Espectacular debut de la Sinfónica de Porto Alegre en el Colón
CON
SABOR Y ACENTO GAÚCHO
Martha
CORA ELISEHT
Tras
la pandemia, las orquestas extranjeras han retomado sus giras y permite que el
público argentino vuelva a apreciarlas. Uno de los tantos debuts que quedaron
postergados fue el de la Orquesta Sinfónica de Porto Alegre (OSPA), que se
produjo finalmente sobre el escenario del Teatro Colón el domingo 10 del
corriente con la participación del pianista Fabio Martino y la dirección de su
titular -Evandro Matté-, quien además cuenta con el mérito de haber sido
trompetista de la mencionada agrupación sinfónica durante más de 20 años.
El
programa estuvo integrado por las siguientes obras:
-
Mba’epu Porá –
Arthur BARBOSA (1965)
-
Rapsodia sobre un tema de
Paganini, op.43- Sergei RACHMANINOV (1873-1943)
-
Choros n°6-
Heitor VILLA- LOBOS (1887-1959)
Fundada
en 1950, la OSPA es un organismo vinculado a la Secretaría de Estado de Río
Grande do Sul y realiza conciertos por todo el mencionado Estado. Además, es una
de las orquestas sinfónicas más antiguas de Brasil, que ha recibido a numerosos
músicos y maestros argentinos durante sus 72 años de existencia, según palabras
textuales de su director al finalizar el concierto. Precisamente, uno de los
maestros del compositor y arreglador Arthur Barbosa fue un compatriota: Darío
Ntaca, con el cual estudió composición. Nacido en Ceará en 1965, Barbosa
integra la fila de primeros violines de la orquesta y su obra Mba’epu Porá
(Música bella, en idioma tupí- guaraní) fue compuesta y estrenada en 2018
para la inauguración de la nueva sala de conciertos de la OSPA bajo la
dirección de Evandro Matté. Se trata de una fantasía sinfónica de casi 12
minutos de duración, donde se resume la historia musical de Río Grande do Sul:
los sonidos de la selva -representados por silbatos y maderas en agudo, emulando
el canto de las aves y el murmullo en trémolo a cargo de los
contrabajos-, la música de los nativos -introducida por la flauta, con apoyo
por parte de la percusión y las cuerdas-, de los europeos, los negros de África
y de todo el mundo, pero con características particulares. El tema
correspondiente al legado europeo -en escala heptatónica- está en ritmo de modinha
(género típicamente brasileño), introducido por el trombón y retomado por
las cuerdas en su conjunto. La obra culmina con una monumental fuga que
conjuga todos los temas anteriores. La orquesta contó con un orgánico de
aproximadamente 120 músicos en escena y sorprendió por la calidad y pureza del
sonido, al igual que la excelente marcación e interpretación de Matté. Fue muy
bien recibida por el público y el compositor salió a saludar para luego, volver
a tomar su puesto.
La
celebérrima Rapsodia sobre un tema de Paganini fue compuesta y estrenada
en 1934 por la Orquesta de Filadelfia con la presencia del mismo Rachmaninov al
piano bajo la dirección de Leopold Stokowski. Son 24 variaciones sobre el Capricho
n°24 del mencionado compositor italiano, quien era además un virtuoso del
violín. En esta ocasión, el joven pianista Fabio Martino logró una
interpretación brillante y sumamente precisa como consecuencia de su excelente
digitación y pulsación. Fue muy sutil en los pasajes suaves, aunque algo
impetuoso en los tutti y pasajes fuertes. Por dicho motivo -según
apreciación personal de quien escribe- sonó algo excedido, pero se vio
compensado rápidamente por una interpretación sin fisuras. La correspondencia
entre director y pianista fue total y el Colón estalló en aplausos al finalizar
dicha pieza. Esto motivó a realizar un bis: Danza del gaucho matrero de
Alberto Ginastera, donde Fabio Martino volvió a deslumbrar con su prodigiosa digitación
y pulsación.
Si
bien la palabra Choro significa “lamento” en portugués, representa un
género típicamente brasileño, donde una serie de músicos (chorões) improvisan
sobre un tema determinado. Heitor Villa- Lobos fue un cultor de dicho género y
decidió llevarlo al terreno sinfónico, constituyéndolo en uno de los géneros
más representativo de la música de su país. Compuso una serie de 14 Choros y
choros bis entre 1920 y 1929, algunos de los cuales son para instrumentos
de cuerda, orquesta o coro mixto y orquesta. El Choros n°6 data de 1926
y fue compuesto para gran orquesta (2 flautas, flautín, 2 oboes, corno inglés, 2
clarinetes, clarinete bajo, 2 fagotes, 1 contrafagot, 34 cornos, 3 trompetas, 4
trombones, tuba, 2 arpas, timbales, tam-tam, saxofón, xilofón, platillos, bajo,
batería, celesta, cuerdas y numerosos instrumentos de percusión), que permite
el lucimiento de todos los solistas de las principales secciones de
instrumentos. La versión ofrecida por Evandro Matté al frente de la OSPA fue de
excelente calidad, muy equilibrada y con un sonido pocas veces escuchado en el
Colón por una orquesta latinoamericana. Una no recuerda que el público de
platea se haya puesto de pie unánimemente para aplaudir a una agrupación
sinfónica de América del Sur al final del concierto. Por dicho motivo, Evandro
Matté decidió homenajear al país anfitrión con una monumental versión de Libertango
de Astor Piazzolla, que sonó perfectamente bien y donde hizo que el público
marcara el ritmo típico de esta pieza.
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