sábado, 7 de mayo de 2022

 

Muy buen concierto de obras de compositores argentinos en el CCK

 

DE LO NUESTRO, LO MEJOR

Martha CORA ELISEHT

 

            Uno de los principales organismos sinfónicos del país es la Orquesta Nacional de Música Argentina “Juan de Dios Filiberto” (ONMA), cuya misión es fomentar, jerarquizar y difundir la música de compositores locales en todas sus manifestaciones y en todo tipo de ámbitos. En el día de ayer, la mencionada agrupación musical brindó en el Auditorio Nacional del Centro Cultural Kirchner (CCK) un programa compuesto íntegramente por este tipo de obras bajo la dirección de Andrés Tolcachir, con la participación de los siguientes solistas:

-          Paralelo 33 (percusión)

-          Daniel Lifschitz (flauta)

-          Laura Politi (oboe)

-          Gonzalo Morales Sánchez (clarinete)

-          María Marta Ferreyra (fagot)

-          Gabriel Said (percusión)

El programa estuvo integrado por las siguientes obras:

-          Suite para cuatro percusionistas y orquesta- Martín DIEZ, Fabián KEOROGLANIÁN, Pablo LA PORTA, Marcos CABEZAZ

-          Cuatro aires del sur para cuarteto de vientos, percusión y orquesta- Pablo LOUDET (estreno mundial)

-          Suite concertante- Ariel HAGMAN (estreno mundial)

 

Ante la consabida falta de programas de mano, Andrés Tolcachir presentó a los solistas e hizo una reseña de cada una de las obras comprendidas en el programa antes de su interpretación. La mencionada Suite para cuatro percusionistas y orquesta consta de 4 números, compuestos por cada uno de los integrantes del ensamble. Tras una breve introducción (Intuitivo o lector, de Martín Diez), sigue con Zamba para no olvidarte, de Fabián Keoroglarián. Es una obra de sonido compacto, audible y agradable que abre con un glissandi en marimba acompañada por cajas, xilofón, vibrafón, timbales y batería. La percusión marca el tema principal con acompañamiento de orquesta, donde el glissandi del xilofón brinda vuelo y voluptuosidad al mencionado acompañamiento de dicho ritmo folklórico. La suite sigue con Voz interior, de Pablo La Porta, donde la obra se inicia con un solo de flauta en arabesco, seguida por el clarinete para que luego se acoplen las campanas, xilofón y marimba en glissandi. Posteriormente, hay una síncopa a cargo de los timbales, bombo y orquesta hasta desembocar en un solo de xilofón, con reminiscencias de tango y cumbia en el tema principal. Por último, cierra con 19 de Septiembre de Marcos Cabezaz, donde la percusión y la orquesta se fusionan en un tutti con ritmo de malambo, marcado por el bongó y las tumbadoras. El forte se desvanece  con un glissandi a cargo de la marimba y las kalimbas para luego pasar a un solo de  tambor, tras el cual se desarrolla una fuga a cargo de las cuerdas, seguida por la percusión con contrapunto de contrabajos en pizzicato. La labor desarrollada por el conjunto de percusionistas fue excelente, al igual que el contrapunto por parte de la orquesta y la marcación del director. Fue muy bien recibida por el público mediante un aplauso prolongado.

            Seguidamente, los solistas de vientos y el percusionista Gabriel Said se hicieron presentes sobre el escenario para interpretar Cuatro aires del sur, que fue compuesta especialmente por encargo de la ONMA a Pablo Loudet sobre ritmos latinoamericanos (Joropo, Habanera, Guarania y Milonga). Además de la típica formación orquestal, se incorporaron 3 bandoneones y una guitarra. Las violas tienen a su cargo la apertura del Joropo, seguidas por el resto de la orquesta y los bandoneones. Por momentos, el ritmo era más parecido a una chacarera que a un joropo venezolano, pero que sonó con brillo, fiato y sonido equilibrado. El conjunto instrumental arranca con un solo de maracas previamente a la entrada de los vientos, apoyados por el piano y el fagot solista. Posteriormente, la orquesta toma el tema principal, donde se desarrolla un contrapunto interesante entre bandoneones y corno. En la Habanera, los cellos y contrabajos introducen la melodía en pizzicato previamente al solo de clarinete, oboe y fagot, mientras que la percusión está representada solamente por golpes graves de triángulo. En este movimiento, el percusionista Gabriel Said también utilizó claves antes del desarrollo de la fuga a cargo de la flauta, oboe, clarinete y fagot. La labor desarrollada por todos los integrantes del cuarteto de vientos -que se desempeñan como solistas de sus respectivos instrumentos en la ONMA- fue excelente, desempeñando una muy buena labor. Esto se vio asimismo en la Guarania, donde los solistas de instrumentos de viento desarrollaron un contrapunto sumamente interesante entre los mismos con ayuda de la percusión -en este caso, mediante golpes de un shekere, que daba el efecto de sonido de agua- juntamente con la orquesta. En cambio, la Milonga final arranca con un solo de cajón, donde la orquesta se acopla en ritmo de candombe. Los trinos de flauta y clarinete fueron perfectos -gran labor de Daniel Lifshitz y Gonzalo Morales Sánchez- y la melodía brinda la oportunidad de que cada uno de los vientos solistas y la percusión se luzcan. La guitarra solista también desarrolló una muy buena labor previamente a los solos de los instrumentos principales. La obra cierra con el solo de cajón inicial para recapitular el tema principal. Tras los aplausos, se invitó a Pablo Loudet -quien estaba presente en la sala- a subir al escenario y se retiró sumamente aplaudido.

            Tras una breve pausa, Andrés Tolcachir anunció el estreno mundial de la Suite concertante de Ariel Hagman. Al igual que su antecesora, también fue compuesta especialmente para la ONMA y es una obra con numerosas reminiscencias de otros compositores (hay momentos que remedan la Pantomima de Daphnis et Chloé, de Maurice Ravel y parte del Adagio para cuerdas de Samuel Barber, al igual que de la Sinfonía Semplice de Carl Nielsen). Comienza con un arabesco a cargo del 3° cello y luego, un canon tomado por las violas y violines, creando un efecto ondulante hasta la introducción de la flauta para desembocar en una fanfarria a cargo de cornos y trompetas hasta que la orquesta se acopla en un tutti en ritmo de malambo. Esto se repica posteriormente en las maderas hasta lograr contrapunto en cuerdas y timbales. La obra también incluye un solo de violín con reminiscencias piazzolianas, que toma el tema principal como hilo conductor hasta ser retomado por flautas traversa y piccolo. Posteriormente, el corno anuncia el tercer tema en contrapunto con bandoneones y timbales -con reminiscencias del Descenso al Nibelheim de EL ORO DEL RHIN-, que brinda un aire de misterio que recuerda a Urano, el Mago de LOS PALNETAS, de Gustav Holst. Tras el forte final, el público respondió con un aplauso sostenido y también se invitó al compositor a subir al escenario.

            Independientemente de la excelente labor de Andrés Tolcachir en el podio, hacía mucho tiempo que una no escuchaba a la Juan de Dios Filiberto y se encontró con una orquesta integrada por excelentes músicos, con un sonido compacto, puro, afiatado, pero por sobre todas las cosas, brillante y preciso. Es un lujo saber que la música argentina cuenta con organismos sinfónicos de este nivel para su difusión. Siempre es interesante descubrir nuevas obras y talentos locales. 

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