sábado, 24 de mayo de 2025

 Espléndido recital de Maxime Zecchini en los Conciertos del Mediodía del Mozarteum


CON TODO EL ESPÍRITU Y EL ACENTO FRANCÉS

Martha CORA ELISEHT


El Ciclo Conciertos del Mediodía organizado por el Mozrteum Argentino se

destaca no sólo por la alta calidad de sus intérpretes, sino también por el repertorio que

se ofrece. En esta ocasión, el pasado miércoles 14 del corriente se presentó en la Sala

Argentina del Centro Cultural Palacio Domingo F. Sarmiento el pianista francés

Maxime Zecchini pr brindar un recital compuesto exclusivamente por obras de autores

galos, que se detallan a continuación:

- Gymnopédies I-II- Erik SATIE (1866-1925)

- Improvisación en Si menor: Presto ritmico, FP 63, n°1

- Improvisación en La bemol mayor: Assez animé, FP 63, n°2

- Improvisación en Si menor: Presto très sec, FP 63, n°3- Francis POULENC

(1899-1963)

- Trois gnossiennes- Erik SATIE (1866-1925)

- Romanza sin palabras, Op.17 n°3- Andante moderato en La bemol mayor

- “Libera me”, del Réquiem, Op.46- Gabriel FAURÉ (1845-1924)

- Romance- Germaine TAILLEFERRE (1892-1963)

- “Mon coeur s‘ouvre à ta voix” (transcripción para piano del aria de «SANSÓN Y

DALILA» - Camille SAINT- SAËNS (1835-1921)

- « Clair de lune» de la Suite Bergamasque- Claude DEBUSSY (1862-1916)

- Concierto para piano en Re mayor para la mano izquierda (transcripción para

piano solo de Maxime Zecchini)- Maurice RAVEL (1875-1937)


Nacido en París, Maxime Zecchini es uno de los mejores pianistas galos de la

actualidad, multipremiado y reconocido internacionalmente por la calidad de sus

interpretaciones y sus grabaciones. Asimismo, se desempeña como compositor y ha

participado en colaboración con numerosos artistas dando conciertos y conferencias en

su país natal y por todo el mundo. Abrió el presente recital con una versión muy sutil y

de exquisito gusto de las conocidas Gymnopédies de Erik Satie, compuestas en 1888

cuando se ganaba la vida como pianista de cabaret Chat Noir en Montmartre. El término

deriva de un ritual de origen griego donde los jóvenes bailaban desnudos, aunque Satie

admitió haberlo tomado de una novela de Gustave Flaubert. La primera (Lent et

doloreux) se caracteriza por su armonía simple y ondulante, mientras que la segunda

(Lent et triste) es similar y está escrita en modo dórico. En este caso, el intérprete

respetó las sutilezas de manera admirable y de forma sumamente precisa, al igual que

las tres Improvisaciones FP 63 de Francis Poulenc, donde se destacó por un perfecto

dominio de pasajes, cadencias, trinos y arpegios. Las tres piezas se ejecutaron sin

interrupción y sonó sumamente preciso, al igual que en las celebérrimas Gnossiennes de

Satie, compuestas en 1893 y nominadas de esa manera por la vinculación del


compositor con los círculos gnósticos parisinos, donde se realizaban encuentros de

carácter esotérico. La presente versión se destacó por su perfecto dominio de tempi,

crescendi y diminuendi. Seguidamente, Maxime Zecchini brindó una excelsa versión de

la Romanza sin palabras, Op.17 de Fauré, compuesta como un ejercicio de composición

en homenaje a Mendelssohn a los 18 años mientras estudiaba en la École Niedermeyer

de París. Es un andante moderato en La bemol mayor que sonó de manera exquisita,

mientras que se mostró potente y temperamental en la transcripción para piano del

Libera me de su Réquiem, Op.48, que había compuesto de manera independiente en

1877 y que, posteriormente, la incorporó a ssu célebre misa en 1888, cuando se

desempeñaba como organista de la iglesia de La Madeleine en París.

Germaine Tailleferre fue la única mujer integrante del denominado Grupo de los

Seis y fue una compositora sumamente prolífica. Su pieza para piano Romance data de

1913, cuando contaba sólo con 21 años y era una destacada alumna del Conservatorio

de París. De corte impresionista y estilo romántico tardío, sorprende por su belleza tonal

y la versión ofrecida fue sumamente sutil -una característica del pianista galo que

prevaleció durante todo el recital-. En cambio, la transcripción para piano de la

celebérrima aria de la ópera SANSÓN Y DALILA (Mon coeur s’ouvre à ta voix) sonó

algo excedida en el empleo del pedal al final de los tutti, pero conservando su carácter

romántico. Esta última característica prevaleció en la célebre Claro de Luna de la Suite

Bergamasque de Debussy, compuesta en 1890 con el objetivo de homenajear a los

clavecinistas franceses del siglo XVIII, que sonó romántica y a la vez, profunda.

El recital concluyó con una monumental transcripción para piano solo escrita por el

mismo intérprete del Concierto para la mano izquierda en Re mayor de Ravel,

compuesta entre 1929 y 1931 y dedicada al pianista austríaco Paul Wittgenstein, quien

había perdido su brazo derecho sirviendo como combatiente durante la Primer Guerra

Mundial y solicitaba que le compusieran concierto para la mano izquierda. De

inmediato, Ravel compuso este célebre concierto en un solo movimiento, pero

siguiendo la estructura clásica de los tres movimientos de un concierto para dicho

instrumento. El comienzo es sombrío, pero culmina con un final brillante, donde el

genio de Ciboure explora todos los matices del piano exclusivamente para la main

gauche, con pasajes de gran virtuosismo. Si bien a Wittgenstein no le agradó cuando lo

estrenó en Viena ni a Ravel cuando lo dirigió en París, la obra se transformó en uno de

los principales conciertos para piano compuestos durante el siglo XX y en una pieza de

repertorio para un virtuoso. En el caso particular de Zecchini, es un experto en el

repertorio para la mano izquierda y, por lo tanto, posee una pulsación y una digitación

asombrosas, motivo por lo cual el auditorio que se dio cita en la Sala Argentina estlló

unánimemente en aplausos y vítores, que obligaron a que el pianista francés -quien se

dirigió al público en correcto castellano leyendo el texto desde su celular- a hacer dos

bises sobre temas populares: La Vie en Rose, de Edith Piaf y Louis Guglielmi y

Alfonsina y el mar, de Ariel Ramírez y Félix Luna, que sonaron magistrales. El público

aplaudió unánimemente de pie y Zecchini se ganó el corazón y el cariño del público

argentino. Ojalá que regrese pronto por estos pagos y que se lo pueda apreciar en el

ámbito de una gran sala de conciertos, porque es un intérprete eximio de la música de su

país.

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