se dirigió al público provisto de un micrófono agradeciendo su presencia y
también, para realizar un breve comentario sobre las obras comprendidas en el
programa y agradecer la presencia de la directora del Coro Municipal de Tres de
Febrero – Débora Maccarone-, quien acompañó a la orquesta en calidad de organista y
arpista para la obra de Respighi. Después de la tradicional afinación de instrumentos a
cargo del concertino Pablo Sangiorgio, se ofreció una impecable versión de la obertura
de la ópera de Boieldieu, que se representa en muy escasas ocasiones no sólo en
Argentina, sino también a nivel universal. Fue compuesta en 1825 con libreto de
Eugène Scribe sobre temas de novelas de Sir Walter Scott, que incluyen ambientes
típicos escoceses, una heredera desaparecida, un castillo misterioso, una herencia y un
fantasma – el de la dama blanca que vaga en pena por las noches-. Estos elementos del
Romanticismo gótico lograron un gran éxito en su época y fue una de las primeras
óperas que incorporó el elemento fantástico. La obertura posee un carácter festivo, con
elementos que recuerdan a Rossini y Mozart, pero con una orquestación de carácter
beethoveniano, rica en cromatismo, crescendi y pasajes de singular belleza. Pudo
apreciarse una orquesta muy bien afinada y afiatada, con una impecable actuación del
fagotista Facundo Díaz en el contrapunto con las cuerdas y su correspondiente solo, al
igual que los metales. La versión ofrecida fue de alta calidad y valió la pena
compenetrarse con este tipo de composiciones.
El Adagio para violoncello y orquesta P.133 de Respighi data de 1921 y consta de
un único movimiento donde el instrumento solista expone el tema principal junto con la
orquesta mediante un fraseo en contrapunto con el fagot seguido de un pizzicato en
cuerdas. Ezequiel Fautario imprimió su sello característico dirigiendo a la orquesta con
muy buena profundidad y equilibrio sonoros, con una excelente labor por parte de las
maderas, donde todos los solistas instrumentales tuvieron una soberbia actuación. Por su
parte, Leandro Kyrkiris se destacó por su maestría en el dominio del instrumento,
explorando todos sus matices mediante su digitación, fraseo, cascada e interpretación.
Otra obra de gran línea melódica raramente interpretada, que sonó magistral y que se
tradujo en una ovación de aplausos y vítores para los músicos luego de su ejecución.
Compuesta en 1880, la Serenata para cuerdas en Do mayor, op.48 de Tchaikovsky
consta de 4 movimientos: Pezzo in forma di sonatina: Andante non troppo-Allegro
moderato/ Vals: moderato- Tempo di valse/ Elegía: Larghetto elegíaco/ Finale (tema
ruso): Andante- Allegro con spirito. Se estrenó en privado en Diciembre de ese mismo
año y su primera ejecución pública fue al año siguiente en Moscú, bajo la dirección de
Eduard Napravnik. El tema inicial del 1° movimiento actúa como leitmotiv o hilo
conductor, que posteriormente, se repite no sólo al final de dicho movimiento, sino
también, de la obra, otorgándole un carácter cíclico. Bajo la dirección de Pablo
Sangiorgio, la versión ofrecida fue muy compacta, segura, firme, versátil y, al mismo
tiempo, temperamental desde los primeros compases del 1° movimiento, con un muy
buen desempeño de los violines y violas en las dobles cuerdas de la introducción,
mientras que la labor de los violoncellos y las violas se destacó en el cantábile de la
Elegía, de corte netamente rusa, al igual que el vals del 2° movimiento. Sonó muy
equilibrada, con una excelente musicalidad, buen gusto y perfecta marcación de tempi.
Lo mismo sucedió con el tema folklórico que el compositor introduce en el 4°
movimiento, donde el pizzicato en violines sonó en bloque, mientras las violas, cellos y
contrabajos ejecutan la melodía hasta volver al tema de la introducción. Y, como no
podía ser de otra manera, el público estalló en aplausos y vítores hacia el final para
culminar una muy buena labor por parte de los músicos, quienes brindaron una versión
de altísima calidad de esta celebérrima composición.
Las orquestas sinfónicas del conurbano bonaerense son auténticas gemas por
muchos motivos: la calidad de sus integrantes, el repertorio elegido o el ámbito en el
que desarrollan su actividad. Lamentablemente, su labor se ve opacada al no poder
contar con un aparato de prensa lo suficientemente poderoso como para permitir
difundir mucho más la magnífica labor que realizan. Por ende, sólo se las aprecia
cuando se presentan en grandes escenarios. De vez en cuando, no estaría nada mal que
los corresponsales de los grandes medios de comunicación tomen nota de lo que sucede
a menos de 25 kilómetros del centro de la Ciudad de Buenos Aires. Una vez más, el
orgullo bonaerense se hizo presente en una nueva demostración de repertorio y talento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario