Muy buena versión de “CARMEN” a
cargo de Juventus Lyrica en el Avenida
UNA
VERSIÓN RENOVADA DE UN CLÁSICO SEMPITERNO
Martha
CORA ELISEHT
Tras
dos años de inactividad por la pandemia de COVID 2019, Juventus Lyrica es otra
de las entidades de ópera independiente que retornó a sus actividades en su
habitual sede del Teatro Avenida. Luego de la Gala Lírica llevada a cabo en
Julio del corriente año, la compañía volvió al ruedo con un clásico del
repertorio francés: CARMEN, de Georges Bizet (1838-1875), que se
representa desde el 14 al 22 del corriente con puesta en escena de Ana D’Anna y
María Jaunarena y dirección musical de Hernán Sánchez Arteaga, con la
participación de orquesta, coro y el Coro de Niños de la entidad, dirigido por
Rosana Bravo. La escenografía e iluminación estuvieron a cargo de Gonzalo
Córdova; el vestuario, de María Jaunarena y Cecilia Diéguez; maquillaje y
peinado, de Silvana Caruso.
Quien
escribe tuvo la oportunidad de asistir a la función del pasado jueves 20 del
corriente, con el siguiente elenco: Rocío Arbizu (Carmen), Marcelo Gómez
(Don José), Juan Salvador Trupia (Escamillo), Rocío Giordano (Micaela),
Virginia Lucero Guevara (Frasquita), Estefanía Cap (Mercedes), Gabriel
Vacas (El Dancairo), Lautaro Chaparro (El Remendado), Walter
Schwartz (Zúñiga), Marcelo Iglesia Reynes (Morales), Manuel
Brenner (Lilas Pastia y Guía), Giorgio Zamboni (Picador y gitano) y
el bailarín flamenco Vico Zapata.
La
opéra comique con libreto de Henri Meilhac y Ludovic Hálevy sobre la
novela original de Prosper Mérimée es la más popular y conocida de las óperas a
nivel universal, junto con LA TRAVIATA de Verdi. Sin embargo, su estreno
en París en marzo de 1875 resultó un rotundo fracaso. Tres meses después, Bizet
fallece por un ataque cardíaco sin poder habido disfrutar del éxito que su
ópera logró. La genialidad del músico francés radica en varios aspectos: la
ambientación en España, la recreación de costumbres tan populares como las
corridas de toros y fundamentalmente, en que la protagonista es una gitana y,
por sobre todas las cosas, una mujer libre. Ella posee la autonomía necesaria
para decidir a quién amar y cuándo terminar con una relación, rompiendo todo
tipo de convencionalismo imperante en aquella época. Dueña y señora de sí
misma, contrasta con el personaje de Don José, quien representa los
valores morales típicos de aquel entonces: se hace soldado para defender a su
patria, su madre le recomienda casarse con una muchacha dulce y sumisa de su
pueblo como Micaela para formar una familia y mantener la tradición. Sin
embargo, no puede resistirse al embrujo ni a los encantos de Carmen y, a
medida que avanza la obra, sufre una degradación moral: es capaz de desertar y
hacerse bandido por amor a ella hasta llegar a asesinarla antes de verla en
brazos de otro. Por lo tanto, Bizet no sólo se adelanta en casi 30 años al verismo
italiano de Leoncavallo, Zandonai, Mascagni y Puccini, sino que trata un
tema de candente actualidad como el femicidio.
En
la presente versión, Anna D’Anna y María Jaunarena utilizaron una puesta en
escena sencilla, pero efectiva, que permite los cambios de escena. El vestuario
de época a la usanza tradicional brinda una correcta ambientación de este
clásico y están muy bien logrados los efectos especiales -manchas de sangre en
el traje de Escamillo ante la embestida de un toro en la Canción del
Toreador y en la escena final entre Carmen y Don José, cuya
puñalada fatal coincide con el momento en que Escamillo mata al toro-,
al igual que la iluminación enfocada en el bailaor flamenco en la
taberna de Lilas Pastia. Y otro gran acierto es lograr la entrada de los
picadores, banderilleros y chulos por el pasillo central de la platea
-interpretados por figurantes y tres bailarinas, portando faroles y cintas con
los colores de la bandera española-, al igual que la entrada triunfal de Escamillo
en traje de luces antes de su encuentro con Carmen previamente a su
ingreso a la plaza de toros.
La
dirección coral y orquestal estuvo a cargo de Hernán Sánchez Arteaga, quien
demostró su maestría al respecto. Es un profundo conocedor de la obra y la ha
dirigido en numerosas oportunidades. Las entradas estuvieron muy bien marcadas
y, más allá que alguna que otra nota dudosa, la orquesta tuvo un buen
desempeño. Y pese a que hubo más voces de nenas que de varones, el coro de
niños dirigido por Rosana Bravo estuvo muy bien preparado, al igual que el coro
de la institución. Se respetó la concepción original de opéra comique; es
decir, con parlamentos que marcan la entrada de los personajes o las diferentes
arias y duettos.
En
cuanto a los roles secundarios, Virginia Lucero Guevara fue una de las
sorpresas de la noche como Frasquita. Esta joven soprano posee una voz
potente, caudalosa, de buen color vocal, con una tesitura que le permite
interpretar este rol. Tuvo tres destacadísimas intervenciones: el quinteto del
2° acto (Nous avons en tête un affaire), la Escena de las cartas y
el trío junto a Carmen y Mercedes del 3° Acto. Por su parte,
Estefanía Cap interpretó una muy buena Mercedes, al igual que Gabriel
Vacas como El Dancairo y Lautaro Chaparro como El Remendado. Marcelo
Iglesias Reynes es un barítono de voz caudalosa y potente y brindó un muy buen Morales,
al igual que Walter Schwarz como Zúñiga. Los actores Manuel Brenner
y Giorgio Zamboni tuvieron a su cargo varios roles: en el 2° Acto, como Lilas
Pastia y un gitano respectivamente, y en el 3°, como el guía que
acompaña a Micaela al refugio de los contrabandistas, mientras que
Zamboni dio vida a uno de los picadores. Otra de las sorpresas de la noche fue
la excelente actuación del bailaor flamenco Vico Zapata, quien derrochó
ductilidad, plasticidad y salero sobre el escenario; sobre todo, en la entrada
de los banderilleros y picadores en el 4° Acto, agitando cintas con los colores
españoles.
Con
respecto de los roles principales, Rocío Giordano brindó una excelente Micaela
desde lo vocal y lo actoral. Interpretó este rol en varias oportunidades y
se destacó en el duetto con Don José (“Parlez- moi de ma mère”) y
en su cavatina (“Je dis, que rien m’épouvant”), donde se retiró
sumamente aplaudida al finalizar su aria. Juan Salvador Trupia no sólo posee
una bellísima voz, bien centrada y timbrada, sino que posee el physique du
rôle para interpretar a Escsamillo, logrando un excelente desempeño.
No puede decirse lo mismo de Marcelo Gómez, cuya voz sonó -por momentos-
sumamente tirante el alguno de los pasajes principales de la obra (“La fleur
que tu m’avais jetté”) y por momentos, sonó desafinado en el duetto con
Carmen del 1° Acto (“Pres les ramparts de Seville”). Mejoró su
desempeño en el duelo con Escamillo del 3° Acto y en la escena final (“C’est
toi?... C’est moi”). ¿Y qué decir de la protagonista? ... Rocío Arbizu
ofreció una magnífica Carmen desde todo punto de vista. Sobresalió en
sus arias principales (Habanera: “L’amour est un oiseau rebélle” y la
célebre Chanson bohème que abre el 2° Acto, al igual que la mencionada “Pres
les ramparts de Seville”) y en las escenas de conjunto (quinteto del 2°
Acto, trío del 3° y la Escena de las cartas: “Voiyons, que je vais à mon
tour”). Se mostró desafiante, seductora y decidida en su encuentro con Don
José (“Je vais danser à votre honeur”) y en la escena final, perfecta desde
el punto de vista histriónico al quitarse el anillo que Don José le
había regalado hasta desvanecerse al recibir la puñalada final.
En
estos tiempos que corren, montar una producción de ópera independiente a la
usanza tradicional representa un auténtico desafío. Si se cuenta con pocos
recursos y se los sabe administrar bien, el resultado está a la vista: una
versión clásica de una de las óperas más populares y taquilleras del mundo
entero. Bizet nunca se hubiera imaginado que sus dos óperas (CARMEN y LOS
PESCADORES DE PERLAS) se iban a representar en Buenos Aires con escasos
días de diferencia entre el término de las funciones de la una y el comienzo de
la otra. Un auténtico festival a modo de justo homenaje dedicado a la memoria
de este gran compositor francés, que falleció sin poder gozar las mieles de su
éxito sempiterno.
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