domingo, 20 de octubre de 2019


Impresionante concierto a cargo de Pablo Boggiano al frente de la Sinfónica Nacional

A TODA ORQUESTA Y CON FINAL BRILLANTE
Martha CORA ELISEHT

El pasado viernes 18 del corriente tuvo lugar el Ciclo de Abono de la Orquesta Sinfónica Nacional en el marco de la Sala Sinfónica (Auditorio Nacional) del Centro Cultural Kirchner (CCK) bajo la dirección de Pablo Boggiano, con la presencia de los siguientes solistas: José Araujo, Jorge Pérez Tedesco y Eduardo Vassallo (cello) y Daniel Binelli (bandoneón), en un programa compuesto por las siguientes obras: Éxodos, para tres cellos y orquesta de cuerdas de Fabián Pérez Tedesco (1966); Encuentros, para bandoneón, cello y orquesta, de Daniel Binelli - con la presencia del compositor como solista- acompañado por Eduardo Vassallo y el Concierto para orquesta de Béla Bartok (1881-1945).
Quien escribe conoce a Fabián Pérez Tedesco desde sus comienzos, cuando ganó por concurso el cargo de timbal suplente en la Orquesta Estable del Teatro Colón en 1983, tras su breve paso como percusionista en la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires. Posteriormente, viaja para perfeccionarse en Alemania y reside en dicho país hasta la actualidad. En este caso, debuta en su país de origen  como compositor con Éxodos para tres cellos y orquesta de cuerdas en calidad de estreno local. Dedicada a su hermano –el cellista Jorge Pérez Tedesco-, está escrita en un solo movimiento donde el primer cello abre con un Adagio y le siguen los otros dos cellos en canon. Mientras los dos cellos sostienen notas en tonos graves, el tercer cello realiza un contrapunto en agudo. Posteriormente, la orquesta de cuerdas se acopla y toma el tema principal, con reminiscencias de tango y otros ritmos latinoamericanos, que es repicado por los tres cellos solistas con un fraseo y acordes  en cascada. Sigue con una cadencia por parte del segundo cello, que introduce el segundo tema y luego, el timbal lo retoma para lograr una recapitulación posterior por parte de la orquesta, siguiendo una línea melódica en 6/8 con un cantábile por parte del solista, mientras la orquesta ejecuta un contrapunto en 4/4, con reminiscencias de tango. Seguidamente, el tercer cello introduce un tema romántico, mientras la orquesta inicia una cadencia sobre el segundo tema –al estilo de la 5° Sinfonía de Carl Nielsen- , que es retomado por la orquesta para recapitular y cerrar con el tema inicial, mientras los solistas cierran con un punteo. La labor de José Araujo, Jorge Pérez Tedesco y Eduardo Vassallo fue estupenda, con un impecable fraseo y muy buenos matices sonoros, al igual que la excelente dirección de Pablo Boggiano.
Encuentros es una obra compuesta por el talentoso bandoneonista Daniel Binelli. Radicado en Francia, este gran músico argentino también presentó su obra en calidad de estreno local, acompañado por Eduardo Vassallo como  solista. Ambos demostraron ser eximios músicos e intérpretes de gran jerarquía, en una obra escrita en tres movimientos: Andante maestoso-Allegro/ Adagio/ Allegro vivace. Previamente al inicio, Pablo Boggiano acomodó el atrial inclinado hacia la izquierda (“a la rusa”) para permitir una mayor profundidad de sonido y lucimiento de los solistas. El 1° movimiento se abre con un solo de cello (Andante maestoso), repicado posteriormente en el bandoneón, con una particularidad: mientras el cello toca notas graves, el bandoneón lo replica en agudo. La dupla Vassallo- Binelli funcionó a la perfección, logrando una gran interpretación –como pocas veces se ha escuchado en la Sala Sinfónica- y una línea melódica audible, agradable, con muy buenos matices, pero también con  un sello personal, que no cae en convencionalismos. Si bien hay elementos de tango y otros ritmos –tales como la guaracha y el candombe en el Allegro del 3° movimiento- , Binelli conserva un estilo propio en una obra maestra, que permite que los solistas de los diferentes grupos de instrumentos se luzcan. En el transcurso del 1° movimiento, la melodía es retomada por la orquesta (violas y cellos) y posteriormente por la percusión, mediante golpes de látigo y batería, que marcan el ritmo en cadencia de tango, mientras el dúo de bandoneón y cello interpretan un cantábile magistral. El segundo movimiento (Adagio) abre con un solo de bandoneón, seguido por el cello y un solo de violín a cargo del concertino en un contrapunto –magistral interpretación de Xavier Inchasuti-, mientras la orquesta desarrolla el tema hasta desembocar en un acorde fff (fortissimo) al cierre del movimiento. El 3° movimiento abre con el dúo de cello y bandoneón en ritmo de tango y candombe, que posteriormente es retomado y desarrollado por la orquesta con un tutti en ritmo de guaracha. La dirección de Pablo Boggiano fue estupenda en todos los aspectos, dando entradas, marcación e indicaciones precisas a cada uno de los solistas de los diferentes grupos de instrumentos. Al final de la obra, el público que permaneció en la sala –ya que lamentablemente, hubo muchos que se retiraron-  la aplaudió y hubo numerosos vítores. La dupla Binelli- Vassallo ofreció un bis de tango: Triunfal, de Astor Piazzolla, donde ambos demostraron sus excelentes dotes y se retiraron sumamente aplaudidos.   
Compuesto en 1942, el Concierto para Orquesta de Béla Bartok consta de cinco  movimientos, siguiendo el siguiente esquema: Vivo- Moderado- Lento- Moderado- Vivo. Según el propio compositor, “se produce una transición gradual de la austeridad del primer movimiento hasta la afirmación vital del último”. En efecto, la grandilocuencia y vitalidad característicos de esta obra representan el triunfo de la mente sobre el cuerpo (hay que recordar que Bartok estaba gravemente enfermo de leucemia cunado lo compuso). En la presente versión, el acorde inicial del 1° movimiento (Mi- La-Re- Sol- Fa) sonó muy compacto por parte de violoncellos y contrabajos, que luego es retomado por las maderas. Lo mismo sucedió con el Allegretto scherzando del 2° movimiento, interpretado magistralmente por el dúo de fagots y el trío de trompetas con sordina, continuado por el resto de la Orquesta. Luego de la trágica Elegía del 3° movimiento –basada en un tema típico húngaro extraído del 1° movimiento-, Boggiano  y los músicos a su cargo tuvieron un magnífico desempeño en los pasajes más brillantes y más conocidos de la obra Allegretto y Finale: pesante- presto, con un equilibrio perfecto entre los tutti, el virtuosismo y el contrapunto. En el 4° movimiento, el tema es interrumpido por los glissandi en los trombones y los instrumentos de viento. Los solos por parte de las flautistas Amalia Pérez y Patricia Da Dalt sonaron perfectos, al igual que los solos de flautín (piccolo) de Sandra Acquaviva y de oboe, a cargo de Gustavo Cosentino. Pablo Boggiano demostró ser un director de jerarquía, logrando un  sonido compacto, puro y un equilibrio perfecto, dando vuelo y haciendo “cantar” a la orquesta. Si bien la versión que ofreció Pablo Drucker a principios de 2018 con la Orquesta del Teatro Argentino de La Plata fue excelente, fue algo más académica al compararla con la presente, que fue brillante desde todo punto de vista y una de las mejores que esta cronista tuvo oportunidad de escuchar.
A pesar de las dificultades, los contratiempos económicos y los consabidos carteles #Sinfónica Nacional en crisis que exhiben los músicos antes del inicio de cada concierto, la orquesta ha sido galardonada con el Premio Konex de Platino a la mejor orquesta sinfónica del país. Un motivo más de orgullo para seguir destacándose y continuar ofreciendo un repertorio de obras de alta jerarquía, extrema complejidad  y estrenos de compositores argentinos –que consta dentro de sus objetivos principales desde su creación, en 1948- y extranjeros, o interpretando un repertorio poco convencional. Y en este caso, con un final brillante, acorde a los quilates de la batuta de su director.

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