SENTIDO Y
ABSOLUTAMENTE JUSTO
La
Asociación de Profesores de la Orquesta Estable del Teatro Colón, a través de
la iniciativa de su Presidente, Diego Tejedor, y de un grupo de compañeros
suyos, realizó un documental llamado “Niño Brujo” en homenaje a quién fuera el
primer bailarín del Ballet Estable del Teatro , José Neglia, creador del ballet
homónimo de Jack Carter que da nombre a este documental junto a su gran
compañera de la danza, Norma Fontenla (también primera bailarina del cuerpo) y
a sus siete compañeros quienes ya tomaban el mismo camino que los anteriormente
nombrados y que perecieran en un terrible accidente aéreo el 10 de Octubre de
1971, en un marco de irregularidades que exceden al motivo de este comentario y
a la razón de ser de este blog. En este
documental se los recuerda a partir del relato
de una crítica y docente de Historia de la Danza como mi estimada colega
Patricia Casañas, como las intervenciones del personal del Teatro , por caso, Arnaldo Colombaroli, quien fue testigo de
acontecimientos memorables y , desde luego, de la terrible desgracia y también
de nombres vinculados a la danza como Juan Lavanga o el actual Director del
Ballet Estable, Mario Galizzi, Eugenio Scavo, nombre indisolublemente asociado
al Departamento de Prensa del Teatro Colón
y, fundamentalmente, los testimonios de dos de las viudas, bailarinas
ellas también, María del Carmen de Neglia y Katy Gallo y el de Sergio Neglia
(Hijo de María del Carmen y José hoy residente en Estados Unidos y desde ya
vinculado al mundo de la danza) como del sobrino de Norma Fontenla, quien está
en el mundo de la escultura y de uno de los ejecutivos de la firma que contrató
y sponsoreó a los bailarines, la que organizó la función en Trelew, destino
final del fatídico vuelo.
Rescatar los video tapes en blanco y negro
del viejo “Teleonce” de Buenos Aires quien con el apoyo financiero de la
compañía patrocinante grabó las funciones del Colón en las que se incluyeron “El
Niño Brujo” y “La Muerte del Cisne”, sincronizada con la música tomada de
grabaciones posteriores a cargo de la Orquesta Estable del Teatro Colón, además
de ser una tarea ímproba trajo el
agregado de que probablemente haya sido volver a ver a gran parte de los
fallecidos bailando proyectados en el escenario de sus grandes triunfos. Y en
mi caso particular, que los veía en mi casa
siendo niño en el televisor blanco y negro, donde los disfrutaba tanto como en
aquellas emisiones de funciones en las que el mismo Rudolf Nureyev bailó en el Colón junto a
Olga Ferri y Norma Fontenla. Mirando el
canal que los emitía, en la pausa del programa de Tato Bores de los Domingos a
la noche, recibimos con mi familia con la sensación de un latigazo el flash
informativo con el accidente. Fue revivir para mí todo aquello. Desde las
noches de gloria que presentaban Jorge D’Urbano e Ignacio de Soroa para la
televisión, hasta el vacío que dejo la
infausta noticia y del cual compañeros de ballet de aquel entonces como Lidia
Segni se encargaron de narrar con mayor precisión de lo que significó sostener
las banderas y salir adelante pese a todo.
El resultado, un documento histórico que
merece mayor difusión, que honra las memorias de estos brillantes artistas y
poder conocer la faz humana de todos ellos a través de anécdotas, recuerdos y
sobre todo, comprobar la enorme categoría de esa generación truncada por el
accidente. Tal vez ha sido el más justo homenaje que sus memorias merecen.
Donato Decina
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