Los pescadores de pelas
Teatro Colon 27/09/2022
Ciento nueve años tardó el Teatro Colon en reponer Los pescadores de perlas de Georges
Bizet. En el mes de agosto de 1913, se ofrecieron solo tres funciones, en idioma italiano, en la
que sus protagonistas fueron dos grandes cantantes, amados por el público de entonces; la
soprano Maria Barrientos y el tenor Giuseppe Anselmi.
Con muy buen criterio, el Colon había programado Los pescadores de perlas para su
temporada de 2020, que con motivo de la pandemia debió ser pospuesta para esta
temporada. Bienvenida sea pues la idea de renovar el repertorio con obras como esta, que no
merecen ser olvidadas y refrescan la cartelera.
Georges Bizet, fue un prolífico compositor de opera si se tiene en cuenta que solo vivió 37
años. Escribió un total de 18 operas, siendo Los pescadores de perlas, su séptima obra. Fue
estrenada en París en 1863.
La versión que nos ofrece el Teatro Colon, ha sido musicalmente muy buena.
El tenor ruso Dmitry Korchak, es un destacado cantante a nivel mundial. Abordó el rol de
Nadir, con exquisita línea de canto, técnica y estilo. Con su hermosa voz de tenor lírico y
dominio técnico, conmovió en su interpretación de “Je crois entendre encore” y el público lo
reconoció brindándole un merecido aplauso.
Igualmente, la soprano armenia Hasmik Torosyan, estuvo a la altura de esta bella obra.
Hermosa voz, dominio del canto, y efectiva escénicamente. Conmovedora en el tercer acto
(“Zurga, je viens demander grâce”.).
El barítono Gustavo Feulien interpretó con corrección el rol de Zurga, y el bajo Fernando Radó
se destacó como Nourabad por su distinguida presencia vocal y escénica.
Estupenda actuación del Coro Estable.
La Orquesta Estable bajo la dirección del Maestro Ramón Tebar ofreció una admirable versión
de la obra, resaltando el lirismo y la tensión en el momento preciso en el que esta opera lo
requiere.
Nos resulta ver, cada vez con más frecuencia, como ciertos directores de escena utilizan la
música compuesta por los grandes compositores para sus operas, como “música de fondo”
para una obra que ellos crean en su imaginación y que poco o nada tienen que ver con la idea
original con las que fueron creadas. Estos registas, hace rato que dejaron de ser “intérpretes”
y de formar parte del conjunto que con los cantantes, la orquesta y el director musical
conforman la unidad que lleva adelante un espectáculo lírico.
Músicos y cantantes se aferran a una partitura y no tienen otra opción que tocar, entonar, y
decir lo que está escrito en esa partitura, creada por un compositor y su libretista. Ellos
pueden tener cierta libertad expresiva, pero su límite es el respeto por lo escrito. Al parecer,
ciertos directores escénicos están más allá de todo esto y se adjudican una libertad total, al
punto de forzar situaciones, que los convierte en los nuevos “creadores” de la obra.
Los libretos de las operas, suelen incluir el detalle de la escenografía y la ambientación en que
se desarrolla. El libreto de Los pescadores de perlas dice:
Una playa árida y salvaje de la isla de Ceilán. A derecha e izquierda algunas cabañas de
bambú y de esterilla; palmeras; ruinas de una vieja pagoda hindú y el mar iluminado por un sol
ardiente. Unos pescadores acaban de montar sus tiendas mientras que otros danzan y beben al
son de instrumentos hindúes). Pues nada, ni siquiera algo parecido a esto, se ha visto en esta
versión. De ahí en más, cualquier cosa fue posible y cualquier otro comentario es innecesario.
Esperemos volver a ver Los pescadores de perlas nuevamente sin que pasen otros 109 años, y la
próxima vez, sea “verla” en el estricto sentido de la palabra; no solamente oírla.
Roberto Falcone
No hay comentarios:
Publicar un comentario