Sensacional concierto conmemorativo
del 25 de Mayo en el CCK
EN
BUSCA DEL PATRIMONIO CULTURAL PERDIDO
Martha
CORA ELISEHT
La
música clásica argentina es rica en ritmos, variada en repertorio y hubo
numerosos compositores que han escrito obras bellísimas, pero que
lamentablemente suelen estar ausentes de los tradicionales programas de
conciertos. Por dicho motivo, la Secretaría de Cultura de la Nación y el Centro
Cultural Kirchner (CCK) han decidido rescatar el patrimonio cultural sinfónico
argentino de su prolongado letargo merced al trabajo de innumerables
profesionales: personal de archivo, musicólogos, historiadores, copistas,
ingenieros de sonido y otros tantos para poder reconstruir dicho legado y que
el público lo pueda apreciar. Como parte del ciclo “ARGENTINA SINFÓNICA” se
ofreció un concierto con motivo de los festejos del 25 de Mayo en el Auditorio
Nacional del CCK en dicha fecha, con la participación de la Orquesta Sinfónica
Juvenil “Libertador Gral. San Martín” dirigida por Francisco Varela y con el
pianista Antonio Formaro en calidad de solista, en un programa integrado pura y
exclusivamente por las siguientes obras de compositores argentinos:
-
“El rancho abandonado”
-
“Nostalgias de la
pampa” – Alberto WILLIAMS (1862-1952)
-
Concierto n°2 para piano
y orquesta, Op.56- Arturo LUZZATTI (1875-1959)
-
“Nahuel Huapi”- Enrique
Mario CASELLA (1891-1948)
-
Danzas sinfónicas del
1° Acto de la ópera “La leyenda del Urutaú”- Gilardo
GILARDI (1889-1963)
El
evento contó con un presentador de lujo: el violinista Sebastián Masci, quien
no sólo se refirió a las obras comprendidas en el programa y sus respectivos
autores, sino que también puso en valor el trabajo de los profesionales mencionados
en el párrafo anterior para poder poner en valor y rescatar el patrimonio
sinfónico de la Nación. Y también mencionó la escasa difusión de la música
clásica argentina tanto en los colegios primarios y secundarios como en el
Conservatorio. Los estudiantes de música salen de dicho ámbito académico sabiendo
tocar perfectamente a Bach, Mozart, Beethoven, Tchaikovsky u otros músicos
europeos, pero no saben cómo interpretar las obras de los compositores clásicos
argentinos desde Alberto Williams en adelante. Resaltó a los integrantes de la
orquesta como “auténticos titanes, capaces de enfrentarse como héroes dando
todo ante un repertorio rescatado del olvido y poniendo en valor al patrimonio
artístico y cultural de los argentinos”.
De
la vasta y extensa obra de Alberto Williams, El rancho abandonado representa
la primera obra del denominado nacionalismo musical argentino. Lleva el n°4 de
la Suite “En la Sierra”, Op.32 y fue compuesta originariamente para
piano en 1890. Posteriormente, Williams la orquestó en forma de sonata y
es una de las piezas más representadas del repertorio vernáculo. En cambio, Nostalgias
de la pampa pertenece a la suite Aires de la Pampa, Op.63 y data de
1912. Es una de las milongas que Williams transcribió para orquesta sinfónica y
las reagrupó con el mismo título, pero que lleva el Op.117 de su
catálogo (1944). Hacia el final de su vida, el compositor iba a agrupar estas
dos piezas con una tercera (Tres aires de la pampa), pero falleció antes
de componer la última. En la presente versión, la orquesta sonó magnífica, con
brillo y enjundia. La labor del concertino fue estupenda, al igual que
en el contrapunto con el contrabajo en el primer tema de El rancho
abandonado, mientras que el segundo tema -en ritmo de malambo- también fue
perfectamente abordado. En Nostalgias de la pampa, las violas y los
violoncellos dan la base melódica, mientras que los vientos -maderas y metales-
introducen el tema principal, tomado por los violines en ritmo de milonga y
habanera. Francisco Varela demostró con creces su labor sobre el escenario de
la Sala Sinfónica del CCK y fue sumamente aplaudido.
Nacido
en Torino en 1875, Arturo Luzzatti estudió en el Conservatorio de Milano y
posteriormente se estableció en Argentina, donde fue director musical y
artístico del Teatro Colón. Su Concierto n°2 para piano y orquesta, Op.56 fue
compuesto en 1954 y es de corte netamente romántico, con tintes de impresionismo
francés y ruso (por momentos, remeda a su homónimo de Alexander Scriabin o de
Sergei Rachmaninov). Se estrenó en la Facultad de Derecho de la Universidad de
Buenos Aires ese mismo año por la Orquesta de Radio Nacional Argentina dirigida
por Bruno Bandini, con la participación de Perla Brugola como solista. No es
casual que un alumno suyo -Antonio Formaro- lo rescatara de su ostracismo casi
70 años después. Consta de tres
movimientos: Moderato/ Andante/ Allegro vivace, donde el piano comienza
desde el registro grave seguido por el corno y el clarinete, que llevan la
melodía hasta desembocar en un acorde central en Fa mayor, con reminiscencias
que recuerdan a Debussy en una bella línea melódica cromática. La orquesta tuvo
un sonido muy equilibrado -inclusive, hasta en los tutti y los forti,
donde no sonó excedida- en perfecta armonía con el instrumento solista.
Cabe destacar la sutileza, exquisitez y maestría de Antonio Formaro en la
materia. El Andante abre con un solo de contrabajo en contrapunto con el
corno y el clarinete hasta la introducción del piano con un glissandi en
agudo. Hubo una perfecta consonancia entre la orquesta y el solista que se
mantuvo al fin de este movimiento y también en el poderoso Allegro vivace final,
con una magnífica labor de Formaro en el cantábile central de dicho
movimiento, que culminó con una brillante ejecución de la cadencia. El numeroso
público que llenó la Sala Sinfónica estalló en aplausos y vítores luego de
finalizar el mismo.
El
poema sinfónico Nahuel Huapi fue compuesto por Enrique Mario Casella en
1926 y constituye una de las obras más tempranas del compositor. Uruguayo de
origen, estudió en Buenos Aires y posteriormente, se perfeccionó en Europa.
Tras su regreso al país, trabajó un tiempo en Buenos Aires y Goya (Corrientes)
hasta que se estableció definitivamente en Tucumán en 1920. Junto con Luis
Gianneo dirigieron en 1922 el Instituto Musical Tucumán y posteriormente, fundó
el Trío Tucumán en 1923 y el Cuarteto Tucumán en 1940. Desde 1937 fue director de la Banda Sinfónica
Provincial, que posteriormente dará origen a la Orquesta Sinfónica Provincial. Basado
en una leyenda puelche, narra el romance prohibido entre la bella Maitén y
el valiente Collán, pertenecientes a tribus diferentes. Maitén es
raptada por dos hermanos de su misma tribu, que le dan a beber una poción
mágica para colocarla en una canoa en medio del lago a merced del Espíritu
de las Aguas, quien está dispuesto a entregar a la joven a uno de los
hermanos. Al despertar, la joven comienza a gritar y es escuchada por su amado,
quien se arroja al agua para salvarla. Esto desata la furia del Espíritu de
las Aguas al ver en peligro su plan y decide vengarse de los amantes, que
se ahogan abrazados en las profundidades del lago. Pero el Dios protector se
apiada de ellos y los transforma en macas -pájaros del sur argentino que
viven en pareja durante toda su vida-. Para traducir la leyenda en música,
Casella emplea una melodía de neto corte impresionista, rica en cromatismo,
donde el Andante ondulante representa al Espíritu de las Aguas;
los golpes de percusión, el arrojo de Collán y el trombón solista, a las
maléficas intenciones de los dos hermanos y al enojo del Espíritu de las
Aguas. Por su parte, la metamorfosis está representada por el violín, que junto
con las arpas y el corno inglés marcan la transición y transformación de los
amantes en pájaros. Los efectos sonoros estuvieron perfectamente bien logrados,
con gran labor de todos los solistas.
Para
cerrar este vasto y rico programa, la orquesta apostó a otro plato fuerte: las Danzas
sinfónicas del 1° Acto de la ópera La Leyenda del Urutaú, compuesta
por Gilardo Gilardi en 1930 con libreto de José Oliva Nogueira y que fuera
ganadora del Premio Municipal en dicho año. Su estreno se produjo en 1934 en el
Teatro Colón. Si bien es una de las más bellas páginas musicales que se han
escrito, lamentablemente se representa muy poco -quien escribe recuerda haberla
escuchado sólo una vez en 1979, en un concierto ofrecido por la Orquesta
Sinfónica Nacional en una Temporada de Verano-. La versión ofrecida fue
espléndida, donde la orquesta desarrolló un sonido muy compacto y equilibrado
en todos los grupos de instrumentos.
Al
terminar el concierto y tras los aplausos de rigor, Sebastián Masci retornó al
escenario provisto de su violín e invitó a todo el público a ponerse de pie para
entonar las estrofas del Himno Nacional. Se colocó en la última fila de
violines, mientras que Antonio Formaro lo hizo como pianista acompañante para
ponerse a disposición de Francisco Varela, quien ofreció junto a la orquesta
una bellísima versión de la canción patriótica compuesta por Vicente López y
Planes y Blas Parera. Y como no podía ser de otra manera, el Auditorio Nacional
estalló en aplausos y vítores.
Ya
se logró el puntapié inicial del rescate del patrimonio artístico cultural de
la Nación; en este caso, del patrimonio sinfónico, tras desempolvar obras que quedaron
abandonadas a su suerte durmiendo el sueño de los justos y que han despertado
luego de un prolongado letargo. El desafío actual es incorporarlas a los
programas de estudio de colegios primarios, secundarios y de los Conservatorios
de Música y Universidades de Artes. Tarea difícil, pero no imposible. Porque
recuperar el patrimonio cultural también es una forma de honrar a la Patria.
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