jueves, 24 de octubre de 2019




LA BELLEZA VOLVIO A ESCENA

Teatro Colón, temporada 2019. Ballet: “La Cenicienta” en tras actos basado en el cuento de Charles Perrault. Música de Serguei Prokofieff, coreografía de Sir Ben Stevenson. Principales Protagonistas: Nadia Muzyca (Cenicienta), Juan Pablo Ledo (Príncipe), Silvia Grün (Bruja), Ludmila Galaverna (Hada Madrina), Matías Foronda (Padre), Analía Sosa Gurrero (Madrasta), Leandro Tolosa (Hermanastra Mayor), Tomás Carrillo (Hermanastra Menor), Yosmer Mejía (Bufón), Stephanie Kessel (Hada Primavera), Laura Domingo (Hada Verano), Ayelén Sánchez (Hada Otoño), Paula Cassano (Hada Invierno). Ballet Estable del Teatro Colón, Directora: Paloma Herrera. Orqusta Estable del Teatro Colón. Diseño de Producción: Tom Boyd, Iluminación: Christina R. Gianelli en reposición de Rubén Conde. Dirección de Orquesta: Jesús Medina. Reposición Coreográfica: Dominic Walsh. Función del 23 de Octubre del 2019.

 NUESTRA OPINION: MUY BUENO.

  Además de ser siempre muy bienvenidas las obras que se pueden ver con menor frecuencia, también es importante el hecho de ampliar un repertorio que , justo es reconocerlo, hasta la llegada de la conducción de Paloma Herrera al Ballet Estable del Colón, venía encasillándose en la más convencional programación. Primero fueron las bienvenidas reposiciones de “Coppelia” y “Don Quijote” y maravillas como “Sylvia”. Ahora es el turno de “La Cenicienta” en la que se combinan la música de Serguei Prokofieff, tal vez menos inspirada que en “Romeo y Julieta”, junto a la excelente coreografía de Sir Ben Stevenson que potencia esta partitura y la eleva hasta alcanzar niveles de excelencia.  Me llevó a elegir esta función el hecho de que la misma marcaba el regreso al escenario de Nadia Muzyca, acaso las más refinada protagonista con la que hoy cuenta el Ballet Estable y junto a ella, Juan Pablo Ledo, de quien debemos decir exactamente lo mismo en cuanto a los roles masculinos. Acerté. No me defraudaron en lo más mínimo.

  Es ocioso recordar la historia. En cambio he de referirme a la coreografía. Hace casi 50 años Sir Ben Stevenson recibía el encargo del National Ballet de Washington de una coreografía sobre el cuento de Perrault para utilizar la música que Serguei Prokofiff compuso en 1945 por comisión  del Ballet del Teatro Bolshoi de Moscú con coreografía de Rotislav Zakharov . De aquí podemos sintetizar que enfatiza mucho la relación Padre/Hija, la que es constantemente interrumpida por la acción de las hermanastras. Una Madrasta perversa, muy bien marcada. La simpática aparición de la bruja que se niega a llevarse el cuadro de la madre de la protagonista y que justamente recibe la ayuda de esta. La aparición del Hada Madrina junto a su sequito de hadas que simbolizan las cuatro estaciones del año. Un simpático bufón de la corte del príncipe, que hará de “filtro” entre este y la corte. Y, fundamentalmente, el hecho de confiar a dos bailarines el rol de las hermanastras, lo que además de dar aspecto grotesco acentúan aún más las diferencias de estas con la protagonista y dejan ver de ella su desdichada vida.

   El producto que pude ver en escena fue muy bien servido. La labor del repositor Dominic Walsh, colaborador de Stevenson, el que a sus 92 años sigue al frente del Texas Ballet Theatre, no pudo ser más encomiable. Supo extraer lo mejor de los solistas principales, marcó de manera impecable cada rol y logró buenos desplazamientos en los momentos de conjunto. Todo fue respaldado por una acertadísima escenografía y un muy bien realizado vestuario a cargo de Tom Boyd, lo que fue completado con un diseño lumínico original de Christina Gianelli al que Rubén Conde logró trasplantar una vez más con acierto al escenario de Ntro. Primer Coliseo. Los integrantes del Ballet Estable lucieron plenamente en los momentos grupales y resultaron también muy bien elegidos todos los que realizaron roles menores. En cuanto a los roles principales tuvimos la simpática intervención de Silvia Grün como la bruja, Stephanie Kessel como una estupenda Hada Primavera, Laura Domingo en una muy buena composición del Hada Verano, Ayelen Sánchez fantástica como el Hada Otoño y una soberbia Paula Cassano como el Hada Invierno. Martín Foronda dio vida a un Padre entre la espada y la pared, protector hasta donde puede de su primogénita pero sumiso a su segunda esposa y a sus otras dos hijas. Justamente Analía Sosa Guerrero logró dar en el punto exacto al dar vida a la Madrasta. Logró transmitir la inescrupulosidad que se pide para el  rol. Soberbios en el desempeño tanto Leandro Tolosa como la Hermanastra Mayor como Tomás Carrillo en la Hermanastra Menor con desenfado, simpatía y hasta estupendos en los momentos en que deben exponer la torpeza que anida en ambos roles. Ludmila Galaverna tuvo un magistral desempeño como el Hada Madrina con muy buena presencia, buenos desplazamientos y depurada técnica. La revelación de la noche fue el estupendo Bufón que ofreció Yosmer Mejía. Cuanto desenfado, talento y frescura. Cuanto derroche magnífico en los saltos, giros y expresividad. Debe aprovechárselo más a fondo. Juan Pablo Ledo dio vida a un magnífico príncipe que solo tiene ojos para la protagonista a partir de encontrarla en el baile.  Y Nadia Muzyca fue la imponente Cenicienta. Cuanto talento, refinamiento, técnica exquisita que hasta pareciera flotar en al aire,  tal su desempeño en el gran Pas de Deux final. Actriz perfecta, traza a una criatura creíble y querible desde el vamos. Y para ambos la magnífica conexión que mantuvieron en toda la función. La gracia y el refinamientoque ambos mostraron fue la arista más sobresaliente. Párrafo aparte la muy buena dirección de orquesta del experimentado conductor mexicano Jesús Medina. Pese a un comienzo un tanto impreciso, las cosas se fueron corrigiendo y asentando de inmediato para lograr una total conexión con los bailarines, dando por resultado de que este espectáculo se convierta en uno de los mayores logros de la gestión de Paloma Herrera, con  el adicional del retorno a escena de una de las bailarinas más talentosas de Argentina. ¡Bravo!.

Donato Decina

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