Excelente presentación del Trío del Este en el Salón Dorado del Teatro Colón
DIGNOS GANADORES POR MÉRITO PROPIO
Martha CORA ELISEHT
Recientemente galardonado como mejor Grupo de Cámara correspondiente a la
Temporada 2024 de la Asociación de Críticos Musicales de la Argentina, el Trío del
Este sigue cosechando éxitos y presentándose en diferentes escenarios. Esta vez, la
agrupación integrada por Sebastián Masci (violín y viola), Alicia Belleville (piano) y
Matías Thicourel (clarinete y clarinete bajo) se presentó en el Salón Dorado del Teatro
Colón el pasado miércoles 16 del corriente para ofrecer el siguiente programa:
- Trío para viola, clarinete y piano en Mi bemol mayor, K. 498 (“Kegelstatt”)-
Wolfgang A. MOZART (1756-1791)
- “Invierno Porteño” y “Primavera Porteña” de “Las Cuatro Estaciones
Porteñas” (arreglo: José María BRAGATO)- Astor PIAZZOLLA (1921-1992)
- Suite para violín, clarinete y piano- Alexander ARIUTUNIAN (1920-2012)
Debido a que no se entregan programas de mano en los conciertos que tienen
lugar en el Salón Dorado, Sebastián Masci actuó como presentador anunciando las
obras y brindando una breve reseña sobre las mismas.
En el caso del Trío para viola, clarinete y piano en Mi bemol mayor de Mozart,
el nombre Kegelstatt hace alusión al callejón donde circulan los bolos para derribar los
palos. Mozart ya había compuesto los 12 dúos para corni di bassetto (K.487) mientras
estaba jugando a los bolos en 1786 y luego, añadió este trío, denominado originalmente
“Ein Terzett für Klavier, Viola und Klarinett”, pero no existen evidencias que
demuestren que Mozart le haya puesto ese subtítulo, sino que fue obra de editores
posteriores. Sí se sabe que está dedicado a Franziska Jacquin (1769-1850), amiga y
discípula del compositor, quien se mostraba muy satisfecho por los progresos de su
alumna como pianista. En aquella época, el clarinete era un instrumento prácticamente
nuevo y existían muy pocas obras compuestas para el mismo, de modo que contribuyó a
ampliar el repertorio. Posee 3 movimientos: Andante/ Menuetto/ Allegretto, donde los
músicos lograron un muy buen sonido desde los primeros compases del movimiento
inicial. Cada uno se lució -tanto de manera individual en sus variaciones y solos como
en ensamble- logrando un sonido compacto y envolvente. En el caso particular de
Sebastián Masci, era la primera vez que tocaba la viola en vez del violín y lo hizo muy
bien, merced a un excelente fraseo y ejecución de pasajes. El menuetto central sonó de
manera elegante y precisa, mientras que Matías Thicourel tuvo un excelente desempeño
al inicio del allegretto final, seguido en viola por Sebastián Masci. Mientras el piano
lleva la base rítmica, el clarinete y la viola llevan la melodía. Finalmente, mediante una
serie de variaciones a cargo de cada uno de los instrumentos, los tres suenan al unísono
mediante una coda que deja fascinado al oyente. Tras su interpretación, el público entró
a aplaudir calurosamente.
A continuación, se escucharon dos fragmentos de Las Cuatro Estaciones Porteñas
de Astor Piazzolla: Invierno Porteño y Primavera Porteña, donde Matías Tchicourel
realizó una transcripción para clarinete bajo (clarón) del célebre arreglo del
violonchelista José María Bragato -quien, a su vez, integró el ensamble que conducía
Astor Piazzolla- al mejor estilo del célebre dúo formado por el compositor marplatense
con el saxofonista Gerry Mulligan en los años ’70. En este caso, este arreglo para
clarinete bajo -en reemplazo del violoncello- permitió brindar una textura diferente.
Unido esto a los excelentes glissandi y resolución de cadencias de Alicia Belleville
llevando la melodía en piano mientras el violín da la métrica rítmica en Invierno
Porteño, el clarinete bajo ofrece un magnífico contrapunto. El solo de Matías Tchicourel
fue sublime, mientras Sebastián Masci se distinguió por su maestría como violinista. Y,
en el caso de Primavera Porteña, la entrada al unísono fue perfecta, aunque el violín
solista posee un predominio de matices sonoros. El clarinete bajo brinda los graves
mientras el violín solista desarrolla la fuga inicial. En la parte central de la pieza, el
clarinete bajo lleva la melodía, seguido por el violín y el piano. Los instrumentos
desarrollan sus respectivas variaciones antes de la fuga final al unísono, que sonó
auténticamente piazzoliana. El impecable fraseo de Sebastián Masci -un consabido
intérprete de este repertorio- lo hizo posible y el Salón Dorado estalló en aplausos.
Alexander Ariutunian fue un compositor armenio muy prolífico, que escribió
numerosos conciertos para instrumentos de viento, un concierto para violín y orquesta y
numerosa música de cámara. Adquirió fama tras haber ganado el Premio Stalin en 1949
por su cantata Tierra Madre (Motherland), entre numerosos galardones. Su Suite para
violín, clarinete y piano data de 1992 y está dedicada al Trío Vernier. Posee 4
movimientos: Introducción (Lento)/ Scherzo (Allegretto giocoso) / Diálogo (Lento) y
Finale (Sincopado), donde los movimientos lentos se caracterizan por una inmensa
profundidad sonora, mientras que los rápidos se basan en temas folklóricos armenios.
La interpretación se caracterizó por tener entradas muy precisas, con perfecta ejecución
de los glissandi y trinos por parte del clarinete y del piano, mientras que el violín se
caracterizó por pasajes de un fraseo impecable. El 1° movimiento se inicia desde las
notas graves del piano, seguido por el violín, que toma la melodía. El arabesco inicial a
cargo del clarinete es de carácter oriental, con mucha influencia de la música rusa de
fines del siglo XIX -principalmente, Ippolitov- Ivanov, con pasajes que evocan su
Rapsodia Armenia-. La melodía del 2° movimiento es muy alegre y ricamente
elaborada, mientras que en el 3° (Lento), el violín y el clarinete ejercen un excelente
contrapunto, que desemboca en la síncopa a cargo del piano que marca el inicio del 4°
movimiento. Dicha melodía también es de corte netamente oriental y es tomada por el
violín y el clarinete, quienes protagonizan el 3° movimiento mediante un diálogo en
canon donde se vuelve al tema del Lento inicial para culminar en una recapitulación de
la mencionada síncopa. La maestría y la calidad de los integrantes del Trío del Este se
vio reflejada en esta hermosa obra, que tuvo una ovación de aplausos y vítores luego de
su interpretación. Y, a pesar de que se había acabado el tiempo y los músicos tenían que
cumplir estrictamente el horario por otros compromisos artísticos, hubo tiempo para
ofrecer un bis: una selección de La invitación al castillo, de Francis Poulenc, compuesta
en 1947 como música incidental para la comedia homónima de Jean Anouhil. Una
versión de muy buen gusto y gran jerarquía interpretativa, que también fue muy
aplaudida.
En un contexto difícil para la música de cámara por cierre de espacios para su
difusión y falta de apoyo económico, el hecho de organizar este tipo de actividades con
intérpretes de alta calidad y primer nivel hace que el público se interese y descubra este
vastísimo repertorio, tan o más importante que el sinfónico convencional. Por otra parte,
permite la formación de nuevo público mediante conciertos breves -menores a una hora
de duración-. En este caso, con los ganadores de un premio recientemente obtenido por
mérito propio.
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