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Siguiendo el presente enlace, podrán ver la imágen de la pareja protagónica Ayelén Sanchez-Juan Pablo Ledo captada por la lente del Maestro Arnaldo Colombaroli.
Muy buena actuación del Ballet Estable del Colón en “DON QUIJOTE”
UN CLÁSICO RENOVADO DE LA MANO DE DOS GRANDES
Martha CORA ELISEHT
Dentro de la Temporada 2025 -donde los Cuerpos Estables del Teatro Colón
celebran el centenario de su existencia-, el Ballet Estable incluyó una producción de uno
de los grandes clásicos de la danza: DON QUIJOTE, de Ludwig Minkus (1826-1917)
con libreto de Marius Petipa (1818-1910) basado en el episodio “Las bodas de
Camacho” de EL INGENIOSO HIDALGO DON QUIJOTE DE LA MANCHA, de
Miguel de Cervantes Saavedra (1547-1616). Pero esta vez, este sempiterno clásico
cuenta con coreografía realizada por dos grandes figuras de la talla de Silvia Bazilis y
Raúl Candal- ex primeros bailarines del Ballet Estable-, quienes prepararon
respectivamente al elenco femenino y masculino de esta producción del Ballet Nacional
del SODRE de Montevideo, cuyo estreno tuvo lugar en 2017 y cuyas representaciones
tendrán lugar en el Teatro Colón entre los días 24 de Julio al 3 de Agosto del corriente
año con participación de figuras de prestigio internacional como María Celeste Losa y
David Soares -primeros bailarines del Teatro alla Scala de Milán-; Marianela Núñez -
Royal Ballet de Londres- y Patricio Revé -Queensland Ballet, Australia-. Bajo la
dirección de Julio Bocca al frente del Ballet Estable y con la presencia de Lorena
Fernández Sáez como coreógrafa repositora invitada, la presente producción cuenta con
la siguiente ficha técnica: escenografía y vestuario de Hugo Millán, iluminación de
Pablo Pulido y supervisión de producción de Daniela Renée López, con la presencia del
director Manuel Coves al frente de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires.
Quien escribe tuvo oportunidad de asistir a la función correspondiente al Abono
Nocturno, que tuvo lugar el pasado jueves 24 del corriente con el siguiente reparto:
Matías Santos (Don Quijote), Leonardo Reale (Sancho Panza), Noemí Szeleszinsky
(cocinera), Ayelén Sánchez (Kitri/ Dulcinea), Juan Pablo Ledo (Basilio), Lucas Matzkin
(Torero), Milagros Niveyro (Mercedes), Victoria Wolf y Beatriz Boos (amigas de Kitri y
variaciones del Grand Pas de Deux del Acto 3°), Julián Galván (Lorenzo), Emanuel
Abruzzo (Camacho), Jiva Velázquez y Maricel Di Mitri (gitanos), Mora Capasso (Reina
de las Dríadas), Caterina Stutz (Cupido) y Sergio Hochbaum (Tabernero y Cura).
¿Qué motivó al gran coreógrafo de los Teatros Imperiales de Rusia a ambientar
su obra en España?... Petipa vivió durante tres años entre Madrid y Andalucía luego de
dejar su cargo en la Ópera de Bordeaux cuando sólo tenía 23 años y un gran futuro por
delante. Se enamoró de las costumbres y las danzas típicas de Andalucía y perfeccionó
su técnica hasta estar a la altura de los mejores bailarines españoles. Lamentablemente,
tuvo que dejar la Península Ibérica a raíz de un duelo con un marqués -cosa que estaba
terminantemente prohibida en España por aquel entonces- y aceptó la invitación para ir
a San Petersburgo como primer bailarín del Teatro Mariinski. Allí desarrolló una carrera
brillante, donde en 1869 la Dirección de los Teatros Imperiales le encomendó la
realización de un ballet basado en Las bodas de Camacho, episodio de Don Quijote de
Cervantes a estrenarse en Moscú. Al público moscovita le gustaban las obras sencillas y
entretenidas, razón por la cual Petipa decide montar un ballet con personajes reales,
simples y en tono de comedia romántica sobre los amores contrariados de Kitri y
Basilio, la pretensión de su padre de casarla con el rico y estrafalario Camacho y la
ayuda que Don Quijote y Sancho Panza ofrecen a los jóvenes para culminar con un
final brillante. Para ello convocó a Ludwig Minkus, quien ya se había trasladado a
Rusia en ese mismo año y quien compuso temas muy rítmicos sobre bailes típicos
españoles como el bolero, el fandango, las seguidillas y sevillanas. La recepción y la
crítica luego de su estreno en Moscú fueron muy favorables, pero no sucedió lo mismo
en su estreno en Sn Petersburgo en 1871. El público de dicha ciudad tenía gustos más
sofisticados y no fue sino hasta 1900 cuando Alexander Gorski repone Don Quijote en
Moscú con algunos cambios en la coreografía original de Petipa y un rol más escénico
por parte de todos y cada uno de los personajes. Se redujo la versión original de un
prólogo y cuatro actos a un prólogo y tres actos.
En la presente versión, se respetan muchos elementos de las coreografías de
Petipa y Zarko Prebil más las modificaciones introducidas por Gorski, pero se agrega
una de Mikhail Barishnikov -quien otorgó a Julio Bocca el permiso correspondiente
para usarla- en la escena de las copas en la taberna del 3° acto. Las variaciones
introducidas por la dupla Bazilis/ Candal son más notorias en las escenas de conjunto y
en el baile de los gitanos del 2° Acto -con una coreografía totalmente diferente-, al igual
que en el sueño de Don Quijote tras su aventura contra los molinos de viento en el
jardín de las dríadas. Sí se notó la ausencia del abanico en la variación de Kitri del
Grand Pas de Deux del 3° acto, al igual que la manteada que el conjunto de bailarines le
brinda a Sancho Panza durante el 1° acto, levantándolo por el aire luego de vendarle los
ojos y la mayor modificación se aprecia durante la escena del campamento gitano.
Desde el punto de vista musical, la magnífica dirección de Manuel Coves al
frente de la Filarmónica hizo que la orquesta no sólo sonara acompasada al ritmo del
bailarín, sino que le aportó brillo y enjundia en la interpretación. Hubo muy buena
coordinación de las escenas de conjunto y grandes actuaciones de los bailarines que
encararon roles de carácter; sobre todo, Emanuel Abruzzo como Camacho, Matías
Santos como Don Quijote y, especialmente, Leandro Reale, quien dio vida a un
divertido y simpático Sancho Panza. Victoria Wolf y Beatriz Boos se lucieron en sus
respectivas variaciones como las amigas de Kitri en el 1° acto y en el Grand Pas de
Deux del 3°, al igual que la pareja formada por Jiva Velázquez y Maricel De Mitri como
los Gitanos. Él hizo gala de sus dotes acrobáticas y ella, de su técnica e histrionismo.
Por su parte, Caterina Stutz brilló como Cupido en el cuadro del suelo de Don Quijote,
al igual que Mora Capasso como la Reina de las dríadas. Posee una impecable técnica y
muy buena plasticidad, gracia y delicadeza en su interpretación. Una de las grandes
incorporaciones al Ballet Estable al igual que Lucas Matzkin, quien sorprendió como el
Torero Espada. Sus giros, developées y movimientos fueron de una precisión y
plasticidad asombrosas y fue la revelación de la noche. Milagros Niveyro supo
acompañarlo muy bien como Mercedes -la bailarina de la calle-, demostrando un
notable crecimiento profesional.
La pareja protagónica formada por Ayelén Sánchez y Juan Pablo Ledo en los
roles de Kitri y Basilio descolló por la coordinación, precisión -sobre todo, en los
sostenues donde Kitri permanece suspendida en el aire tras el solo de pandereta-y en los
pliés, fouettes, solage, arabesques, panchés y giros, donde se los apreció muy seguros.
Hubo un ligero traspié por parte de Ledo en una variación, que fue rápidamente
subsanado merced a su profesionalismo y que no le restó mérito. Todos los
protagonistas fueron intensamente aplaudidos al finalizar la función y el público
ovacionó a Silvia Bazilis y Raúl Candal cuando salieron a saludar en calidad de
coreógrafos. Ambos recibieron los tradicionales ramos de flores y el reconocimiento del
público como primeras figuras del Ballet Estable que supieron brillar sobre el escenario
del Colón.
En líneas generales, ha sido una muy buena función y se pudo apreciar una
mejor coordinación en las escenas de conjunto en este gran clásico. Las enseñanzas y la
preparación a cargo de grandes maestros dan sus frutos y se aprecian sobre el escenario.
Lo único malo es que siempre se ha dado prioridad para incluir a figuras de fama
internacional dentro del Abono de Ballet, cosa que no sucede durante la presente
Temporada. Todo el mundo tiene derecho a disfrutar de grandes intérpretes y auténticas
figuras de la danza mundial, pero es injusto que alguien que adquiere sus localidades
como abonado en tiempo y en forma tenga que oblar nuevamente otra función para
poderlos apreciar.
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