DON PASQUALE – T.C. Función del 29/09/2019
Tanto Don Pasquale, de Gaetano Donizetti, como
El Barbero de Sevilla, de Gioachino Rossini, son dos obras capitales del género
“Buffo” y hay una conexión entre
ambas.
Aunque sus argumentos son diferentes, la estructura
de estas dos obras, son similares. El barítono, ( Malatesta y Fígaro), arma la
trama para ayudar al tenor (Ernesto y Almaviva), a casarse con la pícara
soprano (Norina / Rosina), que a su vez es pretendida por el anciano bajo (Don
Pasquale/ Don Bartolo).
Don Pasquale, fue estrenada en 1843, cuando
Donizetti era el compositor italiano más importante del momento y el “Bel canto”, reinaba en el repertorio. A
partir de esos años, el gusto del público iría cambiando. Verdi, estrenaba en
1842 su “Nabucco”, y al año
siguiente, Wagner daba a conocer su “Holandés errante”, mientras que Donizetti, ya comenzaba a
sufrir los síntomas de su enfermedad, y solo le quedarían por componer tres
obras más, antes de su fallecimiento en 1848.
Estrenada en Buenos Aires en 1851, llega por
primera vez al Teatro Colon, en 1910, con un elenco de campanillas: Paterna,
Storchio, De Luca y Anselmi; dirigidos por el maestro Edoardo Vitale.
En 1912, la dirige Arturo Toscanini con los
mismos cantantes masculinos, pero con Lucrecia Bori, como Norina.
Así, fueron 16 reposiciones previas a la
actual, donde brillaron figuras como Bonci, Barrientos, Borgioli, Schipa,
Baccaloni, Evans, Bruscantini y directores como Serafin, Panizza y Previtali.
La función del domingo 29, fue musicalmente
discreta, destacándose la dirección orquestal del Maestro Srba Dinic, por el
dinamismo y el buen pulso de su ejecución. También fue destacable la labor del
tenor Santiago Ballerini, con un perfecto estilo belcantista, elegante fraseo,
y sutilezas vocales.
El bajo Nicola Ulivieri, en el rol de Don
Pasquale, mostró eficiencia vocal, pero interpretativamente su personaje
resultó anodino. No reflejó con su canto los distintos estados de ánimo por los
que va pasando su personaje a lo largo de la obra; ansiedad, entusiasmo, rabia,
melancolía, depresión y resignación.
El barítono Darío Solari, que interpretó al
Doctor Malatesta, es un buen cantante, y su labor fue correcta en lo vocal,
pero intrascendente en lo escénico. La soprano Jaquelina Livieri fue correcta
en su desempeño vocal y demostró gran soltura en lo escénico.
La escenografía de Enrique Bordolini, y el
vestuario de Imme Möller, nos ubican en época y espacio atemporal, a pesar que
el libreto de Don Pásquale indique que la acción transcurre en Roma, en la
primera mitad del siglo XIX. Por otra parte, esta “atemporalidad provocada”, permite
soslayar situaciones puntuales del libreto, que en su contexto original no
sería necesario soslayar.
Lo peor que puede le pasar a una “Opera Bufa”,
es que no tenga gracia y aburra. El Director de Escena Fabio Spárvoli, no supo
aprovechar el excelente libreto de Ruffini para crear situaciones graciosas,
como para hacer algo cómico o al menos, entretenido. A tal punto, que el romántico
dúo “Tornami a dir”, fue convertido en una caricatura grotesca.
En síntesis, salvando un par de buenas
actuaciones, (Director de orquesta y tenor), esta fue una versión de Don Pasquale
que quedará en el olvido por insípida y aburrida.
Roberto Falcone
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